LA PACIENCIA

Por: Alejandro Córdova
Publicado con permiso


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Hoy en día nosotros nos damos cuenta de que muy pocas personas tienen PACIENCIA. Hoy en día nos damos cuenta de que muy pocos cristianos tienen esa virtud. Hermanos: Yo creo que no hay manera de vivir la vida cristiana correctamente, no hay manera de llegar a la meta sin esa cualidad.

Nadie, absolutamente, que carece de paciencia, que adolece de paciencia, puede llegar a la meta. En realidad la vida cristiana no es una carrera de 100 mts., no es una carrera donde hay que llega inmediatamente. Más bien comparo a la vida cristiana con una carrera de maratón; una carrera donde hay que correr muchos kilómetros, y kilómetros y kilómetros de distancia para lograr esa meta. Para LLEGAR a esa meta sin ningún problema necesitamos PACIENCIA. El domingo, aquí se corrió precisamente el Maratón de esta ciudad. Más de 42 kms. tienen que recorrer los atletas. Más de 42 kms. tienen que recorrer cada uno de esos competidores que se inscriben en esa carrera.

Y… ¿saben hermanos? No sé si Uds. se han dado cuenta, pero esos atletas no arrancan exactamente igual que los atletas que corren la carrera de los 100 mts. Porque los 100 mts. es una carrera de velocidad, pero la maratón es más bien una carrera de RESISTENCIA.

Y así es exactamente la vida cristiana. Hermanos, no tenemos que apresurarnos en llegar, si no más bien tenemos que ir corriendo la carrera que tenemos por delante, dice la Biblia, con paciencia.

En el libro de Hebreos, en el cap. nro. 12, vers. nro. 1, dice la palabra de Dios:

Por tanto,  nosotros también,  teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,  despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia,  y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, (Hebreos 12:1 RV60)

Dice el autor de la epístola a los hebreos que debemos de correr con paciencia la carrera que tenemos por delante. La razón de por qué muchas veces tenemos conflictos en nuestros hogares; tenemos problemas en nuestra relación, entre padres e hijos, entre esposa y esposo; la razón de por qué muchas veces tenemos problemas en la Iglesia; la razón de por qué muchas veces nuestra relación se daña con otros hermanos; la razón de por qué algunos pastores muchas veces cometemos errores, y fracasamos en cierta medida en el Ministerio, hermanos, ES QUE CARECEMOS DE PACIENCIA.

Nos hace falta tener paciencia para poder tratar a cada persona correctamente, para poder comprender que no todos van a desarrollar las mismas habilidades, van a hacer el mismo trabajo como nosotros lo estamos haciendo, o por lo menos esperamos que debe de ser hecho. Necesitamos paciencia en nuestras vidas. ¿Cuántos padres de familia no han derramado lágrimas viendo por qué tuve que decir aquello, por qué tuve que tratar a mi hijo así, por qué tuve que tratar a mi hija así?

Y yo me imagino que Ud. ha tenido algunos problemas por falta de su paciencia. Porque Ud. mismo se ha dado cuenta de que no tiene esa cualidad, esa virtud. La Palabra de Dios nos enseña que todos nosotros debemos de tener paciencia.

·         ¿Qué es la PACIENCIA?   

En el Antiguo Testamento, es la capacidad de soportar el sufrimiento y los ataques del mal.

En el Nuevo Testamento, debemos de poseer firmeza para no dejarnos provocar o reaccionar con ira.

Resumiendo las dos cosas, la paciencia consiste en esperar persistentemente y mantener la fidelidad en las circunstancias adversas y en las pruebas. Eso es lo que la Palabra de Dios nos enseña que es la paciencia.  Y todos los otros hermanos necesitamos paciencia. Ahora, hermano, déjeme decirle algo: Ud. y yo podemos llegar a tener paciencia. Ud. y yo podemos llegar a desarrollar esa cualidad que no la tenemos por naturaleza. La verdad es que nuestro carácter por naturaleza es impaciente, desesperado. Nuestro carácter por naturaleza adolece de la paciencia. Pero la Biblia nos dice que nosotros podemos llegar a tener esa cualidad.

