EL ÁGUILA Y EL CUERVO
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«El único pájaro que se atreve a picotear a un águila es el cuervo. Se sienta sobre su espalda y le muerde el cuello. Sin embargo, el águila no responde ni lucha con el cuervo; no gasta tiempo ni energía en su atacante. Simplemente abre sus alas y comienza a elevarse cada vez más alto en los cielos. Cuanto más alto es el vuelo, más difícil es para el cuervo respirar y luego se cae por falta de oxígeno».
¿Cuántos cuervos han querido montarse sobre tus espaldas? A lo largo de nuestra vidas vamos a toparnos con muchos cuervos, estos son por personas con mala intención que solo esperan que nos demos la vuelta para atacarnos por la espalda. Sin embargo, una lección muy grande que nos enseña el águila, es que la mejor manera de combatir a estos cuervos no es peleando, sino llevándolos a las alturas.
No te preocupes por ahuyentar a los cuervos. Lo único que debe preocuparte es mantenerte lleno de la presencia del Señor. Créeme, los cuervos no pueden soportar las alturas. La gente que busca hacerte daño no puede soportar el peso de gloria que sobre los hijos de Dios se ha depositado.
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Deja de perder tu tiempo con los cuervos, solamente encárgate de llevarlos a las alturas. De traerlos ante la presencia de Dios. Recuerda que tienes de tu lado al Todopoderoso que es quien pelea todas tus batallas, y gana.
Eres un águila, no te pongas en el mismo nivel del cuervo. Tu destino es estar en las alturas y no en el suelo. Eres especial para Dios, Él te ama y no permitirá que nada te haga daño.
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