EDITORIAL 14° ANIVERSARIO
Por: Luis Caccia Guerra
Imagen: religion-3717899_by Gerd Altmann
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Cumplimos catorce años de Ministerio. Estamos agradecidos.
Cuando empezamos, nadie se imaginó a dónde llegaríamos.
Nosotros sí. Teníamos una visión, teníamos un sueño;
sabíamos a dónde queríamos llegar. Vimos la puerta abierta, y en fe, nos
mandamos por ella… Aunque debemos
reconocer que Dios superó todas las expectativas.
Catorce años han transcurrido desde nuestros comienzos
allá por Febrero de 2006. En el transcurso de todo este tiempo tuvimos mentores
y detractores. Quien nos apoyó generosamente y quien nos mezquinó el apoyo. Genuinas
palabras de aliento y sutil lisonja. Francos colaboradores y anodinos
opositores. Gente que nos ayudó y gente que nos puso trabas. Gente interesada y
gente desinteresada. Quien nos leyó con gran interés y quien nos botó a la
basura. Amados hermanos que oraron por nosotros y otros que simplemente… nunca se
pusieron en nuestros zapatos. Gente que nos ayudó y su corazón caminó junto con
el nuestro, y gente que nos lastimó con ninguneo, olvido, menosprecio, subestima.
Gente que supo generar lazos de confianza, y gente que en el transcurso de mucho tiempo, simplemente fue incapaz de
hacerlo. Gente que nos trató con genuino y generoso amor de hermano y gente que
nos trató con sutileza, que tuvo para nosotros conducta políticamente correcta
y hasta ahí; que nos trató con estrategia, como se trata con el enemigo, no con
el hermano.
Hubo períodos en los que estuvimos en lo más alto de la
ola… y otros en los que la soledad, la falta de apoyo, el desaliento, las
quemantes arenas del desierto, el frío puñal de la indiferencia, hicieron
estragos. Períodos en los que construimos puentes y otros en los que tuvimos
que cavar trincheras. Hubo períodos de franco crecimiento y otros de estancamiento
hasta tal extremo de querer arrojar todo por la borda. Hubo tropiezos, hubo
caídas; y también hubo momentos en los que rendidos, nosotros mismos nos arrojamos
al suelo. Pero a pesar de TODO, de TODOS, de NOSOTROS inclusive, cada vez la
mano de DIOS nos levantó con más ímpetu y poder.
Hoy, nadie está en condiciones de adjudicarse un mínimo
crédito. Ni nosotros mismos. Toda vez que el que se creyó habernos dado algo, en
realidad nos dio más dolores de cabeza que cualquier otra cosa. Y el que
realmente puso algo de valor en nuestras manos no se daba cuenta de ello.
A pesar de claroscuros, estamos agradecidos por TODO y por TODOS.
“Amado Señor, Gracias por todo lo que nos diste. Y
también gracias por todo lo que nos dio cada uno. Rogamos tengas a bien
devolver en gran manera multiplicada cada cosa que piden delante de tu
presencia con genuino amor y sinceridad de corazón por nosotros; y a cada uno, devolverle
más de lo mismo que nos dio.”
...Hasta
aquí nos ayudó el Señor.
(1 Samuel 7:12)
Está
mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha
sostenido.
(Salmos 63:8)
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