Volar alto es para los pájaros
Por Luis Caccia Guerra para
www.mensajesdeanimo.com
El centro de nuestra ciudad se distingue por
unas cuantas características. Una de ellas es el frondoso arbolado
público y los canales que les proveen agua, que corren a ambos
costados de las calles.
La ciudad también se caracteriza por edificios
emblemáticos que tienen su propia e interesante historia. Uno de
ellos, el “Pasaje San Martín”, de gran riqueza arquitectónica y
artística, de varios pisos de altura y construido en 1926 como un
verdadero desafío en una época en la que nada hacía suponer que en
zona eminentemente sísmica, como lo es la ciudad de Mendoza,
Argentina, se podría construir un edificio de esas características.
Hoy en día, son unos cuantos los emprendimientos edilicios que lo
han superado ampliamente en altura.
Pero justamente esta conjunción entre
provisión de agua, exuberante arboleda y edificación, ha sido uno
de los determinantes de otra de las características de mi ciudad, y
es la “fauna urbana” entre la que se destaca la abundante
proliferación de palomas. Son tantas las palomitas que viven en la
ciudad, que en pleno centro y la peatonal del Km. 0, caminan junto a
ti en un día soleado o comen de las migajas que les tiran los niños
alrededor de las muchas mesas de restaurant mientras almuerzas.
Para técnicos y profesionales responsables de
la seguridad funcional de la ciudad, ya han dejado desde hace mucho
tiempo de ser “las simpáticas palomitas”. Hasta tal punto es el
problema que su excesiva proliferación ha causado, que la suciedad y
la carga que imprimen sobre algunos techos y aleros en muchos casos
los pone en riesgo de derrumbe.
Pero entre tanta población, también resulta
ser una imagen común encontrar muy temprano en la mañana algunas
que yacen en el piso para ya no volver a surcar los aires con sus
alas. El ciclo de la vida. Esta imagen y este ambiente hasta hace
algunos días, tan común y sin significado, es justamente lo que
movilizó la presente reflexión.
En muchas oportunidades me he sentido
inmensamente abatido y afligido por causa de algunos de “los que
vuelan alto”. Favorecidos por el entorno, crecen, se desarrollan a
su manera, llegan alto, muy alto. Los hay quienes sueñan con una
posición de poder y privilegio para procurar el bien común, para
ayudar a los demás, cosa que desde otra situación tal vez no
podrían concretar. Y eso está muy bien. Pero los hay quienes
“trepan” alto pisando sueños y cabezas. Y es que es justamente
en ese punto donde se conoce a las verdaderas personas que hay en su
interior. Dale altura y poder a un ser humano y podrás ver quién es
en realidad. Las palomitas en su hábitat son bellas. Sin orden ni
control pueden convertirse en un verdadero perjuicio. El entorno que
favorece su desarrollo y proliferación es exactamente el mismo.
Esto no es la pretensión de “un palo” para
ciertos sectores o personajes. No encuentro necesidad alguna ni me
corresponde ocuparme de ellos. Toda la intención desde lo profundo
del corazón, es ser un mensaje de ánimo destinado al oprimido, al
sufriente, a quien ha sido o actualmente lo es, objeto de dolor y
perjuicio por causa de malos liderazgos, arbitrariedades, injusticia,
desconsideración, descalificación, ingratitud. No importa el
ámbito; si transcurre en una nación, en el barrio, la familia, la
iglesia o tu lugar de trabajo o estudio.
En mis años de vida, estoy aprendiendo a
esperar en Dios. Qué bueno que nuestra pretendida “justicia” de
parte de Dios se tarda un poco (Salmos 86:15; 103:8; 145:8); de otro
modo quien esto escribe hubiera sido el primero en sucumbir. Con
paciencia, con fe, con certeza, con convicción y con oración, he
visto caer, derrumbarse en estrépito, lloros, gritos y lágrimas a
tanto “pajarraco” que creyó volar alto por encima de sus
semejantes y no se dio cuenta de que lo hacía con “alas
prestadas”. Un buen día, el dueño de las alas vino por ellas y
sus días de vuelo se terminaron. Como las palomitas muertas que a
veces encuentro muy temprano en la mañana. No puedo decir que me
causa placer, pero sí, una extraña sensación de expectativa,
mientras más “alto” lo veo volar y más daño hacer. Porque sé
que los veré caer. No será placentero, insisto; pero mientras más
alto los veas volar, más estrepitosa, en medio de quebranto, dolor y
lágrimas, será su caída.
Pero esto en realidad, es un doble mensaje. Es
también para nosotros, quienes hoy no ostentamos posiciones de
“altura” ni de poder y nos toca sufrir las vicisitudes de malas
administraciones. Debo confesar que me ha tocado estar desde ambos
lados de la vereda. Cuando tuve algo de poder en mis manos, hice
mucho daño. Tal vez sin saber, sin darme cuenta, con convicciones
equivocadas o porque en ese entonces era demasiado joven. Tal vez mal
enseñado, o lo que es peor, “mal aprendido”. Así también me
derrumbé. Y es que mientras más alto pretendes volar, más dolorosa
puede ser la caída.
Quienes nunca estuvieron en esas posiciones,
quien esto escribe tal vez un día tenga una nueva oportunidad; pero
entonces deberemos discernir que las alas con las que volamos no son
propias, son en realidad “alas prestadas”. No nos pertenecen, son
de Dios y no nos corresponde hacer con ellas lo que bien nos parezca
ni usarlas para nuestro propio beneficio, sino saber discernir y
administrar para la Gloria de Dios.
Ciertamente
ninguno de cuantos esperan en ti será confundido;
Serán
avergonzados los que se rebelan sin causa.
Muéstrame, oh Jehová, tus
caminos;
Enséñame
tus sendas. Encamíname
en tu verdad, y enséñame,
Porque
tú eres el Dios de mi salvación;
En
ti he esperado todo el día.
Acuérdate, oh Jehová, de
tus piedades y de tus misericordias,
Que
son perpetuas. De
los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes;
Conforme
a tu misericordia acuérdate de mí,
Por
tu bondad, oh Jehová.
(Salmos
25:3-7 RV60)
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