El ABC de la tarea misionera
El ABC de la tarea misionera
Mensaje compartido por el Pastor Diego Brizzio el 04/12/2016
IGLESIA CRISTIANA EVANGELICA “SIGUEME”
España 155 – Godoy Cruz – Mendoza –
Argentina
Desconocer
el ABC de algunas tareas puede ser muy malo… Nosotros, como iglesia
que ha sido llamada a hacer la tarea misionera, no podemos
desconocer…
El ABC de la tarea misionera
Es muy importante que lo conozcamos. Con “tarea misionera”, en esta ocasión, queremos decir la tarea de evangelizar más allá de nuestro entorno cercano. Leamos Ro 15.18-26… Aquí pablo descubre al menos 4 cosas del ABC de la tarea misionera. Veamos:
- Quién la hace
Dice:
“Lo
que Cristo ha hecho por medio de mí para que los no judíos lleguen
a obedecer a Dios” (18). ¿Quién
hace la tarea misionera? … Cristo.
Pablo tenía bien claro que, en realidad, el que hace la tarea
misionera es Dios mismo. Por leer sólo unos pocos textos: “Bernabé
y Pablo les contaron las señales y prodigios que Dios
había hecho por medio de ellos
entre los gentiles” (Hch 15.4, 12). “Pablo
les relató detalladamente lo que Dios había hecho entre los
gentiles por medio de su ministerio” (Hch 21.19). Así que, en
cuanto a la tarea misionera, no
es la iglesia, no es el misionero, no es una agencia quien inicia,
guía y concluye todo. Es
Dios mismo. Él es quien llama, quien moviliza,
envía, guía, da poder, convierte, santifica… Por un lado, esto
nos mantiene humildes, y por el otro nos entusiasma; porque todo
viene de Dios, y está en manos de Dios.
Ahora
bien, ¿y el
misionero?
Pablo dice: “Lo que Cristo ha hecho por
medio de mí”.
¿Qué es Pablo en la tarea misionera? … Es un medio, un
instrumento. Jesús mismo dijo del apóstol Pablo: “Ese hombre es
mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre” (Hch 9.15).
Jesús es quien hace conocer su propio nombre, su propia persona
gloriosa, pero en esa su tarea, él escoge y usa a los misioneros
como instrumentos suyos. Así que, debemos vivir una vida pura y
santa, por si acaso él quiere usarnos en la tarea misionera; y
también debemos estar siempre disponibles para él. Cuando él
pregunte: “¿A quién enviaré?”, debemos responderle como
Isaías: “Aquí estoy. ¡Envíame a mí!” Debemos ser como
instrumentos de cirujano: debemos estar siempre puros y disponibles.
Pero
todavía hay alguien más que hace la tarea misionera. ¿Quién es? …
Fíjense lo que Pablo les dice a la iglesia de Roma: “Luego de
disfrutar de la compañía de ustedes por un breve tiempo, podrán
ayudarme con lo necesario para mi viaje”
a España (24). ¿Quién más hace la tarea misionera? ¡La
iglesia,
el resto de los creyentes, los demás cristianos! Cuando Dios llama a
algún creyente para que sea instrumento de evangelización, también
se lo comunica a la iglesia y usa a la iglesia, para que apoye y
ayude a ese creyente en todo sentido: espiritualmente, moralmente,
logísticamente, económicamente… Así que, si Dios llama a uno,
dos, tres de nosotros para la tarea misionera, también nos lo
comunicará a nosotros, a la iglesia; y cuando lo haga, tengamos por
seguro que debemos apoyar y ayudar: “Yo estoy con vos”, deberemos
decirle; “Yo voy a ofrendar responsablemente para vos”, le
diremos. “Yo me mantendré comunicado con vos”. Sí, aunque la
iglesia no salga, ella también hace la tarea misionera, y una parte
muy importante.
Así
que, ¿quién hace la tare misionera? Dios, el misionero y la
iglesia.
- Para qué la hace
¿Cuál
es el propósito o el objetivo de la tarea misionera? Dice el texto
que hemos leído: “Para
que los gentiles lleguen a obedecer a Dios” (18).
Ese es el objetivo: que los gentiles lleguen a obedecer
a Dios.
Pero tengamos cuidado. Para el apóstol Pablo, la frase “obedecer a
Dios” no significa meramente cumplir un código de leyes divinas.
