Como el grano de mostaza
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito originalmente para
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permitido.
Decía
también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué
parábola lo compararemos?
Es
como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más
pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de
sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa
grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo
su sombra.
(Marcos
4:30-32 RV1960)
Se
han hecho varias suposiciones acerca de qué planta es la aquí
mencionada. La que mejor se corresponde con la descripción es la
sinapis nigra, una planta de
mostaza común en Palestina. Sus semillas son extremadamente pequeñas
y crece hasta llegar a ser un arbusto “árbol” de más de tres
metros de altura, de manera que las aves pequeñas pueden refugiarse
en sus ramas. (1)
En
la parábola de la semilla de mostaza Jesús nos muestra la grandeza
de lo pequeño. En lo meramente aparente, un grano de mostaza puede
ser insignificante. No obstante, con el paso del tiempo esa pequeña
semillita termina convirtiéndose en un árbol. Es cuando en las
manos de Dios, lo pequeño resulta ser algo grande.
En
julio de 1969 el ing. Neil Armstrong dijo: "-Un pequeño paso
para un hombre, un gran salto para la humanidad" en
oportunidad de ser el primer ser humano en poner un pie sobre el
suelo lunar. Tenía clara la visión y la trascendencia de lo que
estaba ocurriendo en ese momento.
En
un mismo sentido, quienes hemos nacido de nuevo, dimos un pequeño
paso de fe algún día. Fe como la de una semillita de mostaza al
tomar la decisión de entregar nuestra vida rota en las dulces manos
del Salvador. Un pasito pequeño para un hombre, un gran salto para
la humanidad, toda vez que hoy conmemoramos en un acto sencillo, como
la Cena del Señor, esa obra que Jesús hizo al morir en nuestro
lugar a causa de la multitud de nuestras rebeliones. Es tan pequeño,
tan sencillo, sin embargo es lo que hace la diferencia de aquí a la
Eternidad.
Luego
viene la plantita, la planta de fe. Es la fe que sirve para moldear
una vida, la fe transformadora. Alguien dijo que no hay fe si no hay
una vida transformada.
Y
por último, el árbol. Ese árbol que da fruto, que da nuevas
semillas, que cobija generosamente entre sus ramas a los pajaritos.
Es la fe de las conquistas.
Naciste
del otro lado. Dios te trajo aquí, te restauró, te dio una nueva
vida, llenó tu camino de su Gloria. Y todo comenzó con un pequeño
pasito, con una pequeña cuotita de fe, como un granito de mostaza.
Por
tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que
hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha
por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y
desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos
nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo
sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los
que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y
prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo
según su voluntad.
(Hebreos
2:1-4 RV1960)
(1):
Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado Vila-Escuain. Clie. Barcelona.
1985.
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