Cómo es posible que nos comportemos como muchas veces lo hacemos?
Paul D. Tripp
Teología Sana
https://teologiasana.com/
Todos los derechos reservados-Publicado con permiso
Este artículo forma parte de la serie: «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp
Misericordia es lo que se nos ha dado y lo que hemos sido llamados a dar. Es mi compromiso sufrir contigo tal como Cristo sufrió por mí.
Tal vez
sea la contradicción moral más normal y frecuente en nuestras
vidas. Quizás es donde todos tropezamos. Tal vez nuestro fracaso
demuestra lo mucho que todavía necesitamos aquello que tan a
menudo fallamos en dar a los demás. ¿Cómo es posible que
nosotros, que hemos sido bendecidos con el amor eterno más
increíble, podamos ser tan faltos de amor con los que nos rodean?
¿Cómo es que fallamos en responder con misericordia a otros
cuando se nos ha dado misericordia que se renueva cada día? ¿Por
qué a menudo nuestra respuesta al pecado, debilidad y
fracaso es juzgar y condenar a otros en vez de ofrecer la misma
gracia que se nos ha dado? ¿Por qué somos tan impacientes cuando
la extensión de la paciencia de Dios hacia nosotros se erige
como uno de los milagros de la redención? ¿Por qué se nos
hace
tan difícil perdonar cuando nosotros hemos sido perdonados
por el precio del sufrimiento y la muerte de Jesús? ¿Por qué
podemos ver el sufrimiento con tan poca compasión cuando
nuestras vidas han sido rescatadas con la tierna compasión del
Salvador? ¿Por qué nos resistimos a servirnos unos a otros
cuando el Dios de todas las cosas estuvo dispuesto a venir y
servirnos hasta la muerte? ¿Cómo es que podemos ser tan infieles
y desleales frente a la fidelidad inalterable de nuestro
Padre celestial?¿Cómo podríamos alguna vez mentir y hacer daño a
nuestros semejantes cuando hemos sido bendecidos con la
verdad que nos ha hecho libres?
La respuesta a cada una de estas preguntas es la humildad.
No siempre respondemos a otros como el Salvador nos responde, porque no compartimos Su corazón. Nuestros corazones no siempre están siendo gobernados por lo que gobierna Su corazón. Nuestras vidas no son siempre motivadas por Sus motivaciones. No siempre encontramos gozo en lo que a Él le trae gozo.
Necesitamos la misma misericordia que dirige y
moldea Su vida. Nuestros corazones egoístas, aferrados a llevar
a cabo nuestros planes en vez de los de Él, quieren las riquezas
de la gracia para nosotros, pero no quieren hacer sacrificios de
gracia para otros. Podemos ver esto en el enojo egocéntrico de
un padre, en
la falta de perdón con el cónyuge, en las disputas
con los vecinos, en la división del cuerpo de Cristo o en la
infidelidad en diversas relaciones.
La guerra de los dos reinos se lleva a cabo en nuestros corazones y una de las primeras víctimas es la misericordia. Es triste, pero al negarnos a dar gracia a otros revelamos cuánta gracia necesitamos nosotros mismos. Nuestro fracaso en perdonar a otros demuestra cuánto necesitamos el perdón de Dios.
La debilidad de nuestro amor demuestra cuánto nuestra esperanza aún descansa en un Dios que nos ama incluso en nuestros peores momentos. La lucha de vivir el evangelio en nuestras relaciones con los demás demuestra cuánto necesitamos la riqueza del evangelio.
Y demuestra que aún no somos dignos del favor que Dios nos da cada día; el mismo que pecadores indignos como nosotros somos llamados a dar.
Para profundizar y ser alentado: Santiago 2:1-13
Tomado de «Nuevas Misericordias cada mañana» de Paul D. Tripp
*Paul Tripp es pastor, autor y conferencista internacional. Él es el presidente de Ministerios Paul Tripp y trabaja para conectar el poder transformador de Jesucristo con la vida cotidiana.
Comentarios
Publicar un comentario
Tu comentario nos interesa