TODO PARA SU GLORIA - Incluso mi forma de vestir

Por: Diego Brizzio
Publicado con permiso.




Todo para su gloria
[Incluso mi forma de vestir o arreglo personal]
Leamos 1 Timoteo 2.8-10: “Quiero pues que los varones oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo, que las mujeres se atavíen con ropa decorosa, con pudor y decencia, no con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni ropa costosa; sino lo que es propio de mujeres que profesan adorar a Dios, con buenas obras” (1 Ti 2.8-10). Pablo está corrigiendo algunas actitudes y conductas feas que los cristianos de Éfeso tenían cuando se reunían para dar culto a Dios. Tiene que corregir a los varones de una cosa, y a las mujeres de otra. A los varones los corrige en cuanto a la ira y la contienda. Parece que había varios varones que competían, discutían y peleaban en cuanto a la doctrina. Y Pablo les dice algo así como: “—Ya basta de querer ser los machos alfa de la doctrina, de querer imponerse sobre los demás. Purifíquense de eso, porque eso impide la adoración al Señor”. Y a las mujeres las corrige en cuanto a la forma de vestir o el arreglo personal. Parece que había varias mujeres que se arreglaban de tal modo que parecían estar gritando: “—¡Varones, mírenme, mírenme! Quiero gustarles, atraerlos, seducirlos…” Eran mujeres que se arreglaban a propósito para provocar o estimular a los hombres. Por eso, Pablo les dice a esas mujeres: “—Ya basta de querer que los varones las miren y las deseen. Purifíquense de eso, porque así no adoran al Señor ni ustedes ni ellos”.
Nosotros ahora vamos a estudiar solamente los versos 8 al 10. Aunque originalmente se dirigen en particular a las mujeres, nosotros los vamos a aplicar a todos. Vamos a ver algunas verdades relativas a la forma de vestir y el arreglo personal de los cristianos en general, para que glorifiquemos a Dios.
I.          Veamos primero la frase “Que las mujeres se atavíen”, [se arreglen, se embellezcan]. Esta frase muestra que Está bien que nos arreglemos. Pablo no manda a los cristianos andar desaliñados o mal presentados, sino que les recomienda ataviarse, arreglarse, embellecerse, prepararse, ponerse lindos, cuidar su estética. Así que, está bien pasar un ratito delante del espejo, ocupándonos de lo exterior. Está bien que nos arreglemos.
II.         Luego dice: “Con pudor y decencia”. Eso quiere decir que Debemos arreglarnos guiados por el pudor y la decencia. Cuando compramos, o elegimos, o nos ponemos prendas para arreglarnos y salir de casa, debemos estar guiados o gobernados por esas actitudes. ¿Y qué es el pudor y la decencia? Son el sentido de respeto o reverencia que tenemos hacia el aspecto sexual de nuestro cuerpo, hacia esas partes que naturalmente pueden despertar el deseo sexual de otra persona. Pues bien, el pudor y la decencia son lo que nos hace cuidar esas partes como privadas o íntimas, lo que nos mueve a no compartirlas, ni ofrecerlas, ni exponerlas a los sentidos y al conocimiento público; a resguardarlas de toda invasión, entrada o posesión ajena. El pudor y la decencia son lo que nos frena de poner esas partes del cuerpo a la vista de otros, y al alcance de su toque o de su roce. Así que, hermanos cuando vemos una prenda en la vidriera, o la sacamos de nuestro ropero, o nos la ponemos delante del espejo, y tenemos que elegir, debemos estar guiados o gobernados por ese respeto a nuestras partes íntimas. Algunas anotaciones:
Evaluemos las prendas y los arreglos. Preguntémonos: “¿Es esta prenda demasiado TAC (Transparente, Apretada, Corta)? ¿Muestra, marca o sugiere mucho esta parte íntima de mi cuerpo? ¿Los otros tendrán acceso visual a mis detalles anatómicos privados?” Tenemos que preguntarnos esto, y tenemos que respondernos honestamente. Si la respuesta honesta es “sí”, no la elijamos, no la compremos, no nos la pongamos.