Vea allí, en 2da. Pedro cap. 1 vers. 4:

por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,  para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, (2 Pedro 1:4 RV60)

Note bien eso: de lo que está hablando la palabra de Dios es que cuando nosotros aceptamos a Cristo, creemos en las promesas de Dios, nosotros nacemos de nuevo, y dice la Biblia que nos es implantada la naturaleza divina. Nosotros llegamos a tener la misma naturaleza de Dios, no porque nosotros seamos buenas personas; no porque nosotros merezcamos la naturaleza divina; sino porque simple y sencillamente Dios nos la implanta, Dios nos imputa esa nueva naturaleza. Ahora, siga viendo, vers. 4:

por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,  para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina,  habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también,  poniendo toda diligencia por esto mismo,  añadid a vuestra fe virtud;  a la virtud,  conocimiento; al conocimiento,  dominio propio;  al dominio propio, … 

… ¿Cuál es la palabra que sigue? paciencia

Así es que, escúcheme bien: cada uno de nosotros, hermanos, podemos desarrollar esa virtud.

¿Cuántos de los que están aquí han confiado en Cristo como su Salvador Personal? Si Ud. tiene fe, si Ud. tiene a Cristo en su corazón, dice la Biblia aquí, si se da cuenta, en el vers. 5:

vosotros también,  poniendo toda diligencia por esto mismo,  añadid a vuestra fe virtud”

Quiere decir que los cimientos de nuestra vida cristiana son la fe. Dice el Apóstol Pedro, encima de la fe nosotros podemos ir edificando todas esas virtudes que nos hacen falta para llegar a ser esa clase de cristianos que Dios quiere que nosotros seamos.

Y uno de esos ladrillos con los que edificamos nuestra vida, es precisamente la paciencia. Ud. puede llegar a ser una persona paciente. Y no solamente Ud. puede llegar a ser una persona paciente, la palabra de Dios nos dice de que Dios está interesado en que Ud. sea una persona paciente.

Dios sabe que tenemos muchos problemas cuando no somos pacientes. Dios sabe que nos metemos en un montón de dificultades cuando no somos pacientes. ¡Cuántos conflictos se ven en las iglesias por causa de que los hermanos no son pacientes! ¡Cuántos problemas nos damos cuenta que se desarrollan en las iglesias, a veces hasta divisiones, por causa de la intemperancia de algunos hermanos en las iglesias! ¡Cuántos matrimonios se meten en conflictos por causa de que no tienen paciencia el uno para con el otro! ¡Cuántos problemas los hijos tienen para con sus padres por causa de que no tienen paciencia para con ellos!

La verdad es que sí necesitamos la paciencia. La verdad es que nos hace falta urgentemente que nosotros tengamos paciencia en nuestras propias vidas. Esa es la razón de por qué Dios nos dice que nosotros debemos de tener paciencia. Y hermano Ud. debería salir de aquí deseando tener esa paciencia. Ud. debería decirle al Señor: “Señor, ayúdame a desarrollar esa virtud en mi vida”.

Vamos a Santiago cap. 5, vers.7. Dice la Palabra de Dios aquí, lo siguiente:

Por tanto,  hermanos,  tened… ¿Qué cosa? ¡PACIENCIA!

¡Cuántas veces, nos tenemos que lamentar por decir palabras que no deberíamos. ¿Amén?

¡Cuántas veces tenemos que decir: ¡Ay! ¡Creo que ya “metí la pata”! ¿Verdad?

Aunque tratemos de arreglar aquella situación –y deberíamos tratar de arreglar aquella situación– sabemos que no queda exactamente igual la relación como estaba antes de que nosotros perdiéramos la paciencia.

Por eso es que la palabra de Dios, hermanos, insistentemente nos dice que nosotros debemos de tener esta virtud.

Repito: esta virtud nosotros no la tenemos por naturaleza. Es raro que una persona sea paciente por naturaleza. Normalmente somos desesperados. Es una razón por la que muchos jóvenes y señoritas se meten en problemas. Hay jóvenes y señoritas que a los 13, 14 años, andan metiéndose en relaciones que no deben de meterse. Hay jóvenes y señoritas que a la edad de 13, 14 años comenzaron a perder su vida por causa de la impaciencia. ¡Y qué lástima que muchas veces, sean cristianos! ¡Qué tragedia es que muchas veces sean cristianos los que cometen estos errores. Es claro que Dios no quiere eso. Dios quiere que Ud. desarrolle una vida cristiana con paciencia; una vida cristiana con dominio propio.

