Cuando las cosas que no son nuestras, se ven como que fueran de uno

Alex López
La Catapulta
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Existe una manera simple de pensar, que puede transformar la empresa en la que trabajamos, entidades no lucrativas y de gobierno.

Esta semana recordé este pensamiento, cuando el Gerente General de una empresa, le hablaba a un equipo de unas 16 personas. Durante su plática agregó: “Cuando las cosas se ven como que fueran de uno, todo camina mejor”.

Precisamente lo mismo le enseñé a cada uno de los miembros de equipo que se unían, a los equipos que pude dirigir durante veinticinco años. Y, esto lo cambia todo. No sólo el sentido de propiedad y aceptar la responsabilidad de los resultados. Sino ver cada necesidad de compra, de inversión y de negociación como que todo fuera nuestro.

Cuando alguien me presentaba un proyecto de inversión de cualquier tipo le preguntaba ¿Qué harías si esto fuera tuyo? Y, ¿Qué harías si este fuera tu dinero?

Algunas veces los proyectos ya no se hacían, porque llegaban al convencimiento que no eran necesarios. En otras ocasiones, buscaban una manera de hacerlo utilizando otros recursos existentes sin gastar poco o nada. Y, en otras ocasiones, los proyectos bajaban considerablemente de costo, cuando comenzaban a pensar que el dinero que se iba a utilizar era suyo. Se ponían creativos y esto se lograba.

Donde trabaje, piense que lo que Dios le ha confiado administrar, es suyo y trátelo así. Y es que el libro de Colosenses nos recuerda que todo lo hacemos como para el Señor (antes de trabajar para un jefe, trabajamos para el jefe de jefes), todo lo hacemos en el nombre del Señor (representándolo a él) y todo lo hacemos de buena gana (con una actitud apasionada, no sólo cuando nos están viendo).

¿Qué pasaría en su empresa, entidad no lucrativa o gobierno si todos viéramos todo como que fuera nuestro?

El padre se llevó a su hija a robar. Mientras él entraba a robar, ella debía vigilar y avisarle si alguien venía. El padre entró y ella susurrando le dijo: papi, alguien te ve. El papá salió corriendo a esconderse. Después de repetirse lo mismo tres veces, el papá llegó molesto con su hija. Ya son tres veces que me decís que alguien me ve y no hay nadie. La niña, a quien su abuelita lleva a la iglesia desde pequeña le respondió: Papi, desde el cielo, siempre alguien te ve.

Que Dios vea el derecho, la justicia y la rectitud en todo lo que hacemos en donde trabajamos. Para que su nombre sea glorificado a través de nosotros y todo lugar donde un creyente trabaje, sea transformado para bien y sea productivo y de bien para otros, porque el temor y amor a Dios, le lleva a actuar con justicia siempre.

Porque donde estemos, aunque estemos solos, desde el cielo, alguien nos ve…

“Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos[a] que combaten contra la vida. 12 Mantengan entre los incrédulos[b] una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación.” 1 de Pedro 2:11 y 12.

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