Más de lo mismo, pero diferente

Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com

Días atrás ví un hombre con una remera con una inscripción muy particular: “SAME, SAME…” decía en la parte de adelante; “BUT DIFFERENT” remataba en la parte de atrás. Algo así como: “Más de lo mismo, pero diferente”.

Inmediatamente lo apunté en el cuaderno de notas de mi teléfono para no olvidarlo. Y es que no pude menos que sentirme completamente identificado con el anuncio.

Cuando comencé a escribir abiertamente acerca de mi fe llegué a la conclusión de que sólo tenía una cosa para ofrecer: la sinceridad.” Escribe Philip Yancey en su libro “Sobreviviente” . Y agrega en otra parte de ese mismo libro: “Si tan sólo supieras quien soy yo”.

Hice mías todas estas palabras, en la certeza de que el gran desafío de quienes ministramos a través de la palabra escrita, es llegar al corazón del lector, y que además de la palabra escrita, ministramos a Nuestro Señor.

Amada/o: hoy no puedo menos que bajar la cabeza y decirte desde lo profundo del corazón: “Si supieras quién soy yo…” Estoy completamente seguro de que si lo supieras, no hubieras querido saberlo. Sin embargo, a pesar de todo –inclusive a pesar de mí mismo– soy ese hermano tuyo, que tal vez a miles de kilómetros de esa pantalla donde ahora te encuentras leyendo estas líneas, está escribiendo, creando, ordenando paquetes de palabras de tal manera que tengan un sentido, pero fundamentalmente un sentido para tu vida y la de los tuyos, justo cuando muchas veces lo que Dios hace parece no tener sentido a nuestro tan limitado y precario parecer.

Ese hermano tuyo elegido para presentarte a Dios y la grandeza de su Gloria. Y es que Dios a menudo elige personas ordinarias para propósitos extraordinarios. Hace dos mil años, Pilatos preguntaba a una turba de gente enfurecida, a quién querían que les soltara. “¡Danos a Barrabás!” vociferaban (Mateo 27:17 al 26). Querían que muriese Jesús. Un gran acto de gracia: el inocente cargando el peso del pecado muriendo en su lugar en la cruz y uno de los peores delincuentes se salvaba.

Hoy me aferro más que nunca, con gratitud y con todas mis fuerzas a ese divino acto de Gracia. Hoy a través de estas líneas, quiero llevarte allí a donde te encuentras, una palabra de bendición, que Dios tenga a bien bendecir tu vida, familia, salud, trabajo y ministerio en tremenda manera, hoy y todos y cada uno de los días de tu vida.

Más de lo mismo, ¡pero diferente!

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
(Lucas 19:10 RV60)

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