No. Si leemos este capítulo 15 completo, nos vamos a dar cuenta de
que, para Pablo, la frase “lleguen a obedecer a Dios” significa
toda
la experiencia cristiana.
Leamos por ejemplo, el v. 21: “Los que nunca habían recibido
noticia de él, lo
verán;
y entenderán
los que no habían oído hablar de él”. Antes, en los vv. 9-13,
dice: “Que los gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como
está escrito… «Alégrense, naciones… ¡Alaben al Señor,
naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas! …En él los
pueblos pondrán su esperanza»… Los que nunca habían recibido
noticia de él, lo verán; y entenderán…” (15.9-13, 21). Así
que, para Pablo, el propósito de la tarea misionera es toda la
experiencia cristiana, al menos estos tres puntos:
Para
que la gente vea y entienda.
Es una percepción espiritual, es una recepción o captación en el
ser interior —¡es la fe!—, y se produce al momento de escuchar
el evangelio. La iglesia y el misionero deben perseguir que la gente
perciba y entienda en su ser interior, mediante el anuncio de su
Palabra.
Para
que siga conociendo y maravillándose.
A medida que pasa el tiempo y el creyente sigue escuchando la
Palabra, va conociendo la maravillosa persona de Dios, y se va
deleitando y admirando por su gracia, compasión, bondad, justicia.
La iglesia y el misionero deben perseguir que la gente siga
conociendo y admirando a Dios.
Para
que lo exprese alabando y obedeciendo. La
experiencia de percibir en el corazón, y de maravillarse o
admirarse, no debe quedar en la esfera de lo invisible y espiritual.
Debe exteriorizarse en alabanzas verbales y en vidas y actos de
obediencia. Debe hablar del Señor, y debe dejar lo malo y adoptar lo
bueno. Debe cambiar de vida. La iglesia y el misionero deben
perseguir estas cosas.
Estas
tres cosas conforman el propósito de la tarea misionera.
- Cómo la hace
Dice:
“…Con
palabra y con obra, con potencia de señales y prodigios, en el poder
del Espíritu” (18–19).
¿Cómo se hace la tarea misionera? … El apóstol Pablo había
hecho la tarea misionera en el poder del Espíritu Santo, predicando
y explicando la palabra de Dios y el evangelio, ayudando con sus
manos a los necesitados (Hch 20.20-21, 35), y también haciendo
milagros (Hch 20.9-10). Por supuesto, Cristo también hizo eso mismo
(Mt 9.35; Lc 4.14-15). Así que, la obra misionera se hace:
En
el poder del Espíritu Santo:
el misionero y la iglesia deben darle libertad al Espíritu Santo en
su interior, permaneciendo en confesión de pecados, fe, humildad y
entrega. Cuando el Espíritu no encuentra esa libertad, no pasa nada.
Somos como un auto sin motor ni combustible ni volante. Somos como un
cuchillo sin filo y sin cabo. En cambio, cuando el Espíritu
encuentra esa libertad en nuestro interior, direcciona, impulsa y
fructifica a la iglesia y al misionero. La
obra misionera debe hacerse en el poder del Espíritu Santo.
Sigamos viendo cómo hacer la obra:
Con
palabra.
En el poder del Espíritu, el misionero debe anunciar, presentar o
explicar verbalmente el evangelio, hacer que las personas oigan
acerca del Hijo de Dios (20-21), de su muerte por los pecados del
mundo, de su resurrección, de su señorío y de su salvación.
Compartiendo esto, los pecadores pueden llegar a conocer al Hijo de
Dios. Ahora bien, no sólo con palabra; también…
Con
obra.
En el poder del Espíritu de Dios, el misionero también debe
ilustrar con
obras
ese mensaje que anuncia. Si él habla de un Señor que ama, que
satisface, que ayuda, que hace justicia, que se compadece… él
también debe amar, ayudar, hacer justicia, compadecerse. De esa
forma, el dramatiza o representa con acciones el evangelio de Cristo.