Vea lo que dice la palabra de Dios ahí en el libro de Romanos, cap. 8:28 y 29. Vea cuál es el anhelo de Dios para cada uno de nosotros como cristianos, cuál es el deseo de Dios para cada uno de nosotros como cristianos. Dice la palabra de Dios:

Y sabemos que a los que aman a Dios,  todas las cosas les ayudan a bien,  esto es,  a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció,  también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen … (Romanos 8:28-29 RV60)

¿de quién? de su Hijo, 

Dios quiere, mi hermano, que Ud. sea, que yo sea, exactamente como Nuestro Señor Jesucristo. Y no hay un hombre más paciente, no hay un hombre más manso, no hay un hombre con un carácter más firme, no hay un hombre con un dominio propio más grande que Nuestro Señor Jesucristo.  

Vea cómo la palabra de Dios nos describe al Señor Jesucristo. Dice la Palabra que cuando le maldecían, no respondía con maldición. Cuando le estaban insultando, cuando le estaban humillando, cuando le estaban atacando, cuando le estaban diciendo que por Beelsebú echaba fuera los demonios, Él no perdía su control. Él no respondía con maldición. Y hermanos, Dios quiere plasmar esa misma imagen en nosotros como cristianos. Dios está más interesado en que nosotros seamos pacientes más de  lo que nosotros mismos queremos ser pacientes.

¡Qué hermoso! Eso significa que venga lo que venga, cueste lo que cueste, Dios me va a enseñar la paciencia. Dios va a tratar a toda costa de que yo sea paciente. Yo no sé de Ud., pero creo que cada uno de los que estamos aquí, de veras deberíamos tener un hambre por ser pacientes. ¡Cuántos y cuántos problemas nos ahorraríamos! ¡Cuántos problemas nos evitaríamos si fuéramos pacientes!

Haciendo un examen minucioso de mi vida, creo que algunos de los problemas que yo he tenido,  me los hubiera ahorrado si solamente hubiera sido un poquito más paciente. Y yo estoy seguro que en la vida de cada persona aquí, es igual. ¿Sabe por qué algunos adolescentes se quieren ir de la casa inmediatamente? Porque no aguantan el carácter tan horrible de sus padres. ¡No aguantan! Hay padres que son muy impacientes precisamente con sus hijos. Y ellos mismos los están empujando a que se vayan de la casa. No estoy diciendo que debemos de ser alcahuetes. No estoy diciendo que debemos ser consentidores. No estoy diciendo que nosotros debemos de permitir la rebeldía y la desobediencia en nuestras casas. Pero muchas veces, hermanos, nosotros empujamos a nuestros hijos a que ellos se vayan de la casa por causa de nuestra impaciencia.

Vuelva a Santiago cap. 5 vers.7. Dice:

Por tanto,  hermanos,  tened paciencia hasta la venida del Señor.  Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra,  aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. (Santiago 5:7 RV60)

Dice Santiago que nosotros debemos de aprender de los campesinos, de los agricultores. Ellos esperan con paciencia. No se les pasa un día y dicen: voy a ir al campo, voy a sembrar la semilla. Y siembran maíz y ahí depositan en los surcos la semilla. Y ponen la semilla en la tierra y tapan la tierra. Y al siguiente día van y dicen: ¡Ya quiero! ¡Que produzca maíz! Eso sería ridículo, esperar que de un día a otro la semilla germine y dé fruto. ¡Es imposible eso! Nosotros sabemos que el campesino, el agricultor tiene que esperar pacientemente el ciclo de la naturaleza. Tiene que empezar en primer lugar a abrir esa semilla, tiene que empezar a crecer ese fruto, hasta que al fin después de meses; si es maíz probablemente unos seis, siete meses, para que pueda levantar la cosecha.

¿Saben hermanos? Nosotros queremos levantar la cosecha de la paciencia. Pero no queremos tener paciencia. Queremos cosechar los FRUTOS de la paciencia, queremos recibir la BENDICIÓN de la paciencia; pero no queremos pasar por el PROCESO  de la paciencia hasta poder cosechar los frutos.

