Enojados con Dios, pero… ¿con qué dios?
Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Hace unos años atrás a poco de habernos casado, pasamos por una de las más difíciles pruebas de nuestras vidas. Esperábamos un bebé, y un día ya no hubo más bebé que esperar. Tenía un trabajo que no prometía demasiado, pero la paga era puntual y era buena. Un súbito cambio en las finanzas del país obligó a todas las entidades bancarias y financieras a reestructurarse… ya no hubo más trabajo para mí. Un amado hermano en el Señor, muy cercano a la familia supo que disponíamos de algo de dinero, producto de la indemnización por el despido y aprovechó para proponernos “invertir” en su negocio. Un buen día cerró su negocio y se fue a vivir a otro lugar. Fuimos embaucados. Ya no hubo más dinero. Asistíamos con mi joven esposa a una pequeña iglesia, que tampoco prometía mucho, pero de la que nos sentíamos parte de ella y en la que, en alguna medida estábamos contenidos… Un penoso evento ajeno a nuestras vidas y circunstancias