Las personas no sólo podrán escuchar el mensaje, sino también
verlo y sentirlo. La familia “de Celina”, que estuvo aquí en
agosto, atiende en una clínica de rehabilitación. La familia Artoni
pretende abrir un centro de formación deportiva y cultural. Un
misionero ha abierto en Uruguay un centro de reconciliación. Otro
fue a África a abrir pozos para agua potable. Otros fueron a hacer
casas dignas. Otros fueron a enseñar a cultivar los campos y a criar
ganado. Otros están alfabetizando. Otros mantienen orfanatos…
Todas esas obras son dramatizaciones o ilustraciones del mensaje que
el misionero anuncia. El misionero debe hacer su tarea con palabra y
con obras. Por último, el misionero algunas veces también hará su
tarea…
Con
señales y prodigios.
En el poder del Espíritu, el misionero algunas veces se dará cuenta
de que Dios lo usa para hacer señales y milagros. He sabido de
misioneros que hablan en lenguas —un idioma que él nunca había
estudiado— justo al encontrarse con personas que hablan ese idioma.
He sabido de misioneros que han impuesto las manos sobre enfermos y
los han sanado. He sabido de misioneros que han sido escoltados por
ángeles en medio de asesinos. El Espíritu les da ese poder para
hacer la obra, y para asombrar a los incrédulos, y para confirmar o
verificar el mensaje del evangelio.
- Dónde la hace
“Habiendo
comenzado en Jerusalén, he completado la proclamación del evangelio
de Cristo por todas partes, hasta la región de Iliria. En efecto, mi
propósito ha sido predicar el evangelio donde Cristo no sea
conocido… Como está escrito: «Los que nunca habían recibido
noticia de él, lo verán; y entenderán los que no habían oído
hablar de él». Pero
ahora que ya no me queda un lugar dónde trabajar en estas regiones,
y como desde hace muchos años anhelo verlos, tengo planes de
visitarlos cuando vaya rumbo a España” (19-21, 24).
El
criterio de Pablo había sido hacer la tarea misionera donde Cristo
no hubiera sido conocido, con los que nunca habían recibido noticias
de él, ni habían oído hablar de él. Hasta ese momento, él había
hecho su tarea desde Jerusalén hasta Iliria. Así: (MAPA). En esos
lugares no habían oído hablar de Cristo, pero por su tarea “se
llenó” del evangelio. Pero al momento de escribir, dice el
apóstol, en la región ya no le quedaba lugar donde hacer la tarea.
Así que, quería ir a España. Allí no habían escuchado de Cristo.
Aquí
hay un criterio elemental para la tarea misionera: a
medida que las regiones cercanas van teniendo ya iglesias cristianas
establecidas, debemos priorizar los grupos humanos que no tienen
ninguna iglesia cristiana establecida.
Debemos priorizar los grupos étnicos que todavía no han sido
evangelizados para nada, los que no han escuchado ni siquiera que
existe un tal Jesús. Algunos
expertos en la obra misionera sostienen que en
el mundo
hay 11000 de estos grupos, aunque otros expertos sostienen que hay
hasta 27000. La mayoría de estos grupos se encuentra en la región
llamada “ventana 10/40”, esta… Pero en
Argentina
tenemos 2 grupos que no tienen iglesia establecida: cierto grupo
judío hispanohablante, y cierto grupo turco, de religión islámica.
En
Perú
tenemos 9 grupos no alcanzados, varios de origen indígena. En
México,
tenemos al menos 16 grupos no alcanzados (algunos dicen 140), muchos
de ellos indígenas. En
Brasil
tenemos 29 grupos. Sean cuantos sean, y estén donde estén, el
criterio es este: la
prioridad es de los grupos nada-evangelizados. Allí hay que hacer la
tarea misionera.
Carlos
y yo tenemos esta carga de parte de Dios en nuestro corazón (y
estamos orando por esto): que como iglesia lleguemos a hacer tarea
misionera en un grupo nada-evangelizado, en un grupo que todavía no
tiene ninguna iglesia cristiana establecida. Nuestro anhelo es que
como iglesia podamos llegar a enviar a uno o más misioneros a alguno
de esos grupos. Y mientras ese momento llega (y tal vez llegue
pronto), que nos permita ofrendar generosamente para alguno que ya
esté haciendo la tarea misionera allí. Hermanos, en el nombre del
Señor los invitamos a recibir esta carga de parte de Dios: la de
ofrendar para la obra misionera, y la de prepararse para cuando
llegue el tiempo de enviar a uno o más de nosotros a un grupo
nada-evangelizado.
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