¡NO SE PUEDE! Dije hace un momento que Dios de una o de otra manera, NOS QUIERE ENSEÑAR LA PACIENCIA.

·         Dios de una o de otra manera, está tratando con nosotros para que nosotros aprendamos la paciencia.

¿Y sabe cuál es el método?

Hay dos métodos que Dios tiene para enseñarnos la paciencia.

Vea lo que dice Santiago cap. 1 vers. 2. Todos los que estamos aquí tenemos que aprender paciencia. De una o de otra manera tenemos que aprender paciencia. Tenemos que aprender a ser pacientes. De una o de otra manera.

Hermanos míos,  tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, (Santiago 1:2 RV60)

¿Por qué?

Y dice el siguiente versículo:

sabiendo que la prueba de vuestra fe produce …¿qué cosa?

paciencia. (Santiago 1:3 RV60)

¿Ud. está atravesando por problemas? ¿Ud. está atravesando por pruebas? ¿Ud. está atravesando por crisis? ¿Por situaciones económicas difíciles? ¿Ud. está atravesando por conflictos? ¿Ud. está atravesando por necesidades, por carencias?

¡Dele gracias a Dios!

¡DELE GRACIAS A DIOS!

Dice Santiago: Hermanos, estén contentos, estén felices, estén brincando de felicidad, de alegría; porque ¿saben una cosa, mis queridos hermanos, dice Santiago? Cuando Uds. están atravesando por pruebas, es Dios el que está tratando de enseñarles a ser pacientes. Es Dios el que está tratando de enseñarme a mí a ser paciente. Dios quiere que yo aprenda la paciencia.

Ahora, yo sé que cuando uno está atravesando por las pruebas y entra uno en ese túnel oscuro, y uno ve todas las tribulaciones y todas las situaciones difíciles. Y uno no alcanza a ver hasta dónde termina ese túnel, esa prueba; y uno no alcanza a ver la luz de la esperanza, uno se DESESPERA, precisamente. Pero gracias a Dios que Dios siempre está en el control de todo esto.

Hermanos, es cierto que nosotros no sabemos ni vemos. Por eso en las mentes que tenemos, tenemos que tener paciencia. Por eso es que tenemos que doblarnos de rodillas y decirle: “Señor, por favor ayúdame a esperar confiando en ti. Ayúdame a esperar a que tú me saques de esta situación y que yo al fin y al cabo después de esta situación difícil, pueda darte las gracias.

¡Qué hermoso es que nosotros pudiéramos darle las gracias a Dios en las pruebas! El apóstol Pablo, en el libro de Romanos cap. 5, hablando exactamente del mismo asunto, fíjense lo que dice:

Y no sólo esto,  sino que también nos gloriamos en las tribulaciones,  sabiendo que la tribulación produce paciencia; (Romanos 5:3 RV60)

Vean lo que está diciendo el Apóstol Pablo: “Nos gozamos en las tribulaciones”. ¡Cuántas veces, hermanos, lo que nosotros hacemos en medio de la prueba, es quejarnos. Y empezamos a decir: “¿Por qué Señor permite esto? ¡Yo te estoy sirviendo, mira, yo me entregué para servirte a tiempo completo y ahora hay tanta ingratitud de parte de los hermanos para conmigo!” Algunos pastores así se quejan. “¡Hay tanta oposición de parte de algunos hermanos, en vez que quien apoye, de quien ore por mí, se están oponiendo a mí! ¡No! ¡Yo creo que esto no es justo!” Y empezamos a renegar, cuando dice la palabra de Dios que deberíamos hallarnos llenos de gozo. Deberíamos darle gracias a Dios por cada una de las pruebas. Así dice el Apóstol Pablo y no sólo esto, sino que “también nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce…” ¿qué cosa?

¡PACIENCIA!

Lo que Dios está utilizando para pulirnos, para darnos esa virtud que nosotros necesitamos urgentemente en nuestras vidas; nos quejamos, renegamos. A veces, hasta abandonamos lo que estamos haciendo y decimos: “¡Ya no!”. Y eso es exactamente lo que el Diablo quiere. El Diablo quiere utilizar las pruebas, los problemas, las tribulaciones, las crisis, las dificultades, en nuestras vidas, precisamente para hacernos fracasar en nuestra vida espiritual. Para que nosotros perdamos el dominio propio, el control propio y nosotros empecemos a hacer cosas que nunca deberíamos de hacer.

