Ya no hay pichones en el nido del año pasado
Por: Luis Caccia Guerra para
www.mensajesdeanimo.com
“Este año ya no hay pichones en el nido
del año pasado” dice un dicho popular. Y quiere decir que lo
que pasó, pasó. Hoy, ya nada tiene por qué ser lo mismo que ayer.
Hay aves que con mucho trabajo y laboriosidad
construyen sus nidos y tienen sus pichones este año. Pero cuando al
año siguiente regresan, ese nido está desierto y abandonado, no
está en condiciones de albergar los pichones del nuevo año y
construyen uno nuevo.
Así es como lo viví en unas cuantas
experiencias. Me aparté de la institución, de la comunidad en la
que estaba, busqué otros rumbos. Tiempo después, cuando pretendí
volver, ya nada volvió, ni pudo volver a ser lo mismo. Muchas veces
he vivido lamentando el fracaso de la vez anterior, lamentando lo que
pudo ser y no fue. Volví a ese lugar creyendo que las cosas iban a
volver a ser como antes… y oh, desilusión! Ya nada volvió a ser
lo mismo.
Entonces, los que sí volvían, eran los
fantasmas del sentimiento de fracaso, de añoranza, de lo que pudo
ser y no fue, los lamentos de lo que tuve y no supe valorar, el
espíritu de orfandad.
El temor, la angustia, la desesperanza, la
tristeza, son sentimientos normales de nuestra naturaleza caída
heredada de nuestro padre natural Adán. No es malo sentirte así y
aunque unos cuantos digan lo contrario, tampoco es malo que lo
expreses abiertamente. Lo malo es quedarte en ese pozo y no accionar.
Es tan fácil para los seres humanos no saber valorar lo que tenemos
hoy y comenzar a darle valor cuando lo hemos perdido y ya no lo
tenemos.
Hoy meditaba sobre esto. Muchas veces quise
volver sobre mis pasos, pero la vida no es como caminar en el parque.
Te equivocaste de camino, vuelves sobre tus pasos y te diriges por el
camino correcto.
En los caminos de la vida no hay marcha atrás.
El paso que se dio, la decisión que se tomó, el acto que se
concretó es irreversible, no tiene vuelta atrás. No hay manera de
deshacerlo, por mucho que lo lamentemos y expresemos nuestro más
profundo, sincero dolor y arrepentimiento.
Sin embargo hoy pude descubrir que cada paso,
sin importar si acertado o no, me dio una experiencia y una certeza
que otros no tienen. La victoria sobrevino de la mano de Dios al
atreverme a compartirlo, anunciarlo sin tapujos ni temores; de tal
manera que tú que estás a miles de kilómetros de quien esto
escribe, hoy lees estas líneas y Dios te habla ahora mismo directo
al corazón. ¡Caramba! ¡No sabía que lo mismo que me pasa a mí,
también le pasa a otros creyentes también!
La victoria sobreviene cuando a pesar del
temor, la incertidumbre, cuando pretendidas luminarias crean más
sombras que luces; la fe en Dios, no esa fe defectuosa que proviene
del corazón del hombre, sino esa fe perfecta, la certeza de lo que
se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1), que
cuando abres de par en par confiado tu corazón delante de Dios y
permites que El mismo ponga en tu corazón, nos da la certeza de que
no sabemos cómo, ni dónde, ni cuándo, ni por qué, es lo que
habremos de pasar, pero a como dé lugar, Dios nos dará la victoria.
Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve.
(Hebreos
11:1 RV60)
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