A corazón abierto
Por Luis Caccia Guerra para
www.mensajesdeanimo.com
“De todas maneras, eso fue lo que Nowen
hizo por mí. Comencé a arriesgarme en mis escritos porque él iba
adelante conduciendo el camino, dejando al descubierto sus propias
neurosis y fracasos para que el mundo los viera. (…) Daba la
impresión de que abría su corazón sin guardarse nada.”
(Philip Yancey. Sobreviviente)
Todos los seres humanos tenemos un lado oscuro,
un lado profundo, un lado escondido. Un lado que nos ocupamos de
cuidar muy bien de la mirada de los demás. Gordon MacDonald compara
al hombre con un iceberg, esos gigantescos bloques de hielo
desprendidos de los glaciares polares que flotan a la deriva y de los
cuales sobresale de la superficie del agua tan sólo un 10% de su
volumen total. El resto permanece oculto bajo el agua fuera de la
vista de los marinos. Y es que así es justamente como nos conducimos
por los mares de esta vida.
Alguien acusó a Henri Nowen (Holanda,
1932-1996) de no guardarse uno solo de sus pensamientos. Sin embargo,
supo extender un puente de espiritualidad, señalando el camino hacia
Dios a una multitud de tanto de católicos, como protestantes e
inclusive incrédulos que leyeron algunos de sus escritos con gran
respeto. Y es que en sus libros podemos encontrar numerosas claves
sobre la pesada cruz que a él le tocaba llevar.
De estos maestros aprendo cada día el valor de
abrir el corazón, en la certeza de que desnudar el alma en las manos
de Dios, ayuda a edificar en la vida de muchos otros.
Conocí a Jesús como Salvador hace muchos
años. Transcurría fines de 1980 cuando eso ocurrió. Como hace dos
mil años camino a Damasco, con Saulo de Tarso, su luz me cegó. Ese
día me quebranté y me rendí por completo ante su presencia. Cuando
Cristo me encontró, era un joven con toda una vida por delante a los
ojos de los demás, la parte visible de mi iceberg; pero sin
proyectos ni perspectivas de vida en lo profundo de mi ser. Desde
aquél entonces, como decimos en mi país, “mucha agua ha pasado
por debajo del puente”. Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es que no
sé cuánta más agua va a tener que pasar por debajo del puente
hasta que sea completo en El.
Toda vez que hoy no soy ni remotamente el mismo
que era hasta hace tan sólo unos pocos meses atrás. No lo sé todo,
he aprendido mucho pero no alcanzo a comprender cuánto más me falta
aún por aprender. Hoy tengo miedo, tengo dudas, sufro ataques de
pánico, he renunciado a muchas cosas que me impedían servir a mi
Señor como corresponde; pero a decir verdad, por cada una de esas
renuncias, aparecen cientos de cosas a las que debo decir un
categórico “NO” en el Nombre de Nuestro Señor.
Sin embargo; con mis días brillantes y mis
días negros, con mis victorias y también con mis más estrepitosas
derrotas, con mis notables aciertos y también con mis más patéticos
errores, con mi visión y también con mi ceguera en muchos aspectos,
con lo que sé y con todo lo que aún me falta por saber; prosigo a
la meta confiado, aferrado con todas mis fuerzas a su mano, a esa
diestra que me ha sostenido hasta el día de hoy y aún lo seguirá
haciendo por el resto de mi tránsito por esta tierra.
Muchos esperan que regrese del culto de la
iglesia “iluminado” como bajó Moisés después de su encuentro
con Dios en el Monte Sinaí. Pues bien, les tengo malas noticias: eso
no será así. Voy una y otra vez al Monte, voy una y otra vez a mi
culto porque lo necesito, no por lo bueno que soy.
Está
mi alma apegada a ti;
Tu
diestra me ha sostenido.
(Salmos
63:8 RV60)
Pero
la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el
pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado
reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia
para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
(Romanos
5:20-21 RV60)
No
que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo,
por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús.
(Filipenses
3:12 RV60)
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