Sabes lo mucho que te amo

Alex López
La Catapulta
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Mientras caminaba vi la siguiente escena. Una mamá, arrodillada al frente de su hijo de unos cuatro años, le amarraba las cintas de sus zapatos. Al terminar lo abrazó y le dijo: “Sabes lo mucho que te amo”.

Ese niño es afortunado. Y, la mamá también. El niño porque tiene a alguien que sabe que lo ama y que, estará ahí para siempre. Y, la mamá, porque amar y cuidar es su llamado y, porque es mejor dar que recibir.

Es usted la figura del niño que está esperando esas palabras. O, usted la figura de la mamá que está esperando expresarlas.

Los pensamientos no marcan corazones, las palabras sí. De nada sirve pensar, sin expresar. Lo que se piensa y no se expresa, es como la botella de agua en pleno desierto que no se destapa. Recuerdo las palabras de Dios sobre su Hijo Jesús: “Tan pronto como Jesús fue bautizado, subió del agua. En ese momento se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios bajar como una paloma y posarse sobre él. Y una voz desde el cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».” La Biblia en Mateo 3:16-17

Recuerdo sentarme en una empresa con un cliente. Al escuchar logros de esta joven mujer, le dije: “Si yo fuera su papá, estaría bien orgulloso de usted”. En un instante, la mujer estaba llorando con sentimiento. Un desierto en sus oídos había existido por más de dos décadas. Padres ausentes porque no están o porque están, pero como que no estuvieran.

Recuerdo también, a una mujer de la tercera edad, esperando que, en los últimos días de vida de su mamá, escuchar ese te amo y recibir el abrazo que tanto había esperado. Ese te amo y ese abrazo, nunca llegaron. Al día de hoy, lo sigue esperando y nunca llegará.

Exprese su corazón hoy. A sus hijos, parientes y amigos. Los pensamientos son como una semilla dentro de un frasco. Sólo las semillas sembradas en la tierra del corazón de otros, dan frutos.

Es hijo y está esperando lo que nunca ha escuchado. Escuche lo que el Padre desde el cielo le dice:

“Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me acogerá.” Salmo 27:10

“Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su morada santa. Dios da un hogar a los desamparados y dicha a los cautivos que libera; pero los rebeldes habitarán en el desierto.” Salmo 68:5 y 6

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