Caer bien sin técnicas o actuaciones

Alex López
La Catapulta
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El que cae bien, cae bien, porque cae bien…

Caer bien es un regalo. Regalo para el que lo recibe y regalo de vuelta porque se es una persona genuina. Y las personas genuinas son confiables, no esconden motivaciones extrañas.

La persona genuina no aparenta, no cambia el tono de voz, no esconde. La persona genuina es libre de ser lo que es.

No debe importarnos lo que otros piensen de nosotros por ser, pero por ser genuinos delante de Dios y delante de los demás.

No importarnos lo que otros piensan, cuando vamos en contra de lo que Dios piensa, es una rudeza hacia el cielo y una rudeza hacia el suelo. Es no reflejar el corazón de Dios.

Y, jugar a la lucha libre con Dios, es perder antes de dar siquiera un paso. Dios es el Creador. Nadie lo creó. Existe porque es, y su palabra, es digan de fe y de obediencia.

No debe importarnos lo que otros piensan, cuando actuamos amando y obedeciendo a Dios. Si Dios dijo, hagan, en obediencia, no importa lo que otros piensen. Pero en otros casos, siempre, pensamos en los demás, porque Dios dijo: “Así que en todo traten ustedes a los demás, tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.”

Esforzarse por caer bien, utilizando técnicas divorciadas del corazón, es manipulación. Un fuerte abrazo que no se siente pero se da, ver a los ojos mientras el otro habla pero mientras se piensa en otra cosa, decir lo que el otro quiere escuchar adulando y cuanta técnica nos puedan enseñar, es actuar.

Pero se deja de actuar, cuando se hace de corazón y fluye naturalmente de alguien genuinamente interesado en el otro. Cuando la técnica queda al lado y lo que permanece, es el deseo de tratar al otro, como deseamos ser tratados, se es libre para vivir y amar.

Quien cae bien, cuando se es genuino, recibe confianza. Confianza para servir no para servirse.

¿Cómo caer bien? Acá le dejo un pasaje bíblico que marca el corazón. “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás.” La Biblia en Filipenses 2:3 y 4

Quien genuinamente trata los demás como superiores a sí mismo, caerá bien, honrará a Dios y será descrito como alguien genuino y de buen corazón. No porque sea bueno, sino porque en Dios, reflejamos lo bueno que él es y que su Palabra nos manda.

Caer bien comienza con la humildad. Con la humildad de ver y tratar a todos los demás, como superiores a nosotros mismos. Este carisma, no es técnica, es entrega. Una entrega genuina que marca el corazón de otros y nos impulsa para vivir y amar con libertad.

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