Dele gracias a Dios cuando se encuentre en pruebas. Dele gracias a Dios cuando hay enfermedad. Dele gracias a Dios cuando la situación empiece a ponerse difícil. Dele gracias a Dios.

Nadie la tiene fácil. Nadie. Todo mundo tiene problemas. Todo mundo está atravesando por dificultades. Aún la gente inconversa. Yo no sé si Uds. se han dado cuenta, pero la gente inconversa también tiene problemas. ¿O no? ¿Toda la gente que está en los hospitales, en los sanatorios son personas cristianas? No. Hay gente inconversa ahí también. Y es la gran mayoría.

Hermanos, ¡Esto es lo fabuloso! ¡Esto es lo hermoso de nosotros los cristianos! Que nosotros sabemos qué es lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, y para la gente inconversa, esto no es así. Nosotros tenemos esperanza. Nosotros sabemos que Dios está trabajando a nuestro favor. Y a la gente inconversa todo lo que le queda es renegar, maldecir, quejarse, y decir qué mala es su suerte. El cristiano, no.  ¿No le da gozo eso?

Yo dije que hay dos maneras de las cuales nosotros aprendemos paciencia. La primera, es a través de las pruebas, a través de las tribulaciones, a través de que nosotros entremos en problemas.

LA OTRA MANERA, es un poquito más fácil. Es un poquito más sencilla. Pero, al fin y al cabo, requiere de algo. ¿Quiere saber cuál es la otra forma?

Vea en el libro de Gálatas cap. 5, vers. 22 y 23. Dice aquí la palabra de Dios lo siguiente:

Mas el fruto del Espíritu es amor,  gozo,  paz,  paciencia,  benignidad,  bondad,  fe, mansedumbre,  templanza;  contra tales cosas no hay ley. (Gálatas 5:22-23 RV60)

El otro camino que Dios nos muestra para que nosotros tengamos paciencia, es que todos los días nosotros vayamos a Dios y le digamos: “Señor, no voy a vivir mi propia vida. Yo voy a vivir tu vida. Señor, yo quiero que tu Santo Espíritu me controle, me llene. Yo quiero que tu Santo Espíritu me dirija en cada paso que yo voy a dar en mi vida”.

Cuando Ud. hace eso, dice la palabra de Dios que el fruto del Espíritu Santo en su propia vida va a ser la paciencia. Pero, ¿sabe que muy pocos cristianos toman ese camino? Normalmente nosotros queremos elegir el camino largo. Y Dios dice: “No quiero ese camino para ti. Yo quiero que tú, voluntariamente vengas y me rindas tu voluntad. Me rindas tus emociones, me rindas tu mente, me rindas tu corazón. Yo quiero que tú voluntariamente me permitas a mí producir exactamente una de las cosas que yo sé que te hacen falta para que te vaya bien en la vida. Pero como no quieres por la buena, tengo que utilizar la mala”.

Eso es exactamente lo que está diciendo en el libro de Santiago. Cap. 5, ver.8 y 9:

Tened también vosotros paciencia,  y afirmad vuestros corazones;  porque la venida del Señor se acerca. Hermanos,  no os quejéis unos contra otros,  para que no seáis condenados;  he aquí,  el juez está delante de la puerta. (Santiago 5:8-9 RV60)

¿Se da cuenta? Ud. no quiere rendirle voluntariamente, su voluntad -valga la redundancia- a Dios. Ud. no quiere venir y postrarse delante de Él y decirle: “Señor yo no quiero vivir mi propia vida, yo no quiero vivir mis propios intereses, yo no quiero hacer mi voluntad, yo quiero hacer tu voluntad. Yo quiero que tu Santo Espíritu me controle, me dirija, me llene”.

