La fe es mucho más que reglas
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La fe es mucho más que reglas. Es amor, a pesar de haber quebrantado las reglas.
La fe es mucho más que reglas. Es perdón, cuando merecíamos condenación.
La fe es mucho más que reglas. Es gracia, cuando merecíamos vivir en la desgracia.
La fe es mucho más que reglas. Es oportunidad, cuando merecíamos ser cortados de una.
Para la mayoría de no creyentes, ser cristiano es conocer y guardar las reglas. Pero es mucho más que eso y visto, desde otra perspectiva más allá del temor de quebrantarlas.
Las reglas o mandamientos son importantes porque nos demuestran el corazón de Dios para la humanidad. No robarás, no cometerás adulterio, no dirás falso testimonio, no codiciarás, en fin… todos los mandamientos nos hablan del corazón de Dios por proteger a la humanidad de la humanidad.
Pero ser creyente no es aquel que guarda las reglas por sus fuerzas. Es el que ha comprendido que ha quebrantado muchas y necesita ser cortado y desechado de la presencia de Dios.
Ser creyentes es reconocer que hemos quebrantado sus mandamientos, merecemos un castigo eterno y que nada podemos hacer por ponernos a cuentas con Dios.
Ser creyentes es reconocer que no podemos limpiarnos de nuestro pecado, como nos limpiamos de las bacterias cuando aplicamos alcohol a nuestras manos. Todas nuestras soluciones humanas son inútiles.
Los mandamientos nos hablan del corazón y la voluntad de Dios. Y, Jesús, nos habla del amor de Dios para la humanidad que ha quebrantado sus mandamientos.
Sólo uno nunca pecó, Jesús. El justo tomó el lugar de nosotros los injustos en la cruz. Su muerte, es nuestra vida. Su condena, nuestra libertad y perdón. Su resurrección, nuestra promesa de vida eterna. En él lo viejo pasa y todo es hecho de nuevo.
El único que nunca pecó, voluntariamente murió en la cruz para aplacar la ira santa de Dios. ¿Guardamos los mandamientos? Sí, somos llamados a guardarlos. Pero jamás podremos guardarlos todos, ni todo el tiempo.
Esto no nos lleva a abusar de su gracia y perdón en Jesús. Nos lleva a dimensionar nuestra incapacidad de salvarnos, a dimensionar su perdón y siendo aceptos y amados a pesar de que éramos pecadores, nos da seguridad eterna.
Sabemos que en Jesús estamos seguros. Sabemos que, si pecamos, intercesor o abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo el justo. Sabemos que fuimos amados a pesar de haber sido pecadores, pues Dios envió a su Hijo por amor, aun cuando toda la humanidad era pecadora.
Guardar las reglas o mandamientos no nos hace creyentes. Nos hace creyentes el reconocer todas las que hemos quebrantado y correr a Jesús como el único camino y reconciliación al Padre. Perdón que, al dimensionar su inmensidad, nos lleva a buscar amarlo, honrarlo y servirlo siempre.
¿Ha quebrantado las reglas y mandamientos de Dios? Bienvenido. Llena los requisitos para pedir su perdón. Arrepiéntase de sus pecados, crea en Jesús como su Señor y Salvador y viva para amarlo y conocerlo diariamente al estudiar la Biblia, las Sagradas Escrituras. Y todo esto, bajo el amor y apoyo comunitario de una familia que Dios le da en Jesús. Sus hermanos en Cristo.
«Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.» La Biblia en Romanos 5:8
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