TODO PARA SU GLORIA - Incluso mi vida sexual
Por: Diego Brizzio
Publicado con permiso.
Imagen: romance-1934204_by Pana Kutlumpasis https://pixabay.com
Publicado con permiso.
Todo para su gloria
[Incluso mi
vida sexual]
En esta serie hemos insistido en que TODO
debe ser para la gloria de Dios, incluso lo más personal y cotidiano. Bien,
el tema de hoy va a tratar de algo que la gente suele tener como lo más
personal de todo: NUESTRA VIDA SEXUAL. Todos tenemos una vida sexual. Aunque
no hayamos tenido nunca una relación sexual o carnal propiamente dicha, o ahora
no tengamos compañero sexual, o tengamos relaciones muy raramente… igual, todos
tenemos vida sexual; unos de un modo, otros de otro. Desde el momento en que contamos
con genitales, y pensamos algo sobre sexo, y sentimos algo al respecto, y
decidimos o hacemos algo al respecto, todos tenemos una vida sexual. La
pregunta es: ¿cómo glorificamos a Dios con nuestra vida sexual?
I.
Viendo al sexo como
genial creación de Dios. “Y creó Dios al ser humano… varón y mujer los creó… Y
vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gn
1.27, 31). Dios creó al
varón y a la mujer. O sea que cada uno de los sexos fue diseñado y creado por
Dios, en cada detalle: la combinación cromosómica inicial, la química hormonal,
los órganos y su funcionamiento, la forma y las curvas, cada terminación
nerviosa, cada emoción o sentimiento, cada necesidad e impulso… Todo lo del sexo
es idea y obra artística del gran maestro.
¿Y cómo piensan
que le habrá salido esta obra de arte? Aquí dice que cuando Dios lo consideró,
vio que era “bueno en gran manera”, o sea maravilloso, positivo, útil,
apropiado, genial. El sexo es genial, al menos por cuatro razones: (1) Porque nos produce disfrute y bienestar físico. Antes y durante el acto sexual hay
segregación de ciertas hormonas, caricias, besos, abrazos, roces y movimientos
corporales… y todo eso produce placer y bienestar físico y anímico, y también favorece
el sistema cardiovascular, el cerebro, el sistema inmunológico, el consumo de
calorías, la disminución del dolor, la prolongación de la vida, y otras cosas
buenas. (2) El
sexo es genial porque nos genera disfrute y bienestar psicológico. Amar y ser amado, desear y ser deseado, seducir y
ser seducido, entregarse y recibir, poseer y ser poseído, satisfacer y ser
satisfecho, conocer íntimamente y ser conocido… todo esto es disfrute y bienestar
psíquico, y el sexo lo genera. (3)
El sexo también es genial por la capacidad procreadora. Que el acto sexual en muchos casos pueda generar otras
personas y hacer que lleguen al mundo es realmente admirable, no sólo por el
diseño orgánico en sí mismo, y el misterio de la vida, sino por el placer de
tener hijos. Y (4) el
sexo es genial porque nos sugiere o confirma que Dios mismo es genial. Si él es el creador de algo tan
genial, entonces él mismo en su persona también debe ser genial. Debe ser un
padre sabio, amoroso, tierno, dulce, que le gusta que los seres humanos
disfruten. En fin, el sexo es algo genial en muchos sentidos.
Hermanos y
amigos, los que conocemos la Biblia y la creemos, no debemos tener una visión
negativa del sexo, sino muy positiva. Es bueno en gran manera. Tal vez alguien tu
abuela, o tu madre, o alguna iglesia te enseñó que el sexo es algo sucio y
malo. O tal vez te abusaron, violaron o manosearon… O tal vez tuviste una
relación en que el sexo siempre era motivo de discusión, insatisfacción e
incluso dolor… En fin, si tuviste alguna enseñanza o alguna experiencia que te
llevó a pensar que el sexo es algo negativo, repulsivo o problemático, Dios te
invita hoy a entrar en un proceso de sanidad mental, emocional, y relacional,
un proceso que te vuelva a la verdad, a mirar al sexo como una creación genial
de Dios, y así prepararte para disfrutarlo. Así glorificamos a Dios.
II.
