DOCE PENSAMIENTOS SOBRE LA FAMA

Alex López
La Catapulta
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Por favor ore, para que Dios me haga famoso
Recuerdo a este joven llegar al final de una reunión en la iglesia. Era un cantante en su congregación y quería que yo orara por él. Su mayor anhelo era ser famoso y esa era su petición.

Platicamos un rato sobre el propósito de Dios para su vida. Dios no nos creó para ser famosos, sino para adorarle y, hacerlo a El famoso. Puntualmente, somos llamados para vivir una vida que le glorifique y para presentar la buena noticia del evangelio que, en Jesús, somos salvos. Y, también, llamados a disfrutar del regalo de la vida, en El.

Cuando les hablaba a los músicos en La Fráter, les recordaba que el talento era importante. Pero que, si el talento fuera lo más importante, saldría mejor contratar a los músicos de Luis Miguel. Ellos harían un mejor trabajo, pero no eran creyentes. Fe, vida y después talento.

El propósito de Dios para nuestras vidas, es que creamos que él existe y que recompensa los que le buscan. Que creamos en Jesús para salvación, y que en cada momento de nuestra vida adoremos al Señor con nuestras buenas acciones, sabiendo que no somos salvos por ellas, sino por la fe en su Hijo amado.

Le dije al joven, ahora y en donde te congregás, ya estás cumpliendo el propósito de Dios. Si vivís para honrarle, para proclamarle y tu vida es un instrumento al servicio de Dios y del prójimo. Pero ser famoso, esa es otra historia.

Cuántos pastores, músicos y voluntarios no han muerto, sin jamás ser conocidos más allá del área en donde servían. ¿Son menos que otros? No, pero a pesar de no haber sido famosos, sus nombres están escritos en el libro de los cielos. Y eso es vivir y morir en victoria, con fe hasta el final.

Le comparto aquí algunos pensamientos sobre la fama:

La fama es un préstamo que nos hace la sociedad y cuando no podemos pagarlo, nos desecha.

El problema no es tener fama, es que la fama nos tenga.

Si Dios lo hace famoso, es para hacerlo a El y a su mensaje, famoso.

La fama como el anonimato, no son sinónimos ni de excelencia, ni de sana doctrina, ni de santidad.

He visto a gente famosa, ser ahora desconocida. Y, a gente desconocida, ser ahora famosa.

La fama es como la espuma, muchas veces como sube, baja.

Cuando la fama lo tiene a usted, todos se convierten o en sus sirvientes o en sus competidores.

La fama con humildad, es como el mejor perfume. La fama con arrogancia, es como un vómito.

La fama con propósito doble, le sirve al que la tiene y al desconocido a quien pone en el mapa.

Cuando se es famoso, abundan las personas. Cuando se pierde la fama, permanecen los amigos o aparecen nuevos.

La fama tiene el poder de arrastrar a personas para luchar por las mejores y las peores causas.

Todo famoso morirá y rendirá cuentas ante Dios.

“Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.” Proverbios 16:18

“Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben.” Romanos 12:16

“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y, al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:5-11

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