UNA SÚPLICA DESDE LO PROFUNDO DEL CORAZÓN
Por: Luis Caccia Guerra
En II Samuel 7:27 encontramos esta oración del rey David:
Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo:
Yo te edificaré casa. Por esto tu
siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica.
(2 Samuel 7:27 RV60)
Una súplica que evidentemente el Señor había puesto en su
corazón. No la imaginó, no la recordó, no la leyó en ninguna parte ni la
escuchó de otro. No la esbozó improvisadamente como quien de repente se ve en
el compromiso de conducir una oración en público y no sabe qué decir. Dice la
Escritura que Dios se la reveló.
Esta es la clase de oraciones que como perla de brillo y
de gran valor debe ser buscada y debe ser hallada. Pero para que una oración
como esta pueda ser encontrada dentro del corazón, debe ser un corazón íntegro,
creyente, atento a Dios; no prestando el oído al mundanal -¿y… por qué no,
eclesial?- ruido.
He escuchado oración pública bella, cuidada en todos sus
términos, citando versísulos de las Escrituras, hasta con algo de música y poesía…
pero no más que ruido a los oídos de Dios. Multitud de palabras que no
trasciende los muros, incapaz de elevarse más allá del techo del recinto.
Muchas veces quien esto escribe se ha encontrado orando así. Es que un corazón
frío, indiferente, sólo puede hallar vacío y vanidad dentro de sí.
El milagro, la gran bendición, se manifiestan cuando
estamos pendientes de la soberanía de Dios. Cuando Él nos muestra y nosotros las podemos ver, LAS VERDADERAS
NECESIDADES y TAL COMO DIOS LAS VE.
Dios presta su oído para oír lo que le decimos. Pero
también escucha LO QUE NO LE DECIMOS. A Dios no le importan la gramática, qué
tan largas o cortas, la música ni la poesía de nuestras más bellas oraciones;
sino las que salen de un corazón íntegro INSPIRADAS por el Espíritu de Dios. No
es el don, es la GRACIA lo que prevalece.
Y de igual manera el Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros… (Romanos 8:26 RV1960)
Escrito originalmente para:
https://www.devocionaldiario.com/luis-caccia-guerra/una-suplica-desde-lo-profundo-del-corazon/
Se publica en este medio con permiso.
Imagen: www.devocionaldiario.com
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La oración pública es vital y necesaria. No podría negarlo. Pero nada mejor que cuando oro a solas, allí en mi aposento. Es como una charla íntima donde solo hay cabida para Papá y yo. "Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará." (Mateo 6:6)
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