Rompepatitos
Rompepatitos
Por: Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
Días atrás, el pastor principal de la iglesia
en la que me congrego, recordaba en su mensaje desde el púlpito una
anécdota de su infancia. Aún siendo muy pequeño se le antojó
tomar un patito de yeso que el vecino de enfrente tenía en su
jardín. Torpeza de niñito chico, el patito resbaló de entre sus
manos y se rompió estrellándose en el suelo.
Tal fue el temor que le causó el fallido
episodio, que no tuvo mejor idea que ir a esconderse en un sitio de
su casa. Tan bueno resultó ser el escondite que permaneció allí
por varias horas. Salió de su guarida cuando escuchó a su madre
llorar desconsoladamente y supo que las lágrimas de mamá eran por
la desaparición de su pequeño hijito.
Hoy es un hombre de unos sesenta años. Sin
embargo, y a pesar de haber transcurrido poco más de medio siglo de
aquél evento ¡aún recuerda la paliza que recibió ese día! El
severo castigo no había sido por la rotura del patito del vecino;
sino por evadirse, por haber permanecido varias horas escondido sin
que sus angustiados padres supieran qué le había sucedido, temiendo
lo peor.
Esta anécdota de su vida, me dio tema de
reflexión. ¡Cuántos patitos habré roto a lo largo de mi vida y
aún sigo oculto!
Menos mal que mi familia siempre fue chiquita y
las casas en las que he habitado también lo han sido. Una pequeña
ventaja de tener una familia y una casa chica: ¡se sabe pronto quién
fue y dónde se encuentra!
Y
él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque
estaba desnudo; y me escondí.
(Génesis
3:10 RV60)
Es de notar que Adán no le dice a Dios tuve
“pudor”, “vergüenza” o cosas por el estilo, sensaciones que
hoy percibimos si nuestra desnudez física queda expuesta ante otras
personas. “Tuve miedo, porque estaba
desnudo” es lo que le dice Adán a Dios, cosa que resulta ser
bien distinta. Su alma es la que había quedado al descubierto al
tomar conocimiento del bien y del mal y a eso es a lo que más temía
Adán.
“Sabemos que los griegos, responsables de
algunas de las manifestaciones más bellas (…) del arte (…)
tenían mucha estima por el teatro. (…) Las obras se representaban
al aire libre, en grandes predios a los que concurrían muchísimos
espectadores, y todos los actores llevaban puesta una máscara que
amplificaba y distorsionaba sus voces a la vez que disimulaba sus
identidades. Esa máscara, ese disfraz, llevaba un nombre que venía
del latín y que etimológicamente significaba retumbar. Ese nombre
era «persona».
Es decir que hay en el origen mismo de la
palabra «persona» algo que remite al ocultamiento, a lo que no es,
a la actuación y al engaño.” (Gabriel Rolón- Palabras
cruzadas).
Es que hoy en día no somos muy distintos a
nuestro padre natural Adán: vivimos edificando murallas alrededor
del alma, cerrando puertas, simulando cosas, actuando apariencias,
para que la indiscreta mirada de los demás no pueda ver lo que hay
en ella. Nos atemoriza sobremanera abrir de par en par las puertas
del alma y que los demás puedan ver lo que hay adentro.
“Desnudar el alma no es cosa fácil.
Enfrentarse con uno mismo ¡es cosa verdaderamente de valientes!”
(Elizabeth Wright-Open Hearts Ministry Inc.)
y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
(Juan
8:32 RV60)
“Una vez expuesta a la luz, las cosas
escondidas en la oscuridad pierden su poder.” (Joyce Meyer- El
poder del perdón).
“La práctica de confesar nuestras faltas
unos a otros y recibir oración, es una poderosa herramienta para
ayudar a romper ataduras.” (Ibíd.)
En este sentido, ya olvidé cuántos patitos he
roto en mi vida y he permanecido, no por varias horas oculto, como la
anécdota con la que comenzamos.
¡AÑOS escondido huyendo del perdón de
Dios!
Toda vez que los golpes por ocultarme han sido
mucho más dolorosos que si tan sólo me hubiera presentado delante
de mi Padre, simplemente abandonado mi “caparazón protector” y
confesado mi pesar.
Y
la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y
si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que
seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
(Santiago
5:15-16 RV60)
Todos
los derechos reservados.
¿Ocultarnos de quien es nuestro dueño y Señor?... Misión Imposible. Por eso es mejor recordar que : "si confesamos nuestros pecados, Dios que es fiel y justo, nos los perdonará y limpiará de toda maldad (1 Juan 1:9)
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