En una Navidad sin colores
Alex López
La Catapulta
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El rojo y el verde, son los colores asociados con la Navidad.
Pero no hay nada más triste, que tener estos colores en casa y vivirla en el corazón sin colores.
A pesar de la época y las decoraciones, nuestra Navidad se puede vestir de negro.
Póngale nombre a cualquier circunstancia difícil y rápidamente podemos tener una Navidad con emociones encontradas.
El Cardiólogo puede con las afecciones, pero no con las emociones. El Cardiólogo puede operar su corazón, pero no curar la afección del alma. Esto sólo se encuentra en Dios.
Todos necesitamos encontrar al Médico Divino, que penetra hasta lo más profundo del corazón y sana con su perdón. Sana para volver a sentir y ver a colores.
Este Médico Divino es Jesús. El único perfecto, el único justo, el único que nunca pecó. El es nuestra paz con Dios. Quien cubre la vergüenza, quita el miedo y da nueva vida.
Jesús vivió la vida santa que no podíamos vivir, para que por la fe en su sacrificio y al arrepentirnos de nuestros pecados, gratuitamente fuéramos declarados justos y las cargas fueran quitadas.
Sin importar cómo está viviendo esta época, en cualquier lugar en donde se encuentre, doble sus rodillas y entrará al cuarto de operaciones del mismo cielo.
En ese lugar, el paciente no puede hacer nada por sí mismo. El paciente sólo puede confiar en el que hizo todo en la cruz del Calvario.
Seguirá teniendo el mismo cuerpo, pero su interior será transformado. Las cargas por el pecado serán quitadas. Las heridas por las injusticias sanadas. Y, este Médico Divino enviará su Espíritu Santo a morar en usted. Quien lo empodera para vivir una nueva vida y compartir de él.
Nuestro Médico Divino no sólo sana, salva y da esperanza eterna. Provee familia entre todos los rotos de corazón a quienes ha operado. Y aunque siguen queriendo volver a comer las papas fritas del pecado, siempre está allí para ellos por si un día fallan y vuelven a él.
En Jesús encontramos un Padre celestial, una familia terrenal y una esperanza eterna. Venga a él. Y vaya a ellos. Su familia espiritual en cualquier parte del mundo, lo está esperando. Para que juntos se amen y apoyen en este mundo en el que tenemos aflicciones pero debemos confiar, porque Jesús ha vencido al mundo.
En una Navidad sin colores, que Jesús sea su todo en todo y le conceda el gozo de estar en él a pesar de cualquier situación, para ver a colores, el futuro de esperanza que nos espera. Dios y su familia espiritual, le sostengan y animen.
“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la
soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Se
extenderán su soberanía y su paz, y no tendrán fin. Gobernará sobre el
trono de David y sobre su reino,
para establecerlo y sostenerlo con
justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo
el celo del Señor Todopoderoso.” Isaías 9:6-7
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