Cuando no se sabe qué pasa ni por qué
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito originalmente para
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Se publica en los términos del uso legalmente
permitido.
Cualquiera que se precie de verdadero creyente,
sin tapujos ni falsedades; sin estridencias ni arrebatos, sabe
perfectamente bien que en su vida no todo son certezas. A veces en
nuestro camino no sólo hay adversidad, también zonas oscuras.
Cierta vez escuché a un pastor decir con
firmeza desde el púlpito: “el creyente debe conocer la voluntad de
Dios para su vida”. Y tiene razón. El punto es que a veces no
conocemos qué quiere Dios de nosotros. ¿O no te ha pasado nunca,
en medio de una prueba, preguntarte completamente desorientado “qué
quiere Dios de mí”? A quien esto escribe, numerosas veces. Muchas
más de las que podría ser capaz de contar. Tal vez esto no habla
muy bien de quien esto escribe… pero es la verdad.
Cuando en tu vida hay luces que en realidad
proyectan más sombras, cuando la confusión y la desorientación
hacen estragos, cuando aparecen más dudas que certezas; cuando
estamos tan ciegos que nos resulta imposible ver la salida, entonces,
en medio de la tormenta, comenzamos a mirar dentro de nosotros
mismos. Aparecen culpas, remordimientos y temores por pecados
cometidos; frustración por los malos hábitos con los que lidiamos
sin éxito ni victoria durante años, sin poder con ellos; fracaso
por las metas o los sueños no alcanzados, “si tan sólo hubiese
confiado… “; decepción por las oportunidades que dejamos ir.
No hay respuestas. Sólo el frío silencio de
la soledad, un sentimiento de abandono y orfandad como si Dios
hubiese dado vuelta completamente su rostro de nosotros. ¿Acaso no
te has sentido así alguna vez? En este punto, entre tu vecino que no
conoce a Dios y tú, sólo hay una diferencia: que tú tienes una
certeza de que te vas al cielo y él no.
Y surge una vez más la pregunta: “¡QUÉ ES
LO QUE QUIERE DIOS DE MI?” Confieso que he lanzado ese interrogante
hacia el cielo una y otra vez… y por cierto, muchas veces no en
palabras tan elegantes ni respetuosas como estas con las que intento
comunicarlo. Como si se tratara de un acertijo, donde debo caminar en
penumbra, caer y volver a levantarme para seguir probando; tratar de
dar en la tecla, de encontrar y mover la palanca correcta del Trono
de Dios que va a abrir la puerta que necesito; con el viejo “sistema
Colón” (buscando y habitando) o el “método Edison” (prueba y
error).
Evangelio de Juan cap. 17: una oración muy
particular de Jesús. “porque las palabras que me diste, les he
dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que
salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos;
no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son”
(Juan 17:8 y 9).
La oración es mucho más larga, en realidad.
Pero hoy, en medio de una gran prueba, cuando hay más incertidumbres
que certezas, cuando no puedo ver otra cosa que gruesos y negros
nubarrones en mi futuro, LEERLA Y SABER QUE TAMBIEN ES POR MI, me
conmueve hasta las lágrimas.
Jesús habló muy bien de sus discípulos, se
los presentó a Dios como verdaderos héroes de la fe, siendo que en
cuestión de horas, uno de ellos lo iba a estar entregando, los otros
que afirmaron “iré contigo hasta la muerte si fuese necesario…”
(Mateo 26:35) huirían cobardemente y aquél que había caminado
sobre las aguas (Mateo 14:29), quien le había declarado “tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente” (Mateo 16:16), lo
iba a estar negando como si no lo hubiese conocido nunca… o lo que
es peor: TRAICIONANDO.
¿Es que Jesús era tan ingenuo, no los
conocía? Si no habían podido velar una hora en oración junto a él
sin quedarse dormidos (Mateo 26:40) ¿de verdad habrá creído que lo
iban a acompañar valientemente hasta la cruz? DEFINITIVAMENTE, NO.
Velaba y oraba; INTERCEDÍA; por personas como
tú, como yo. Personas con victorias y derrotas; con días brillantes
y con días negros; gente con pecados, algunos “ligados” ,
“heredados”, “encontrados”, otros pecados, bien propios y tal
vez crónicos; gente con fortalezas y claras debilidades; personas
con fe y otra con dudas y desconfianza como Tomás; gente con un
temperamento explosivo y vehemente como Pedro, con lo que no podía,
y otras con espíritu más conciliante, dulce y afable como Juan. ¿No
te sientes identificado con algunas de las “propiedades” de esta
lista? Hay más, mucho más. Pues bien: ésta era la clase de gente
de la que se rodeaba Jesús y esta ES la clase de gente por la que
intercedió. “Mas no ruego solamente por éstos, sino también
por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,” (Juan
17:20) y aquí nos incluye a ti y a mí.
Cuando la adversidad, la confusión, se
manifiestan en nuestras vidas, tal vez esté bien preguntarnos “¿qué
hice mal?”. Una mirada introspectiva servirá para ir ante el altar
de Dios y confesar aquellos pecados y transgresiones no confesadas.
Para rogar por aquellos hábitos que nos avergüenzan sin que
tengamos poder sobre ellos y pero fundamentalmente para entregar
delante de Dios un corazón quebrantado y humillado.
Job estuvo años en la desazón, la confusión,
en la más terrible de las pruebas. Su misma esposa sumida en la más
profunda desesperación profirió “maldice a Dios y muérete”(Job
2:9). José hijo de Jacob pasó muchos años hasta que se reencontró
con sus hermanos, los mismos que lo habían vendido, en Egipto
(Génesis 45:4). Y finalmente, Pablo tres veces pidió a Dios le
quitase su enfermedad (II Corintios 12:7-9) pero no lo hizo.
Evidentemente Dios tenía PLANES TRASCENDENTES para ellos, que no
eran los de las personas, sin importar qué hubieran hecho, sus
pecados, fortalezas ni limitaciones.
Cuando NO HAY RESPUESTAS, no sé lo que pasa ni
porqué, CREO y CONFÍO en Dios, que su mano está en control de
todo y en un corazón de Dios que se conmueve ante un corazón
sinceramente quebrantado, contrito y humillado; que me ama y que
estoy bajo la atenta mirada de Dios, hasta que, pase lo que pase, SU
SOBERANO PROPÓSITO SEA CUMPLIDO.
Como
son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos.
(Isaías
55:9 RV60)
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