DE PRÍNCIPE A MENDIGO EN UN DÍA
En 2da. Samuel cap. 4 hallamos la historia de Mefi-Boset;
nieto del rey Saúl, hijo de Jonatan, amigo entrañable de David. Saúl y Jonatán
su hijo, rey y príncipe respectivamente; habían caído en batalla ese día. Se
desató entonces, una terrible cacería. Muerto el Rey, el bando vencedor comenzó
a buscar y a matar a descendientes y parientes que se encontraran en condiciones
de reclamar la corona o bienes del rey.
Entre estos, se encontraba Mefi Boset, el pequeño de
cinco años hijito de Jonatan. La nana, al enterarse de la muerte del rey y del
padre del niñito, lo tomó en sus brazos y
emprendió una apresurada huida para salvar su vida. Pero en la carrera,
tropezó y cayó con el niño, quien resultó con sus frágiles piecitos
quebrados.
Y así creció Mefi-Boset. Lisiado, escondido y exiliado de
por vida en un lugar denominado “Lodebar”, cuyo nombre literalmente significa
“sin pasturas”, un sitio árido. De príncipe a mendigo en un día.
Años después, David, ya rey, preguntó si aún quedaba
alguien de la casa de Saúl y entonces su nombre fue mencionado por uno de sus
más antiguos sirvientes. David envió por Mefi Boset en su carruaje real y lo hizo
traer a palacio. Desde ese día, no más “lodebar”, no más miseria; se sentaría a
comer en la mesa del rey (2da. Samuel 9:6-13).
¿Y acaso cada uno de nosotros, por causa de los huesos
rotos del pecado, no fuimos un “Mefi Boset” en algún momento de nuestras vidas?
Lisiados, heridos, dolidos; sin poder caminar en la luz, alejados y escondidos
de la presencia del Rey, sin pasturas y sin alimento del espíritu.
Hoy el carruaje real espera a tu puerta para llevarte
ante la presencia del Rey. Ya no más miseria, ya no más sitios áridos en la
mesa del Rey. Sólo entrega tu vida a Jesús. Él te espera con sus brazos
abiertos para darte Salvación, Perdón de pecados y Vida Eterna en el Palacio
del Rey.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4:12)
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