EL MÉRITO Y LA GRACIA
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La cuestión del mérito y la gracia está en el corazón del debate histórico entre la teología romana católica y el protestantismo. La declaración principal de la Reforma fue sola gratia —la salvación es únicamente por la gracia de Dios. Los creyentes no traen ningún mérito propio delante del juicio de Dios, sino que descansan exclusivamente sobre la misericordia y la gracia de Dios.
La cuestión del mérito y la gracia
El mérito se define como aquello que se gana o se merece. La justicia requiere que el mérito sea otorgado allí donde es merecido. El mérito es algo que una persona merece por su actuación. Si no se recibe el mérito debido, se comete una injusticia.
La teología romana católica habla del mérito de tres maneras. Se refiere al mérito merecido, algo que es tan meritorio que impone la obligación de ser recompensado. También habla sobre un mérito congruente, en el que si bien no es tan elevado como el mérito merecido, la recompensa de Dios sería “congruente o apropiada”. El mérito congruente se logra al realizar buenas obras en conjunto con el sacramento de la penitencia.
Un tercer tipo de mérito es el mérito supererogatorio, que es el mérito que trasciende el llamado al deber. Es el mérito en exceso logrado por los santos. Este mérito es depositado en la tesorería del mérito de donde la iglesia puede retirarlo para suplir las cuentas de aquellos que carecen del mérito suficiente para progresar del purgatorio al cielo.
La teología protestante niega y “protesta” contra todos estos tipos de mérito, declarando que el único mérito que tenemos a nuestra disposición es el mérito de Cristo. El mérito de Cristo nos llega por medio de la gracia por la fe. La gracia es el favor inmerecido de Dios. Es una acción o disposición de Dios hacia nosotros. La gracia no es una sustancia que puede morar en nuestras almas. Crecemos en la gracia, no por una medida cuantitativa de alguna sustancia dentro nuestro, sino por la ayuda misericordiosa del Espíritu Santo que mora en nosotros, actuando en su gracia a favor nuestro y en nosotros. Los medios de la gracia de Dios que nos ayudan en la vida cristiana incluyen la Escritura, los sacramentos, la oración, la comunión, y las enseñanzas de la iglesia.
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