Un poco de tiempo y luego se desvanece
El 12 de agosto de 2000, el submarino ruso
K-141 Kursk, perteneciente a la flota del norte, se hundía en las
aguas del Mar de Barents con ciento dieciocho tripulantes a bordo.
La Armada rusa en un principio, intentó
mantener en secreto la terrible tragedia. Pero, a medida que
transcurrían los días, familiares y allegados de los marinos fueron
intensificando la presión públicamente para que las autoridades
pertinentes por fin les dieran respuestas sobre la suerte corrida
por sus seres queridos. Finalmente la Armada rusa debió solicitar
ayuda internacional para intentar rescatar a los supervivientes. No
obstante ello ya habían pasado poco más de dos semanas desde la
tragedia, lo que hacía que las posibilidades de hallar a alguien de
la tripulación con vida fueran prácticamente nulas. Finalmente, la
Armada rusa admitió públicamente que el submarino había
experimentado un terrible accidente y se hallaba hundido a ciento
diecisiete metros en el fondo del mar de Barents.
Pese a los intentos de rescate de equipos
altamente especializados británicos y noruegos, todos los marinos a
bordo del Kursk perdieron sus vidas. En octubre de 2001 el submarino
de ciento cincuenta y cuatro metros de largo, finalmente pudo ser
extraído hacia la superficie. Unos cuantos supervivientes de las
explosiones ocurridas a bordo habían hallado refugio en la parte
trasera del barco. En las últimas horas de su agonía y en total
oscuridad, algunos escribieron notas sobre procedimientos y acciones
que habían efectuado cuando su trágico desenlace ya se evidenciaba
en forma inminente.
En algún sentido, todos nosotros somos como
aquellos desafortunados marinos rusos. Atrapados en un mundo en
tinieblas, peligroso, con la muerte física acechando a cada paso.
Como seres espirituales inmersos en este mundo corrupto y caído,
vivimos “escribiendo” nuestras vidas en medio de su oscuridad.
Puedo ver que de cómo transcurran nuestras
vidas como seguidores de Cristo, dependerá qué dirán las notas que
le dejemos a nuestra posteridad. Muchas veces, preocupándonos y
ocupándonos de cosas y situaciones que cuando pase el tiempo ya
habrán dejado de tener su importancia al lado de toda una Eternidad
que nos espera por delante cuando crucemos el Jordán. Perdiendo de
vista lo verdaderamente urgente y lo que realmente importa, lo breve
y frágil que resultan ser nuestras vidas durante su tránsito por
este mundo y que tenemos los días contados para cumplir con la Gran
Agenda de Dios.
cuando
no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego
se desvanece.
(Santiago
4:14 RV60)
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