ESTAS CONMIGO
Por: Luis Caccia Guerra
Originalmente escrito para www.devocionaldiario.com
Publicado en este medio con permiso.
Para www.devocionaldiario.com
Originalmente escrito para www.devocionaldiario.com
Publicado en este medio con permiso.
“Yo sé que mi Redentor vive”
(Job 19:25 RV60)
“En el norte de Escocia, las ovejas se
descarrían hacia las rocas, hasta llegar a lugares de donde no pueden
volver. La hierba de estos lugares es muy dulce y a las ovejas les
gusta, de modo que saltan tres o cuatro metros, y cuando no pueden
regresar, el pastor las escucha balando y en peligro. Pueden estar allí
durante días, hasta que se comen toda la hierba. El pastor espera hasta
que están tan débiles que no pueden permanecer de pie y entonces ata una
soga alrededor de él y se lanza a rescatarlas de las garras de la
muerte” (D.L.Moody).
Parece cruel de parte del pastor. ¿Por
qué no baja a buscarlas tan pronto descubre que están atrapadas al borde
de la muerte? Pero tiene su razón de ser. Si el pastor bajara
inmediatamente a rescatarlas, las ovejas son tan tontas que al verlo
llegar, tratarían de escaparse, caerían por el precipicio y se matarían.
En cambio, cuando están tan débiles que ya no pueden moverse, no les
queda más opción que entregarse a su pastor y permitir que sea él, quien
las saque del valle de las sombras de la muerte.
A veces, cuando nos hallamos en
situaciones límite, Dios parece tardarse siglos en intervenir. Pero lo
cierto es que se trata nada más ni nada menos que de Dios, no de un
súper-héroe de comics que aparece inmediatamente, volando con su capa
ondeando al viento al rescate de alguien que se encuentra en situación
de peligro. Mi héroe no vistió una capa, mi héroe cargó con una cruz.
Cuando los amigos se han ido y los que
quedan hacen más daño que los que se fueron, como es el caso de los
amigos de Job; cuando el frío de la soledad y el puñal de la
indiferencia hacen estragos; cuando el callejón sin salida de una vida
rota nos muestra con claridad que ya no hay más hacia dónde ir; cuando
estamos tan débiles en nuestras propias fuerzas que ya no podemos seguir
tratando de salvarnos a nosotros mismos, cuando el quebrantamiento es
total; es cuando no queda otra opción que la rendición incondicional, la
entrega sin más ni más, el manso abandono de los despojos de lo que una
vez fue nuestra vida, en las dulces manos del Salvador, en las dulces y
seguras manos de aquél que dijo: “yo soy el buen pastor, y el buen
pastor su vida da por las ovejas…” (Juan 10:11).
Hoy entiendo que nada hice para que me
amaras así y me buscaras. Hoy entiendo que nada puedo hacer para que me
ames más de lo que ya me amas… Hoy entiendo que nada pude haber hecho
por terrible que sea, para que me ames menos de lo que me amas.
No fue suerte, FUISTE TÚ. Siempre estuviste, siempre estarás.
ESTÁS CONMIGO.
…he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
(Mateo 28:20 RV60)
Escrito por Luis Caccia GuerraPara www.devocionaldiario.com
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