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Cómo me ves, Señor?

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Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Pocos días después de pasar por las aguas del bautismo, y a tan sólo dos meses de haber conocido a Jesús como Salvador, un día entré en la oficina del Pastor y le dije entusiastamente: -Pastor! Quiero ser Pastor! El hno. Santiago, hombre ya grande, pero de mucha experiencia en las lides espirituales, se respaldó en su sillón, puso serenamente su mano derecha sobre su escritorio y suavemente comenzó a decir: -Luisito… mi hermanito querido… Atendamos a que en ese entonces, Luisito sólo tenía dos meses en el camino del Señor, tan sólo diecinueve años de edad y aún muchos conflictos personales y familiares por enfrentar y resolver. En aquél entonces, con mucha prudencia y respeto por lo que le manifestaba en ese momento, el pastor me aconsejó esperar y estar atento a las señales e indicios que Dios fuera mostrando en mi vida. Han transcurrido treinta y cinco años desde aquella entrevista. Los ind

Alas rotas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocioaldiario.com No termina de asombrarme la frondosa imaginación con que los griegos tejían sus leyendas de dioses y personajes que han llegado hasta nuestros días. Pero como ya lo he dicho en otras oportunidades, es el laberinto de Cnossos en la isla de Creta, una de las que más fascinación me ha producido desde la primera vez que la leí cuando aún era un niñito y apenas había aprendido a leer y escribir. Y es que muchas veces, el laberinto viene a ser la representación que más se asemeja al escenario de mi propia vida. El famoso Laberinto, en la mitología griega, fue construido por el artesano Dédalo, un ciudadano ateniense desterrado a Creta, para mantener atrapado al Minotauro, un terrible monstruo devorador de hombres, mitad hombre, mitad toro al que se le ofrecían sacrificios humanos. Dice el relato mitológico que, finalmente, el propio Dédalo y su hijo Ícaro fueron a parar dentro del Laberinto y que lograron escapa

Dar en el blanco

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Durante mis primeros pasos en la fe, fui formado en una iglesia fundamentalista donde la polaridad “blanco-negro”, “bien-mal” estaba en gran manera exacerbada. Se trataba en realidad de más prejuicios que fundamentalismo, toda vez que entre luz y oscuridad siempre hay sombras; entre blanco y negro siempre hay zonas grises. En estos términos o eras un “iluminado” o vivías toda tu vida con la “luz apagada”. Bien; este último es justamente mi caso. Es más, toda nuestra propia vida es una zona gris hasta que conozcamos la Gloria venidera (Filipenses 1:6).   Debo decir que desde pequeñín viví con una honda (resortera, para los hermanos centroamericanos que nos leen) colgada del cuello. Francotirador de los 100 metros, difícilmente le escapaba al blanco. La resortera y mi inusitada puntería me inspiraban cierta sensación de seguridad, pero ponían distancia entre mi pequeño corazoncito de niño y Dios. Más tarde, al final

Ganar una vida

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Una monja de origen albanés, pasó varios años de su vida enseñando geografía en un convento exclusivo a jóvenes ricas de Calcuta. Un día, durante un   viaje en tren a los Himalaya, tuvo la certeza   del llamado del Señor de ir a ministrar a las castas más pobres y marginadas   de India. Esta joven de quien hablamos, es nada más ni nada menos quien hoy conocemos como Teresa de Calcuta; sí, la Madre Teresa de Calcuta. Con tan drástico cambio perdía toda una gran vida de comodidades,   tranquilidad y sosiego, con contactos e influencias poderosas. Literalmente estaba cambiando “una gran vida” por una mucho más austera, llena de necesidades y peligros. Sin embargo hoy, a unos pocos años de su muerte a quién le cabe la más mínima duda de que esa   fue “su gran vida” entregada en favor de los más necesitados, marginados, ignorados de este mundo; ocupándose de quienes nadie quería ocuparse. En este mismo sentido, un a

El Dios que nos ama

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Por Jésica Andrea para: www.larocaministerios.blogspot.com Cuán grande e infinito, es el amor de nuestro Señor. Muchas personas, que no son creyentes buscan una palabra o un mensaje de ánimo, de fuerza, esperanza que los ayude a seguir, a avanzar o quieren aprender más, escuchar y leer la palabra que nuestro Señor tiene para ellos y nosotros. Varias son las veces que me he preguntado qué significa el nombre de nuestro Dios, el Dios de todos y de todo. El domingo pasado estando en el culto de adoración, cantábamos una canción que en su estribillo decía Jehová Jireh, Jehová Nissi, Jehová Shalom, y siempre me gusta saber que palabras dice mi boca, por eso llegue a casa y me tomé un tiempo para buscar el significado de estas palabras. Jehová nuestro Dios, es llamado de distintas formas a lo largo de toda la vida desde que nos creó hasta ahora, es también conmemorado con diferentes nombres, pero todos estos representan lo que Él es. Dios significa: “existe” y