Aceptando que debe satisfacerse
sólo en el matrimonio enseñado en la Biblia. “Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó
al hombre, el cual exclamó: «Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi
carne. …Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y
los dos se funden en un solo ser” (Gn 2.22-25). Fíjense el orden de Dios:
cuando Adán ve a Eva, dice: “—¡Woww, esta sí me gusta, esta sí me enamoró, con
ella sí me siento acompañado y completo!”… Aquí tenemos el flechazo, la
atracción, el enamoramiento, el romance, el deseo entre un varón y una mujer, cosas
geniales puestas por Dios, como ya vimos. Pero fíjense cómo sigue. Dios no dice:
“—Por eso los que se atraen y los enamorados ya pueden acostarse y tener
relaciones”. No. Esto es lo que dice: “—Porque existe esa atracción y ese
sentimiento, las personas deben primero dejar a su padre y a su madre, y unirse
oficialmente entre sí”. Aquí tenemos el acto formal del casamiento. Entonces
—recién después— Dios dice: “—Ahora sí pueden y deben fundirse en un solo ser”.
Aquí tenemos las relaciones sexuales. O sea que desde la creación el orden es
este: (1) conocimiento-atracción-romance, (2) unión o vinculación oficial y solemne, y (3) práctica y
satisfacción de la vida sexual. La práctica y la satisfacción sexual viene después
de casarnos, o sea, con quien ya es el cónyuge.
Otro pasaje que
deja eso bien claro es este: “Si no pueden controlarse, entonces deberían
casarse. Es mejor casarse que arder de pasión” (1 Co 7.9). No dice: “—Si no
pueden controlar sus impulsos sexuales, mastúrbense, o salgan a buscar algún
buen amigo o amiga, o acuéstense con el novio o la pareja”. No. Esto es lo que
dice: “—Si ustedes notan que sus deseos son muy fuertes, piensen en casarse”.
El pasaje deja bien claro que antes de casarse hay abstinencia, pureza,
virginidad, y que la práctica y satisfacción sexual comienzan después de la
boda, con quien ya es el cónyuge.
Creamos y aceptemos
este principio divino: la satisfacción sexual plena e integral sólo puede ser
experimentada en el matrimonio enseñado en la Biblia. Así que, si queremos esa
satisfacción sexual, deberíamos antes formar y mantener ese matrimonio, esa relación.
¿Cómo es ese matrimonio bíblico, que tiene el potencial para satisfacernos bien?
(1) Es heterosexual, un varón con una mujer; están
presentes las dos estructuras fisiológicas y psicológicas complementarias, y
esto es indispensable para la satisfacción integral de los cónyuges, y la procreación
y mejor formación de los hijos. (2)
Es amoroso, mantiene una actitud
tierna de búsqueda del bien mutuo, lo cual es indispensable para la satisfacción
sexual mutua. (3) Es
formal, ha habido casamiento
civil, un pacto socio-jurídico oficial y público en que delante del Estado y de
la gente los novios se expresan lo más solemne y seriamente que pueden su
intención de vivir juntos y ayudarse durante toda la vida. Esto es indispensable
para que los cónyuges se brinden seguridad psicológica hacia el futuro. (4) Es exclusivo, 100% fiel, sin lugar para terceros; esto es indispensable
para la confianza y la intimidad. (5)
Es perpetuo, hay
perspectiva de toda una vida juntos, lo cual es indispensable para conocerse
profundamente, para modelarse y pulirse, para experimentar sexualmente y
disfrutar más, para traer, formar y acompañar a los hijos, etc. — Sí, amigos y
hermanos, la satisfacción sexual plena e integral sólo puede ser experimentada
en el matrimonio enseñado en la Biblia. Esta relación, con TODAS sus cinco características
(no debe faltar ninguna de ellas), cuenta con lo indispensable para la
felicidad y el bienestar sexual e integral.
Debemos creer y
aceptar este orden de Dios, este diseño. No luchemos más contra el mismo, no
nos rebelemos. Resolvamos con el corazón confirmarlo y defenderlo ante toda otra
forma de satisfacción sexual. Así glorificamos a Dios.
III.
