El poder de la palabra

Por: Fernando Alfredo Campeotto
Escrito originalmente para “Palabras Transformadoras”
Se publica en este medio con permiso.


Hay cambios que no dependen de vos, pero otros sólo se producirán por tu decisión”.




La Biblia es el manual de Dios para nuestra vida. La Palabra de Dios a diferencia de cualquier otra palabra tiene poder para transformar nuestras vidas. No es letra muerta, no es dogma religioso, es un dialogo con Dios que cambia nuestro mundo interior y nos impulsa a transformar el exterior. Entenderla, drenarla hasta nuestro corazón y vivirla con pasión, marca la diferencia y construye la felicidad.
Las palabras tienen poder, para bendición o maldición, es más, la Palabra de Dios dice que “La muerte y la vida está en poder de la lengua” (Proverbios 18:21), sin embargo vemos a menudo, como se usa algo tan valioso de manera tan imprudente.

Hay personas que hablan casi sin poder parar y por su incontinencia verbal, terminan diciendo palabras, de las cuales al poco tiempo se terminan arrepintiendo…, de esta manera, se hiere, se miente, se promete, se engaña, o bien se maltrata…, todo a través de las palabras. Si por un instante pudiéramos comprender lo dañino que resulta esto, seguramente seríamos más prudentes en el uso de nuestras palabras. Debemos entender que las palabras tienen poder y ese poder lo podemos utilizar a favor o en contra nuestra.

Hebreos 4:12 dice: “Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Así como nuestras malas palabras terminan haciendo tanto daño por su poder, las Palabras que nuestro Dios nos ha dado, tiene todo el Poder de Dios para restaurar lo que nosotros mismo dañamos. La Palabra de Dios es la espada del Espíritu y vemos que Palabra y Espíritu siempre van juntos. “Sólo el Espíritu da vida eterna; los esfuerzos humanos no logran nada. Y las palabras que yo les he hablado son Espíritu y son Vida”. (Juan 6:63)

La Biblia misma nos instruye en cuanto a permitir que la Palabra de Dios abunde en nuestras vidas y trabaje en nuestro corazón. Si tomamos la Palabra de Dios como una simple idea humana, o un “dogma religioso”, nos privamos de experimentar su poder transformador…, para esto debemos ejercer fe, apropiarnos de la Palabra de Dios y permitir que ésta Palabra sea la que gobierne nuestras vidas, nuestro interior. Nuestra mente debe estar sometida a la palabra de Dios.

La palabra nos hace sabios porque es revelación divina y no mero conocimiento humano, nos hace sabios porque nos entrena espiritualmente. Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto”. (2 Timoteo 3:16)

La Palabra no está para saciar nuestro apetito intelectual. Esta para enseñarnos a vivir, no es un libro para que busquemos cosas esotéricas o raras, ni para que la analicemos bajo argumentos humanistas, sino para ser leída en el Espíritu…, requiere ser creída y obedecida. No podemos escuchar una Palabra de parte de Dios, llena de sabiduría, y dejarla "caer en tierra", no podemos leer buenos mensajes y después no ponerlos en práctica, no podemos conocer los mandamientos, pero no obedecerlos. “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo…” (Santiago 1:22-23).¿Nos miramos al espejo y no nos arreglamos, no nos peinamos, no nos lavamos?, ¿Somos escuchadores u oidores?

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