No pensemos: “Yo me arreglo así por comodidad, no para provocar”. Me arreglo así simplemente porque yo me veo a mí mismo lindo, o a mí misma linda, no para que otros me miren. Todo lo contrario; no me gusta que me deseen. Bueno, yo entiendo tu necesidad de verte lindo o linda, pero uno tiene que evitar también los efectos no deseados. Si vos sabés que así vas a despertar cosas que no buscás, aunque te guste no lo elijas. El próximo está muy relacionado:
No pensemos: “—Bueno, que no miren”. Bueno, es verdad que el que mira y desea sexualmente está haciendo algo malo; pero el que muestra también tiene cierta responsabilidad. Para ir al centro, ¿te pondrías a propósito billetes de mil pesos asomados por el bolsillo del pantalón o por el cierre de la cartera? … No. ¿Por qué? … Porque sabés que hay ladrones, gente mala, que podría robártelos. Y si ponés ahí la plata estarías haciendo algo imprudente, incitando a algún ladrón. Por supuesto, nadie debería robarte jamás. Es un delito. Pero nosotros no nos quedamos con esa verdad. Como sabemos que hay gente mala y ladrones, somos sensatos y guardamos el dinero de la vista y del alcance de otros. Bueno, lo mismo es con nuestras partes íntimas. Nadie debería mirarnos, y desearnos ni tocarnos. Jamás. Pero nosotros no debemos quedarnos con esa verdad. Debemos ser sensatos, tener pudor, y cubrirlas bien.
No pensemos: “—Debo aprovechar que soy joven y tengo atractivo”. “Voy a mostrar y disfrutar”. El Señor no piensa que vos debas disfrutar mostrando. Es disfrutar con poca sensatez. Padres y madres, ustedes también, mucho ojo. No animen a sus hijos a usar ropa corta, apretada o transparente, simplemente porque son jóvenes y bonitos. Protéjanlos. Instrúyanlos en el pudor y la decencia.
No pensemos: “Esto solo vale para la iglesia”, pero para otras ocasiones o ambientes no”. Para otras ocasiones y ambientes el cristiano también debería arreglarse o vestirse guiado por el pudor y la modestia. Obviamente, debería usar el tipo de ropa apropiado para allí, pero siempre con pudor y decencia. Si va a una fiesta, que elija ropa de fiesta guiado con pudor: hay muchos vestidos muy atractivos y bellos, que no tienen nada que ver con minifaldas; hay escotes lindos sin ser exagerados; hay partes de arriba que son lindas y no muestran la panza o la espalda. Si va al club, que elija ropa deportiva, pero guiado por el pudor, que no marque cada detalle íntimo de la anatomía. Si va a la pileta o a la playa, que elija ropa de baño, pero que cubra las partes íntimas, y no al revés. Eso no es elegir con pudor.
Quiero felicitar a todos los varones y todas las mujeres que, según veo, visten guiados por el pudor en todos los ambientes. Yo sé que luchan con corrientes y modas muy poderosas y omnipresentes, y aun así vencen. Felicitaciones. Por otro lado, quiero llamar la atención a los varones y a las mujeres que muestran bastante de sus partes íntimas. Creo que no están eligiendo con la guía del pudor y la decencia.
Por último, quiero decir algo a los casados: en el matrimonio hay que aprender a dejar de lado el pudor. Allí sí hay que mostrar y disfrutar con libertad. Ejercitémonos y esforcémonos para conquistar y estimular cariñosamente a nuestro cónyuge, sugiriendo, mostrando, allí sí, con toda la ropa corta, apretada y transparente que quiera.