Guardándonos del
pecado sexual. “ ¡Huyan
del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como éste, porque
la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo” (1 Co 6.18). Pecado sexual es todo aquello que de
una u otra manera se desvía del sexo en el matrimonio bíblico. En la Biblia
aparecen muchas formas: (1)
Fornicación (Ef 5.3): es una palabra
general que engloba varios pecados sexuales, por ejemplo, cualquier práctica
antes del matrimonio. (2)
Adulterio (Éx 20.14): es algún tipo de infidelidad al
cónyuge, tanto física, como mental o emocional, etc. (3) Práctica
homosexual (Lv 18.22; Ro 1.26-27; 1 Co 6.9): relaciones
sentimentales o carnales con personas del mismo sexo. Puede ser entre varones o
entre mujeres, cualquiera sea el rol que cada uno tenga. (4) Violación (Dt 22.25-26; 2 S 13.1-15). Violentar, obligar o manipular a
alguien para algún tipo de actividad sexual es pecado y perversión incluso en
el matrimonio. En el matrimonio también es un delito forzar y obligar. (5) Sensualidad
(Pr 5 y 7; 2 Co 12.21), o sea provocar a propósito el deseo erótico o carnal en alguien que no es el cónyuge, estimulando abusivamente
sus sentidos. Los varones suelen ser sensuales con las chicas hablándoles muy
bonito, y con pinta, para acostarse con ellas. Las chicas suelen ser sensuales con
los chicos mostrando abusivamente su cuerpo y acercándose, para engancharlos. La
sensualidad no es el estímulo moderado y legítimo de los sentidos; sino el
abuso de ese estímulo con alguien que no es el cónyuge. (6) Codicia (Dt 20.17) un intenso deseo por poseer sexualmente a
otra persona. (7)
Lujuria y lascivia (Ro 13.13; Gál 5.19)
deseo sexual liberado en prácticas
pecaminosas. (8) Inmundicia,
impureza, pasión de concupiscencia (2 Co 12.21; 1 Ts 4.5). (9) Incesto (Gn
19.32-36; Lv 18): relaciones
sexuales con parientes directos. (10)
Bestialidad (Ex 22.19): relación sexual
con un animal. (11) Prostitución
(Lv 19.29). (12) Travestismo (Dt 22.5; 1 Co 6.9). (13) Pederastia, (14) transexualismo, (15) pornografía y (16) masturbación… Estos últimos
cuatro que no se mencionan específicamente en la Biblia, pero obviamente son
pecados.
Todas estas formas de pecado, dice Pablo, son “contra el propio cuerpo”,
dañinas para nosotros mismos. Momentáneamente parecen causar placer, pero con
el tiempo va apareciendo insatisfacción, falta de intimidad, sufrimiento, abandono,
enfermedades físicas y psicológicas, violencia, destrucción de familias, hijos más
inseguros, o desprotegidos o abandonados, altísimos gastos sociales, contenciones
judiciales, etc. Si alguno de nosotros practica habitualmente alguno de estos
pecados, por favor: busque ayuda en alguien de confianza, cuéntele, y comience
a salir de esta prisión diabólica.
Algunos consejos para evitar estos pecados: (1) No te dejés
engañar: si no tenés prácticas sexuales antes del matrimonio, no te pasa nada
malo: el cuerpo no se enferma, ni te volvés loco. (1) Si están de
novios, o cuando se pongan de novios, de inmediato, resuelvan guardarse de relaciones, dejen
de tener relaciones, y mantengan esa resolución charlando y tomando decisiones.
(3) Si estamos casados, acordemos ser
abiertos; tengamos como política matrimonial ser completamente abiertos con
nuestras cosas: el celular, las redes, las salidas, las actividades, etc.
Contemos todo, y preguntemos todo; entre cónyuge no debería haber nada que el
otro tenga prohibido ver. (4) No nos expongamos al estímulo sexual:
internet, películas, videos, imágenes en el celu, ciertas canciones, etc. Estos
son los principales estímulos de hoy en día. Todo eso queda activo en nuestra
memoria, y resurgen periódicamente. Cortemos absolutamente con todo tipo de pornografía.
