Lo que queda cuando ya no queda nada

Alex López
La Catapulta
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Lamentable la noticia. El 6 de agosto, un abogado mexicano, dueño de una inmobiliaria, decidió quitarse la vida. Todo, luego que grabara un video en el que aceptara su culpabilidad de sobre hipotecar las inversiones de sus clientes y no pudiera pagar, debido a la pandemia. ¿Qué queda cuando ya no queda nada?

¿Qué queda cuando pierde su trabajo?
¿Qué queda cuando pierde a su pareja?
¿Qué queda cuando pierde su matrimonio?
¿Qué queda cuando pierde su libertad?
¿Qué queda cuando pierde su reputación?
¿Qué queda cuando pierde la esperanza?
¿Qué queda cuando no puede hacer nada por sus acciones pasadas?

Todo lo que podamos tener es tan incierto. Las posesiones se pierden, el dinero desaparece, los trabajos cambian, la enfermedad llega, los seres queridos mueren…

Lo único que queda cuando ya no queda nada, es la fe. No fe en la fe. Sino fe en Dios, el Creador del Universo. Quien siempre ha sido y será. El principio y el fin. La fuente inagotable de amor.

Lo único que queda cuando ya no queda nada es el perdón de pecados y la esperanza de una vida eterna en Jesús. Un cielo y una tierra nueva en donde no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor.

Todo sufrimiento termina en el cielo. Hoy necesitamos la fe. Pero cuando estemos cara a cara con Dios, no la necesitaremos más. Cuando se ve, ya no se necesita la fe.

Hoy necesitamos la esperanza. La esperanza de una redención (pago por la libertad de un esclavo) completa de nuestros cuerpos terrenales, que se inclinan diariamente hacia el pecado. Pero, en el cielo, estaremos frente a frente a lo que la esperanza apuntaba. Libres completamente de este cuerpo que quiere pecar.

Hoy necesitamos el amor. Y sólo el amor, al contrario de la fe y la esperanza, es lo único que sí tendremos y permanecerá en el cielo. La fe, la esperanza y el amor sirven en esta tierra. Pero en el cielo, sólo el amor.

¿Qué queda cuando ya no queda nada? La fe, la esperanza y el amor en un Dios bondadoso. Corra a él en arrepentimiento, crea que Jesús ya pagó el precio por sus pecados y que en Jesús, nuestro nuevo y perfecto Adán, recibimos el perdón de pecados, nueva vida y vida eterna.

Podrá tenerlo todo, pero si no conoce el amor de Dios en su vida, no tendrá nada, aunque piense que lo tiene todo y de sobra. La luz que la luna refleja, en nada se compara con la del sol. Creer tenerlo todo sin conocer a Dios, es definir la vida verdadera como el reflejo de la luna.

Podrá no tener nada, pero si tiene a Dios, tendrá la esperanza en esta tierra y la esperanza eterna. Un mañana en donde reinará la justicia, Dios castigará y bendecirá y viviremos en eterna paz y adoración ante Dios. Tal vez podrá incluso morir solo y sufriendo, pero con la fe de un mañana mejor.

Cuando ya no queda nada, sólo queda Dios. Y, eso nos pasará a todos el día de nuestra muerte. No quedará nada, pero que quede Dios. Porque creímos en él, recibimos perdón, nueva vida y vivimos cada día para su gloria. Crea, pídale que lo alcance con su amor y corra a sus brazos de esperanza eterna…

“Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.” 1 Corintios 13:13 “¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y, aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.” 1 Pedro 1:3-9

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