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Un ángel me ha sonreído

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Escrito originalmente por Luis Caccia Guerra para www.mensajesdeanimo.com Días atrás venía del trabajo en el transporte público. Preocupado, con algo de cansancio, pensando en todo lo que me quedaba aún pendiente por hacer y cómo resolvería los problemas por enfrentar. El resto del pasaje, más o menos igual que yo. Cada uno muy en lo suyo. Al llegar a una esquina, semáforo en rojo, se paró junto al bus un auto. Conducía una mujer. Junto a ella venía una niña Down. Estimo no menos de diez, no más de doce, su edad. En actitud inocente y despreocupada, ella iba saludando alegremente con una amplia y dulce sonrisa a todo el mundo. Desde la posición en la que me encontraba podía ver a casi todo el resto de los pasajeros que viajaban conmigo. Nadie contestó su saludo. Sólo rostros adustos, mirando sin mirar. Cada uno sumido en las profundidades de su propio mar. Cuando las ventanillas del auto y las del transporte en que viajaba se pusieron a la par, pude sentir esa

Por el valle de las lágrimas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com No existe la felicidad plena, completa, duradera, prolongada sin tiempo. Sólo existen momentos felices. Que la vida de algunas personas sea más feliz que las de otras dependerá de la intensidad, duración, pero fundamentalmente de la frecuencia de esos momentos felices. Mientras más momentos de esos haya en el transcurso de sus vidas tal vez se pueda decir que más felices son. Esto es tan sólo un pensamiento echado a volar a través de estas páginas. Seguramente habrá alguien con otra forma de pensar, otro concepto de la felicidad a quien le asista plenamente la razón desde su punto de vista. Esto es, por lo menos, lo que le ha tocado experimentar a quien esto escribe. Lo cierto es que nuestra actual forma de vivir, más allá de las diferencias, más allá de cuán placenteros o sufridos sean los días que nos toca vivir en esta tierra tal como la conocemos, es herencia de nuestros padres naturales Adán y Eva. No fue

Como perro rabioso

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Por: Luis Caccia Guerra El término “ hidrofobia” con el que se denomina la comúnmente enfermedad conocida como “rabia” proviene del griego, donde se combinan las palabras hydrós (agua), y fobos (horror). Por tanto “hidrófobo” significa que tiene terror al agua. Es uno de los síntomas característicos de esta temible enfermedad en su fase intermedia, cuando ya no hay nada que hacer, sino esperar un rápido y progresivo deterioro del sistema nervioso central y una muerte terrible e inminente. La enfermedad comúnmente conocida como rabia, se caracteriza por una aversión anormal al agua. Es provocada por un virus típico de ciertos animales de sangre caliente, como el perro, el gato, el lobo, el murciélago y roedores como ratas, ratones y pericotes. Pero puede transmitirse al hombre si es mordido por un animal infectado. Este virus ataca el sistema nervioso central y si no se trata en forma urgente, termina provocando la muerte. Cuando una persona se contagia de hi

Valorado, Contenido, Cubierto

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Por: Luis Caccia Guerra Muy pocas veces en la vida pude apreciar, valga la redundancia, el “valor de ser valorado” en la justa medida, el valor de estar adecuadamente contenido; el valor de que mi vida, familia y ministerio puedan estar cubiertos por una poderosa oración intercesora. Si alguien me pidiera que me describiera a mí mismo en pocas palabras, diría: “Brillante estudiante en el ámbito académico; exitoso en el medio eclesiástico; pésimo jugador en el campo de la vida”. Y así es, ni más ni menos. No conozco, salvo alguna penosa contingencia en determinada época de mi vida, el fracaso estudiantil. Si sólo por lo académico fuera, mi vida siempre prometió bastante. En lo eclesiástico, si bien nunca fui capaz de echar raíces en ninguna iglesia y he formado parte de unas cuantas, en todas me puse a trabajar. Sin proponérmelo, llegué a ser director de música y alabanzas durante un importante congreso de Fundamentalismo Bautista en el que hubo invitados e igl

Relaciones rotas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com A mediados del año 2000, fui convocado por una iglesia para realizar la multimedia de una presentación de Navidad. Después de meses de arduo trabajo, llegó el momento y esa semana de Navidad, regresó mi hermano Arnaldo (*) con su familia desde EUA. En los ’80 habíamos tenido algunos cruces y problemas entre nosotros en otra iglesia, sin embargo Nuestro Amado Dios quiso que esa tarde a pesar del tiempo y la distancia, nos volviéramos a encontrar en ese lugar. Luego de los saludos y pasado el momento del reencuentro, mi amado hermano no pudo con su genio y con diplomacia y sutileza, me pasó factura. En mi país, decimos “pasar factura” cuando alguien hace mención de alguna clase de “deuda”, que generalmente no se trata de dinero sino de alguna situación, perjuicio, agravio, cruce, entredicho u ofensa pasada, sin resolver. Bien es cierto que durante mis épocas de juventud fui un joven impulsivo y arrogante. Hice much