El peor enemigo de un sueño

Alex López
La Catapulta
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Existen muchos enemigos de un sueño, pero este los limita por completo. ¿Cuál es este enemigo que destruye todos nuestros sueños? Me refiero al enemigo de la inactividad.

Jamás olvidaré esas metas de año de nuevo, no porque las haya cumplido. Al contrario, no cumplí ninguna. Es más, me recordé de ellas, hasta un día en que, limpiando mi billetera, allí estaban, impresas y plastificadas. Pero sólo fueron sueños, sueños que nunca llevé a la acción. Un enemigo las derrotó a todas. Un enemigo que nació en mí.

La inactividad es el asesino más importante de todos los sueños. Y la actividad sin planeación, generalmente una locura. Pues como dijo el Proverbista bíblico: “Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!” Proverbios 21:5

¿Qué sueños está matando la inactividad en su vida? Sí, es cierto. Detrás de la inactividad existen muchos factores. ¿Qué tal si piensa en los sueños por los que no ha trabajado en lo absoluto o ha dejado a medias? Pregúntese ¿Qué pensamientos y sentimientos existen detrás de mí inactividad?

Ya sea la pereza, la dejadez, el miedo, el desenfoque, el cansancio, la culpabilidad, la humillación, la tristeza, los fracasos, la vergüenza, el temor al fracaso, las palabras de una figura de autoridad que le dijeron que no podría… Cuántas cosas pueden llevarnos a la inactividad. Identifíquelas y desafíe los pensamientos incorrectos o subjetivos.

Si un pensamiento que lo limita es “Puedo fracasar…” es probable que en cierta medida tenga razón. Pero puede decirse: “Si fracaso, voy a aprender mis lecciones, voy a prepararme y a comenzar de nuevo en esto o en otra área”.

Si su emoción es la tristeza. Pregúntese por qué se siente triste. Escriba lo que siente y piensa. Muchas veces detrás de un sentimiento, lo que hay es un pensamiento que le da vida al sentimiento. A lo mejor está triste por un fracaso pasado, viva su luto, entierre el proyecto y resucite a un nuevo caminar con esperanza en Dios y en su mañana que tiene por delante.

La inactividad afecta todos nuestros sueños, incluso los espirituales. ¿Qué hay detrás que no lee la Biblia a diario, no ora, no se congrega, no es parte de un grupo pequeño, no escucha música que le edifica, no mantiene conversaciones que construyen, no comparte su fe? Por algo el apóstol Pablo nos dijo: “No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.” Santiago 1:22 En otras palabras, sean hacedores y no oidores.

Cuando escuchamos una prédica, no ha terminado el desafío de ese domingo, apenas si ha comenzado. Porque saber no salva. Los demonios también tienen fe y creen, pero están perdidos para siempre. Somos llamados a pasar del saber, al hacer. Y esto es un regalo, que recibimos cuando el Espíritu de Dios – el Espíritu Santo – nos convence de nuestros pecados, nos hace ver nuestra miseria y a Jesús como nuestra única y verdadera esperanza de salvación ante la ira de Dios.

¿Y qué debe activar en su vida hoy? Pequeña pregunta, de gran impacto para el que comience a respondérsela. Lea también: 7 errores que solemos cometer con las metas de Año Nuevo





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