TODOS QUIEREN IR AL CIELO, PERO NADIE QUIERE MORIR

Por: Luis Caccia Guerra


Un viejo dicho popular dice:  "Todos quieren ir al Cielo, pero nadie quiere morir". 

¿Será el temor a la muerte, ese innato instinto de conservación que como especie natural tenemos todos, o es que estamos demasiado atados a las cosas terrenales? 

La nube muere para ser lluvia de bendición para la semilla. 

La semilla muere para dar vida a una planta. 

La espiga de trigo muere para convertirse en harina. 

La harina muere para ser pan. 

No hay proceso de transición hacia estadios más altos, que no pase por la muerte de lo viejo para transformarse en una nueva vida. 

Para trascender desde lo terrenal hacia lo espiritual, lo terrenal tiene que morir con lo terrenal y lo espiritual tiene que irse con lo espiritual. Para llegar a la Tierra Prometida, hay que transponer el Jordán. Y no es una travesía fácil; de hecho, es la última y la más difícil de todas. SIN RETORNO, sólo viaje de ida. No hay otro modo. Y eso genera temor, mucho temor. Es nada más ni nada menos que la muerte. Y la muerte implica el abandono total de todo lo que somos. No hay otro modo de acceder a lo celestial. 

Muchos son los que en esta vida quieren ir al Cielo, pero sin pasar por el trance de la muerte ni por la cruz de Jesús. No quieren saber nada con Dios en esta vida, pero, eso sí: cuando el Creador llame para la entrega, quieren irse a la casa de Él. 

No es posible una vida de gozo y paz eterna  sin pasar por la cruz de Cristo. No habría vida eterna, perdón y redención de pecados sin la cruz de Cristo. La cruz de Cristo se levanta como una sombra desde el Calvario, y todos los seres humanos, sin importar credo ni religión, en algún momento la vamos a encontrar en el camino. 

Está en nosotros buscarla y encontrarla antes de que ella nos encuentre a nosotros. Cuando esto último suceda, puede que ya sea demasiado tarde. 

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es ; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. 

(2 Corintios 5:17 LBLA)

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