Una historia gigante como una ballena

Mike Wittmer
Ministerios Nuestro Pan Diario
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Y mandó el Señor al pez, y vomitó a Jonás en tierra (v. 10).

LEER Jonás 2:1-10

Miguel estaba buceando en busca de langostas, cuando una ballena jorobada lo atrapó con la boca. Pensó que no sobreviviría, pero a las ballenas no les gustan los pescadores de langostas, y a los 30 segundos, escupió a Miguel por el aire. Era increíble que no se hubiera quebrado ningún hueso; solo le quedaron algunos machucones y una historia grande como una ballena.

Miguel no fue el primero. A Jonás lo tragó «un gran pez», y estuvo en su vientre tres días antes de que lo vomitara en la tierra (Jonás 1:17; 2:10). A diferencia de Miguel, que fue atrapado accidentalmente, Jonás fue tragado porque odiaba a los enemigos de Israel y no quería que se arrepintieran. Cuando Dios le dijo que predicara en Nínive, partió en un barco en la dirección opuesta, y Dios mandó un pez del tamaño de una ballena para hacerlo reaccionar.

Era comprensible que Jonás se ofendiera ante el posible perdón de los asirios, ya que, 50 años después, llevarían cautivas a las tribus del norte. Pero Jonás fue más leal al pueblo de Dios que al Dios de todo el pueblo.

Dios amaba a los enemigos de Israel y quería salvarlos. También ama a nuestros enemigos y quiere que sean salvos. Que el impulso del Espíritu nos guíe a llevarles la buena noticia de Jesús.

De Mike Wittmer

Reflexiona y ora

¿A quiénes conoces que necesiten seguir a Jesús? ¿Cómo podrías amarlos más?

Señor Jesús, muéstrame cómo amar a mis enemigos como lo haces tú.

 

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