(5) Controlemos la imaginación. Cuando comencemos a imaginar relaciones, coqueteos,
caballeros dulces y tiernos, etc., dirijamos la atención hacia otro asunto
importante. (6) Rechacemos a quienes nos coquetean
o seducen, o distanciémonos de ellos. (7) Tratemos la
atracción homosexual. Por lo general,
el desagrado con el propio sexo, y la atracción hacia el contrario, tienen su
raíz en problemas de la infancia, o en frustraciones profundas. Eso puede y
debe ser tratado, como cualquier otra disforia, herida o impulso dañino. Puede
ser duro, largo y doloroso, incluso puede que nunca disminuya demasiado, pero
es importante que se haga, para no caer en la práctica homosexual. — Seamos sabios,
humildes, realistas, y pidamos poder al Espíritu Santo, para evitar el pecado
sexual. Así glorificamos a Dios.
IV.
Cultivando el disfrute
con el cónyuge. “Alégrate
con la esposa de tu juventud… Que sus pechos te satisfagan siempre. Que siempre
seas cautivado por su amor” (Pr 5.18-19). “Oh amante y amada: ¡coman y beban! ¡Sí,
beban su amor hasta saciarse!” (Cnt 5.1b). “El esposo debe satisfacer las necesidades
sexuales de su esposa, y la esposa debe satisfacer las necesidades sexuales de
su marido” (1 Co 7.3). Es curioso, parece que cuando estamos solteros
explotamos de pasión y libido, pero al poco tiempo de casarnos ya se nos apagó
la mecha, ya nos cansamos, y empezamos a mirar para otro lado. Eso no debe ser
así. Si estamos casados, o si vamos a estarlo, la recomendación bíblica, por no
decir el mandamiento de Dios, es que cultivemos el placer sexual, que lo
cuidemos, lo exploremos, lo explotemos, lo aumentemos. Quiero compartirles
algunos tips que pueden ser útiles (algunos de ellos me los confeccionó mi esposa):
(1) En
particular los recién casados, no esperen que su vida sexual sea pum para
arriba desde los primeros tiempos. Es algo que se construye y se aprende
con el tiempo, con paciencia y comprensión. (2) Aumentemos el diálogo y el compañerismo diario.
(3) Elogiémonos
mutuamente con sinceridad casi todos los días. (4) Saquemos de la habitación al bebé al cuarto o
quinto mes de nacido. No pasa nada. Dejemos con los abuelos a los niños periódicamente,
para poder salir o estar solos al menos una vez al mes. (5) Alguna de estas salidas, quizá una vez al año,
puede ser a un hotel, para hacerlo más especial. (6) No hagamos chistes con el cuerpo del otro. (7) No distancien tanto los encuentros íntimos;
tampoco los queramos todos los días, porque eso puede saturar. Logremos un
equilibrio entre el ritmo de uno y el ritmo del otro. (8) Leamos algún libros o artículo cristiano, por
ejemplo: Música entre las sábanas, Las cinco necesidades sexuales de
hombres y mujeres, los libros de los Cinalli, etc. La instrucción ayuda
muchísimo. (9) Cuidemos
nuestro aspecto físico de acuerdo con el gusto del cónyuge: si a mi mujer le gusta
que me afeite; si a mi marido le gusta que me pinte un poquito… (10) Reservar un poco de energía física para cuando
anticipamos que habrá un encuentro íntimo. (11) Anular toda posibilidad de interrupción cuando
queremos intimidad: la puerta con llave, la cortina cerrada, los teléfonos
apagados, etc. (12) Pensar e
invertir en estímulos sensoriales y sensuales, por ejemplo: perfumes, ropa corta,
transparente o apretada, música, alguna bebida o algún bocado que les guste (como
chocolate), luz especial, arreglo del cuarto o de la cama. (13) Jamás se les ocurra usar pornografía, ni
individualmente, ni juntos. La práctica sexual debe ser completamente original
de ustedes, no copias de gente y prácticas perversas. La pornografía siempre ha
destruido a las parejas. Purifíquense de pornografía. (14) Alaben y agradezcan a Dios por su cónyuge, por el
disfrute que Dios les regala con él. Háganlo solos y juntos — En fin, cada
vez que cultivamos el placer sexual con nuestro cónyuge, glorificamos a Dios.Imagen: romance-1934204_by Pana Kutlumpasis https://pixabay.com
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