Cómo orar en medio de oposición al evangelio y la iglesia

KEES VAN KRALINGEN
Coalición por el Evangelio
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Hechos 4: Una oración modelo para hacer frente a la persecución



Si las autoridades locales le dijeran a tu pastor que deje de predicar el evangelio, ¿cómo respondería tu congregación?

La pregunta no es hipotética para los cristianos de algunas regiones del mundo. En Afganistán, Corea del Norte, Somalia, Libia y Yemen, los creyentes se enfrentan a algunas de las persecuciones más extremas del mundo. En algunas zonas de China, India y Nigeria, los creyentes sufren acoso, amenazas y, a veces, violencia.

En otras partes del mundo, incluyendo los Países Bajos (donde vivo), los cristianos no se enfrentan a una persecución tan directa, pero todavía podemos soportar presiones significativas, ya sea una crítica injustificada o una ridiculización abierta.

¿Cómo debemos responder?

Las Escrituras nos dan un modelo en Hechos 4. El pasaje relata cómo los gobernantes locales y los líderes religiosos de Jerusalén ordenaron a Pedro y a Juan «no hablar ni enseñar en el nombre de Jesús» (Hch 4:18).

Pedro afirmó que los apóstoles no podían obedecer esta orden. Cuando él y Juan regresaron a los creyentes locales y contaron las amenazas de los dirigentes, la respuesta de los cristianos se convirtió en un modelo para los creyentes que se enfrentan a presiones hasta el día de hoy: confiaron en la soberanía de Dios en todas las cosas y creyeron en el poder de la oración en toda la circunstancia.

Orar al Dios soberano

Es notable que la primera respuesta de los cristianos ante las amenazas severas fue la oración, y su oración comenzó con alabanza. Comenzaron a recordar tres cosas sobre Dios: Él crea, habla y controla todas las cosas.

Luego, recordaron cómo Dios se revela: ha hablado por boca de Su siervo David (Hch 4:25). Consideraban la Escritura como Dios hablando a través de aquellos inspirados por Él mediante Su Espíritu Santo.

Ellos citaron el Salmo 2 y reconocieron que el salmo se estaba cumpliendo en ese momento. Pilato, Herodes, los romanos y el pueblo de Israel eran plenamente responsables de la crucifixión de Jesús. Pero en Hechos 4:28, su oración muestra que también reconocieron algo crucial sobre la forma en que Dios actúa: aunque muchos conspiraron para matar a Jesús, Dios había señalado que esto sucediera.

Aquí vemos a la Iglesia primitiva confesando tanto la responsabilidad humana como la soberanía de Dios, doctrinas que se enseñan en todas las Escrituras (p. ej. Gn 50:20Hch 13:46481 Ts 4:1-5). Creer en la soberanía de Dios no nos hace pasivos, sino que alimenta nuestras oraciones. Nos da una esperanza real al dirigir nuestras peticiones al Dios que tiene todo el poder en el cielo y en la tierra y que llevará a cabo todos Sus propósitos.

Orar al Dios que ve

Es solo después de una larga alabanza a Dios que los creyentes comenzaron a orar para que el Señor actuara. No comenzaron su primera petición pidiendo a Dios que juzgara a sus adversarios, sino «considera sus amenazas» (Hch 4:29).

No mucho antes, Juan y Jacobo se habían apresurado a pedir al Señor que enviara fuego del cielo sobre los que no querían recibir a Jesús, una petición que dio lugar a una severa reprimenda del Señor. En este pasaje de Hechos, no le pidieron al Señor que quitara las amenazas, sino solo que las viera. «Estas amenazas son asunto Tuyo, Señor, pero nosotros debemos seguir con la tarea de predicar».

Creer en la soberanía de Dios no nos hace pasivos, sino que alimenta nuestras oraciones

Oraron así por la soberanía de Dios. La amenaza es asunto de Dios, mientras que la predicación y la proclamación del evangelio es tarea de ellos. Pidieron al Señor que les concediera audacia para proclamar el evangelio, la Palabra de Dios.

También pidieron que Dios extendiera Su mano para sanar y confirmar la Palabra con señales y prodigios en el nombre de Su santo siervo Jesús. El énfasis no está en la acción o el poder humano, sino en esperar que el Señor haga lo que le plazca.

¿Oramos así? ¿O tendemos a saltar a nuestras listas de peticiones a Dios? Empecemos por reconocer quién es Dios, pongamos nuestras preocupaciones en Sus manos y luego pidamos Su gracia y ayuda para nuestras vidas y ministerios cristianos.

Resultados y ondas

¿Cuál es el resultado de la oración de Hechos 4? Tres cosas suceden: El lugar donde se reunían fue sacudido; Dios confirma que es realmente el Creador del cielo y la tierra. Fueron «llenos del Espíritu Santo». Como resultado, hablaron la Palabra de Dios con valentía (Hch 4:31). Dios incluso dio señales y prodigios para confirmar su predicación (Hch 5:12).

Al final del libro de los Hechos, vemos al apóstol Pablo siguiendo la pauta establecida en Hechos 4. Incluso bajo arresto domiciliario, Pablo estaba «predicando el reino de Dios y enseñando todo lo concerniente al Señor Jesucristo con toda libertad [valentía], sin estorbo» (Hch 28:31).

En la actualidad, continuamos con esta tarea. La gran necesidad del mundo sigue siendo escuchar las buenas noticias de Jesucristo a través de la predicación del evangelio. Más allá de las presiones o amenazas a las que nos enfrentemos, estos pasajes de Hechos nos dan esperanza para nosotros, nuestros hijos y nuestras iglesias.

Ya sea que estemos en los Países Bajos, Nigeria, Nueva York o Colombia, recordemos que esta tarea solo puede lograrse con el poder del Espíritu Santo. Que eso nos lleve a alabar a Dios y a orar a nuestro soberano Señor, que ve y actúa.


Publicado originalmente en The Gospel CoalitionTraducido por Equipo Coalición.


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