Lides de la fe
Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Días atrás caminaba en dirección a “mi santuario” cuando ví una chica haciendo señas a un taxi. El conductor la vio y paró, pero se detuvo del lado del carril de enfrente. No podía cambiarse sin cometer una imprudencia o causar un incidente, dado el denso tránsito que hay en esa zona y a una hora pico. La chica sin prestar mínima atención, lo dejó pasar, no miró hacia enfrente ni hacia delante. Inmersa en sí misma, desconectada del exterior, abstraída en su propio mundito, no pudo ver al taxi detenerse ni al conductor esperándola. En cambio, bajó la mano y siguió caminando en su propia dirección buscando otro taxi, que a esa hora, por cierto, son muy escasos. Entonces pensé: “cuántos taxis me habrá enviado Dios para sacarme del pantano, para llevarme a destino y no tuve la visión para verlos detenerse y esperarme a tan sólo unos pocos metros de mí, por mi falta de visión, miopía espiritual, falta de atención ...