Lides de la fe
Por Luis Caccia Guerra para
www.devocionaldiario.com
Días atrás caminaba en dirección a “mi
santuario” cuando ví una chica haciendo señas a un taxi. El
conductor la vio y paró, pero se detuvo del lado del carril de
enfrente. No podía cambiarse sin cometer una imprudencia o causar
un incidente, dado el denso tránsito que hay en esa zona y a una
hora pico.
La chica sin prestar mínima atención, lo dejó
pasar, no miró hacia enfrente ni hacia delante. Inmersa en sí
misma, desconectada del exterior, abstraída en su propio mundito, no
pudo ver al taxi detenerse ni al conductor esperándola. En cambio,
bajó la mano y siguió caminando en su propia dirección buscando
otro taxi, que a esa hora, por cierto, son muy escasos.
Entonces pensé: “cuántos taxis me habrá
enviado Dios para sacarme del pantano, para llevarme a destino y no
tuve la visión para verlos detenerse y esperarme a tan sólo unos
pocos metros de mí, por mi falta de visión, miopía espiritual,
falta de atención sumido en mis propios pensamientos, amasando el
dolor, sumido en el ojo de mi propia tormenta y ocupado lamentándome
de haber tenido tan malas cartas para jugarle esta partida a la
vida”.
Y es que la fe requiere ejercicio. EJERCICIO y
ENTRENAMIENTO. Tal es así que a mis 35 años desde aquel glorioso
día de octubre de 1980 en que conocí a Jesús como Salvador, aún
me cuesta distinguir un salto al vacío irresponsable, de un
verdadero Acto de Fe.
El saltador de vallas no corre una carrera con
obstáculos si antes no aprendió a correr. No corre si antes no
aprendió a caminar. No camina si antes no aprendió de bebé a
“gatear” entrenando la coordinación de sus pequeños y frágiles
bracitos y piernitas.
Alguien sabiamente dijo: “Trae un dedal y
Dios lo llenará. Trae un vaso y Dios lo llenará. Trae un balde, y
Dios lo llenará. ¡Trae un barril y Dios lo llenará!” Y en el
mismo sentido te digo y me digo a mí mismo: Trae una cisterna y Dios
la llenará! La diferencia estriba en quien puede traer el dedal, el
vaso, quien puede traer el barril y quién se las arreglará para
traer la cisterna. ¿O crees que es cosa fácil y sencilla
transportar una cisterna?
No se juegan las grandes lides de la fe sin
entrenamiento. Y esto lo estoy escribiendo mientras pienso en cuánto
dinero tengo que dar de seña a riesgo de perderlo, para nuestra
casa, cuando nadie me quiere dar en este país el crédito que
necesito para comprarla, muy a pesar de mis años de responsable
comportamiento con las finanzas y la confianza generada.
Esto lo escribo también, cuando mi hija llora
porque nuestro fox terrier (el perrito de “Polo Sport”,
“Ontrolongo”, “El cepillo de dientes”, “Compañero”),
fuente de inspiración, causante de alegrías y enojos, pero
fundamentalmente parte de nuestras vidas durante los últimos once
años, está sufriendo los embates y achaques de su ancianidad al
final de su vida (los que saben de las propiedades terapéuticas de
la relación con los animales van a entender de qué hablo).
Hoy he derribado una vez más los altares
edificados a Baal en el equipo desde el cual escribo. Hoy me postro
delante de tu presencia, Señor, para que hagas con tu siervo lo que
bien te parezca.
porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
(2
Corintios 10:4-5 RV60)
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