III.        Otra frase dice: “Con ropa decorosa… lo que es propio de mujeres que profesan adorar a Dios”. Lo que quiere decir es que Las personas que adoran a Dios se arreglan con pudor. No digo que todos los que se visten con pudor adoran a Dios; digo que todos los que adoran a Dios genuinamente se visten con pudor, porque al estar satisfechos en su alma, no necesitan llamar la atención. Así es. Cuando buscamos a Dios de corazón, y lo contemplamos por la fe, y nos llenamos de deleite y admiración, nos sentimos completamente satisfechos en nuestro interior. Cuando por la fe percibimos que Dios con nosotros es amoroso, bondadoso, tierno, atento, protector, cercano e íntimo, nos sentimos plenamente así: amados, atendidos, protegidos, abrazados… ¡plenamente satisfechos! Pues bien, esa satisfacción interior, espiritual, profunda, hace que ya no sintamos necesidad de arreglarnos provocativamente, con prendas que parecen gritar: “—¡Miren, miren qué fuerte que estoy!” No, ya no necesitamos arreglarnos así, porque nuestra alma ya está saciada y rebosante en Dios. Así damos al mundo otra señal de que Dios transforma nuestro modo de vivir desde adentro, satisfaciendo el corazón. Así glorificamos a Dios. Hermanos, las personas que adoran a Dios se arreglan con pudor.
Y por ende, lo contrario también es cierto: las personas que se visten provocativamente, que quieren mostrar o hacer notar sus partes, reflejan que no adoran a Dios. Reflejan un importante vacío interior, una necesidad de atención, intimidad y amor que Dios todavía no ha satisfecho. Queridos, le hablo al chico o a la chica, al varón o a la mujer que siente una necesidad de llamar la atención o de provocar, sugiriendo o mostrando sus partes íntimas: corregite, pero no te corrijas simplemente porque en tu iglesia “te lo dicen”, sino desde la satisfacción en Dios. Nunca digas que en esta iglesia te obligan a vestir bien; decí que en esta iglesia te enseñan a vivir con el corazón satisfecho en Dios. Así lo vas a glorificar.
IV.       Ahora veamos la frase “con buenas obras”. Y también leamos 1 Pedro 3.3-4: “No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados… las joyas… la ropa… En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios”. Y proverbios 31.30: “El encanto es engañoso, y la belleza [exterior] no perdura, pero la mujer que teme al Señor será sumamente alabada”. Aquí aprendemos que vale mucho más el carácter que el aspecto físico. Ya hemos dicho que la Biblia no prohíbe que arreglemos nuestro aspecto físico; al contrario, nos anima a eso. Sin embargo, estos pasajes dicen que ese arreglo o embellecimiento vale mucho menos que el embellecimiento interior, o del carácter. ¿Por qué? (1) Porque el aspecto físico se desvanece. Se desvanece con las horas, y se desvanece con los años. En la noche estamos bien peinados y vestidos, y por la mañana al levantarnos se desvaneció. Hasta la media vida estamos bastante bonitos, pero pasando la media vida, lo bonito se va desvaneciendo. El aspecto físico se desvanece. En cambio, el buen carácter, si lo logramos, tiende a permanecer hasta que somos viejos. (2) Porque el carácter es útil para más asuntos trascendentes. Es útil para relacionarnos bien con nuestro compañero de vida o cónyuge, para formar a nuestros hijos, para impactar a la familia y a otras personas, para trabajar y negociar bien, para la vida civil como ciudadano, para tomar buenas decisiones en la vida, para dar testimonio de Cristo, incluso para transformar naciones… La belleza de carácter es útil para más asuntos trascendentes. La belleza exterior también puede servir para asuntos trascendentes, pero no para tantos: para encontrar pareja, para agradarle estéticamente, para caer bien a la gente en primera instancia… La reina Ester combinó ambos aspectos: el carácter con su belleza, y salvó a miles de personas. Es un caso. Pero lo interior sirve para más.
Por tanto, queridos hermanos y amigos, debemos pensar y trabajar mucho menos en la ropa, en las combinaciones, en los accesorios, en el peinado, en el calzado… y mucho más en nuestra forma de pensar, en nuestros valores y principios morales, en nuestras reacciones emocionales habituales, en el objeto de nuestros deseos y ambiciones, en la forma de tratar a los demás, en la responsabilidad, etc. Aparte, si sos soltero-soltera, viudo-viuda, y estás buscando cónyuge, te recomiendo: no te fijes solamente en lo externo. Podés quedarte con alguien que sea muy agradable a la vista, pero muy desagradable para el trato y la vida: vacío, complicado, malo, violento, vago, controlador, etc., y con el tiempo eso se hace insoportable. Así que fíjate en lo de afuera y en lo de adentro.

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