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Si tienes un gran sueño, también tienes con qué concretarlo

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl,   el alma de Jonatán quedó ligada con la de David,   y lo amó Jonatán como a sí mismo. Y Saúl le tomó aquel día,   y no le dejó volver a casa de su padre. E hicieron pacto Jonatán y David,   porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba,   y se lo dio a David,   y otras ropas suyas,   hasta su espada,   su arco y su talabarte. (1 Samuel 18:1-4 RV60) Por esos designios de Dios, el alma de Jonatán, hijo del rey Saúl, había quedado ligada a la de David en una entrañable amistad. Al punto en que Jonatán amaba a David como a sí mismo. Tanto es así que se quitó el manto y se lo dio a David junto con su espada, arco y hasta el detalle del talabarte para que no le faltara donde llevar la espada. En mi país, algunas personas poseen pelotas, camisetas, libros, cosas usadas por famosos, o tan sólo fotos autografiadas por ellos. Y e

Cuando la debilidad resulta ser fortaleza

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Recuerdo hace unos años atrás, iba a visitar a una querida hermana de nuestra iglesia. No siempre la encontraba con el mismo estado de ánimo. En realidad todos somos así, no siempre nos encontramos con el mismo estado de ánimo. Podemos estar en un momento del día con alguna tristeza y tal vez en unas horas, nos encuentren algo más alegres y con alguna palabra de consuelo en el corazón. Pero en esta amada hermana, muy lejos de llegar a la bipolaridad, el contraste era algo más marcado que en el resto de las personas. Entonces cuando le preguntaba: –¿Cómo está mi hermana? Ella respondía en ese momento: -¡Ay! ¡Mal, mi hermano, me siento muy mal espiritualmente! Todos entendíamos lo que realidad quería decir, y era que se sentía triste o que su estado anímico no era justamente el mejor ni el más alegre. Esto, independientemente de lo que estuviese pasando en el plano espiritual con ella.   A menudo, los estados de

Ama las espinas o no aceptes las rosas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Hace unos años, para el aniversario de nuestra boda, llamé a una de las florerías más “top” de nuestra ciudad e hice enviarle a mi esposa un ramo de bellísimas rosas rojas. ¡No es necesario que abunde en los detalles de la sorpresa y la intensa emoción de mi esposa, cuando salió a atender al delivery que aguardaba en la puerta de casa con el enorme y fino arreglo floral! Durante unos cuantos días, el grato e intenso aroma de las rosas se hizo sentir en toda la casa. Sin embargo, cuando quise tomar una de ellas, mis dedos sangraron con dolor por causa de las espinas. “Aprende a amar las espinas o no aceptes rosas” es un antiguo dicho popular, y un conocido cantante de habla hispana lo incluyó en la letra de una de sus canciones. Significa entre otras cosas, que por más éxito que tengamos, por más hermosa que sea esa persona de la cual nos enamoramos, por excelente qu

Resultados del pasado

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Recuerdo que cuando era pequeño, mi madre tenía una gran habilidad para tejer con dos agujas. Pasaba mucho de su tiempo tejiendo y sus prendas no sólo resultaban abrigadas para los fríos inviernos de esta parte del planeta, sino también de gran belleza estética y prolijidad en sus terminaciones. A veces, como no podía comprar lana nueva, destejía alguna prenda que ya me quedaba chica para tejer una nueva con la lana así recuperada y reciclada. En alguna oportunidad me tocó ayudarle a desenredar y ovillar alguna complicada madeja de lana. Rara vez ocurría esto, pero a veces se equivocaba y cuando recién se daba cuenta de ello, era a la hora de unir dos partes de tejido terminado que no encajaban o no daban con la medida o forma adecuada. Debía ponerse, entonces, a destejer las porciones mal hechas y reanudar el tejido para hacerlo esta vez, bien. No podía terminar de armar una prenda con partes defectuosas. En ciert

Metí la pata

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “Metí la pata”, “metí la gamba”; es una expresión típica de mi país y no significa literalmente “metí la pata de la mesa en su lugar” o “introduje una pierna dentro de algo”. Lo que quiere decir es algo así como “me equivoqué”, “hice algo indebido”, “provoqué un perjuicio” o “no debí haberme comportado así”. Si algún lector   busca a alguien así, estoy disponible, esa es mi “especialidad”, soy experto. Parece que Pablo conocía bien este “oficio” “ Porque lo que hago,   no lo entiendo;   pues no hago lo que quiero,   sino lo que aborrezco,   eso hago.” (Romanos 7:15 RV60) Abraham tuvo temor de hombres y circunstancias e implícitamente cierta desconfianza en Dios cuando hizo pasar a Sara su esposa por su hermana en dos oportunidades, ante Faraón (Gén. 12:13) y más tarde ante Abimelec (Gen. 20:2). Elías se deprimió y quiso morir cuando Jezabel puso precio a su cabeza y creyó que ya todo estaba perdido (I Reye

Cuando el quebranto es una bendición

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Bien conocida es la historia de Samuel, el profeta que ungió a Saúl y luego a David como reyes de Israel. Es más, antes de ungir a David como rey de Israel, le dio la bendición de parte de Dios para la victoria contra Goliat, cuando ya todo, a los ojos de los hombres, estaba perdido (I Samuel cap. 17). Sin embargo, epopeyas bíblicas como la de David y Goliat nos “eclipsan” por decirlo de alguna manera, la atención sobre los orígenes de Samuel. Su madre, Ana, la primera y más amada de las dos esposas de Elcana de Ramá, le puso ese nombre en razón del milagro que Dios obró en ella cuando escuchó su angustiosa súplica y le dio ese hijo. Ana era estéril, lo cual en aquella época representaba una gran humillación. Lamentablemente, en la actualidad en ciertos nichos sociales, esto aún sigue siendo motivo de discriminación, aparteid, marginación y alguna clase de sutil hostigamiento para muchas mujeres en esa condición

Seré yo, Señor?

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Y mientras comían,   dijo:   De cierto os digo,   que uno de vosotros me va a entregar. Y entristecidos en gran manera,   comenzó cada uno de ellos a decirle:   ¿Soy yo,   Señor? (Mateo 26:21-22 RV60) Mientras comían la Pascua, Jesús hizo un insólito anuncio a sus amados discípulos: “uno de ustedes me va a entregar” les dijo. Difícil imaginarse la situación y el impacto. ¡Iban a celebrar la Pascua y su Maestro les viene con semejante anuncio! Entonces, cada uno de ellos, adolorido, apenado, pero por sobre todas las cosas, tocado en la fibra más íntima de su corazón comenzó a preguntar con sinceridad: “¿Soy yo,   Señor?” . Muchas veces la situación inmediatamente posterior con Judas, y los siguientes eventos eclipsan nuestra atención sobre este momento en particular. Y es que si tienes un corazón sincero delante de Dios, aunque te sientas muy firme en la fe y tus decisiones hayan sido drásticas y radicales r