Yo sé a quien he creído
Yo sé a quién he creído
Por : Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
Pero
id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de
vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.
(Marcos
16:7 RV60)
En este episodio descripto en Marcos cap. 16,
las tres mujeres que muy temprano en la mañana, el primer día de la
semana, habían ido al sepulcro donde se esperaba hallarían el
cuerpo de Jesús, en cambio y contra todo pronóstico; se encuentran
con un mensajero del Señor que les dice: “No os asustéis;
buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado,
no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron.”
Y acto seguido agrega que va delante hacia
Galilea, que allí le verían. Los discípulos reciben buenas
noticias de parte de Jesús, pero este recado tiene algo de personal
y particular especialmente para uno de ellos: Pedro.
El viejo pescador, bravucón, impulsivo,
incapaz de poner la cabeza en funcionamiento antes de poner la lengua
en movimiento. El que sin entender nada de lo que estaba pasando, le
dijo al Señor “no sólo lávame los pies, también las manos y
la cabeza” (Juan 13:9); el mismo que tuvo el privilegio de
caminar sobre las aguas con Jesús y luego a los gritos pedía
auxilio porque se hundía en medio de la tormenta (Mateo 14:28-31);
el que dijo: “si me fuese necesario morir contigo…”
luego lo traicionó y negó tres veces durante esa misma noche
(Marcos 14:31); el que cortó la oreja a un soldado la noche del
arresto de Jesús (Juan 18:10); el que antes había bajado iluminado
del monte de la transfiguración (Marcos 9:2-4); a quien Jesús le
dijo: “bienaventurado eres Pedro, porque no te lo reveló sangre
sin carne sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17);
y al mismo que esa misma jornada le tuvo que decir: “quítate
Satanás, me eres tropiezo” (Mateo 16:23).
Con semejante “currículum vitae”, ese día,
muy temprano en la mañana le llega un mensaje especialmente dirigido
a él… “díganle a los discípulos Y A PEDRO…” 100%
Gracia.
“Entre el fracaso inicial y la redacción
de su carta (I Pedro), Pedro fue usado por Dios como
catalítico en la formación de la iglesia primitiva. Pero una vez
que fue quebrantado y humillado, su liderazgo fue completamente
diferente a lo que hubiera sido sin su fracaso.” (Charles R.
Swindoll. El poder de la esperanza).
Esto le sirve de formidable aliento a un tipo
como yo. Cada vez que un año termina y el otro inmediatamente
comienza, es motivo de reflexión, de autoevaluación. Qué hice
bien, qué hice mal. Qué salió más o menos bien y qué estuvo más
o menos mal. ¡Y qué de las cosas que mejor ni hablar!!!
La vida de Pedro me llena de esperanza. Gracias
doy a Dios que nadie hizo nada por obviar, ignorar mi disimular
absolutamente nada de la vida de este hombre de Dios, toda vez que no
obstante no le llego ni a los talones de sus sandalias, no puedo
menos que sentirme profundamente identificado con su carácter, forma
de pensar, maneras de proceder. Hablar sin saber, impulsivo, mal
genio, exabruptos al mayoreo… pero el Señor pudo fijarse en mí y
tener planes para mí.
Hace ya más de 10 años, recuerdo que llegué
a una comunidad de los “Hermanos Libres” como se les denomina en
mi país (“Asambleas de Hermanos”, como se les conoce en la mayor
parte del mundo) creyendo que Dios ya había terminado conmigo y que
ya no quería saber más nada de mí, que ya no tenía más nada que
hacer en su Obra, que todo lo que toqué lo había arruinado.
Abatido, deprimido y triste, opté por seguir
el consejo de un amado amigo: sentarme en el último banco del
templo, abrir y leer mi Biblia, no entrometerme más en nada, no
intentar más nada por mi propia cuenta y de ahí en más, sólo
permanecer atento a lo que Dios hablara a mi corazón.
Hasta ese momento todo en mí había sido
renuncia y eludir el fuego rápidamente por la puerta de emergencia.
Sin saber cómo, sin poder darme cuenta de ello, en aquellos años
comenzó un proceso de demolición de todo aquello que no servía y
la reconstrucción de toda una vida. Una larga cadena de ciclos
creados por el Adversario se rompía en su Nombre y surgía un
destino de gloria trazado por el Señor. En el medio del desierto
pude presenciar la zarza ardiendo y discernir mi llamado al
ministerio. Una vez más, 100% Gracia.
Pedro ya no volvió a ser el mismo desde aquel
triste amanecer en el que derramó amargas lágrimas por la traición
a Jesús. Muchas veces he llorado las amargas lágrimas del fracaso,
del error, rumiando la culpa, amasando el dolor. Muchas son las
oportunidades en que he querido salir corriendo, renunciar a todo.
“Si hubiera renunciado, yo perdía.”
(Gustavo A. Nieva)
“Amigo, papito Dios utiliza los problemas
que enfrentamos para enseñarnos. Él usa el estrés y los reveses de
la vida para hacernos más fuertes.” (Brendaliz Avilés. Cómo
se te ocurre rendirte ahora).
Por
lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé
a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi
depósito para aquel día.
(2
Timoteo 1:12 RV60)
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