Y Dios dice: Bueno, de todas maneras yo te tengo que enseñar esta lección. ¿Verdad? Y entonces, viene la prueba, vienen las dificultades. Un hermano, a lo mejor inconscientemente, le hace algo y Ud. se molesta. Y empieza a quejarse, y empieza a renegar, y empieza a hablar mal de todos los cristianos, como si todos los cristianos fueran culpables. Y empieza a decir que todos los cristianos son una bola de hipócritas, y unos mentirosos, y unos falsos. Cuando no es así. Y lo que es peor, Ud. deja que esta falta, esa ofensa que alguien ha cometido en contra de Ud. le amargue y le apague en su vida espiritual.

Por eso es que dice aquí la palabra de Dios “hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.” (Stgo. 5: 8 y 9).

Qué diferente, si nosotros voluntariamente rindiéramos nuestras vidas al Señor. “Señor: yo no sé vivir mi vida, yo no quiero hacer mi voluntad. Señor yo no quiero cometer los mismos errores que antes. Señor, yo no quiero perder la falta de mi propia vida. Señor: tú contrólame, tú dirígeme, tú lléname”. Nosotros no vemos que el Señor Jesucristo nunca haya perdido la paciencia. ¿Hay un hombre más mando, más paciente, que Nuestro Señor Jesucristo?

Pero aquí la palabra de Dios nos dice que había otros, vea en el cap. 5 vers. 10 de Santiago:

Hermanos míos,  tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí,  tenemos por bienaventurados a los que sufren.  Habéis oído de la paciencia de Job,  y habéis visto el fin del Señor,  que el Señor es muy misericordioso y compasivo. (Santiago 5:10-11 RV60)

Hermanos, está la palabra de Dios hablándonos acerca de cada uno de los profetas, de cada uno de los hombres que sufrieron con paciencia el trabajo que tenían encomendados por el Señor. Pero dice la Biblia que Nuestro Señor Jesucristo aún aguantó con paciencia, sufrió con paciencia hasta llegar a la cruz del Calvario.

Todos queremos los frutos de la paciencia. Todos queremos cosechar los frutos de la paciencia. Pero somos pocos los que queremos, a lo mejor, pasar por el proceso de la paciencia. Vea en el libro de Hebreos, cap. 10, vers. 36. Dice la palabra de Dios aquí, lo siguiente:

porque os es necesaria la paciencia,  para que habiendo hecho la voluntad de Dios,  obtengáis la promesa. (Hebreos 10:36 RV60)

No hay manera, hermanos, de nosotros cosechar los frutos. No hay manera de que nosotros vayamos al árbol y arranquemos los frutos preciosos que nosotros queremos cosechar, si antes no hemos tenido paciencia.

Déjeme hacerle una pregunta: ¿Es Ud. lo paciente que debería ser? ¿De veras Ud. puede esperar y aguantar con paciencia cada una de las pruebas, cada una de las tribulaciones, cada una de las situaciones difíciles de su vida? ¿Honestamente, Ud. puede decir “estoy completamente seguro de que tengo la paciencia que Dios quiere que tenga”? No hay ningún problema. Yo nunca he tenido problemas por causa de mi impaciencia. Yo he sabido esperar, yo he sabido esperar cada momento de mi vida. Yo nunca he tenido ninguna dificultad en ese sentido.

Creo que nadie absolutamente puede decir eso. Todos necesitamos decirle al Señor: “Señor, ayúdame a ser paciente”. Los dos caminos: Ud. viene y se rinde a Dios y deja que Dios le llene y le controle con su Santo Espíritu; o Ud. necesita pasar por pruebas, sufrimientos, dolores… Y no estoy diciendo que si Ud. permite que el Espíritu Santo le llene y le controle, no va a tener que pasar por pruebas y sufrimientos y dolor. No estoy diciendo eso. Lo único que estoy diciendo, es que Ud. se va a ahorrar un poquito de problemas en cuanto a Ud. mismo.

Eso es exactamente lo que el Señor quiere. No hay otra manera de vivir la vida cristiana correctamente sin paciencia. ¿Por qué no le dice al Señor: “Señor, perdóname. He sido impaciente”? ¿Por qué no le dice al Señor: “Señor, me he metido en algunas dificultades con algunas personas por causa de mi impaciencia? He caído en algunas tentaciones, he caído en algunos pecados por causa de mi impaciencia. Señor, límpiame de ese pecado. Ayúdame a ser paciente”.

¡Dígaselo al Señor!

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