SERIE "SÓLO A ÉL SERVIRÁS" - Mensaje 1: ABRE TU BOCA Y YO LA LLENARÉ
Por: Pastor Diego Brizzio
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Audio: "La Roca" M.I. - Sonido "Sígueme"
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Escúchenme,
¿alguna vez has escuchado que Dios te dice: “Abre tu boca”? … ¿Para qué puede
Dios querer que alguien abra su boca? … Hoy comenzamos la serie que lleva como
título general “Sólo a él servirás”. Pero el título del mensaje de hoy en
particular es, precisamente:
Abre tu boca, y YO
la llenaré
(Sólo a él servirás I) - Sal 81.8-16
El
Señor no está mandándonos a hablar ni a predicar, está invitándonos a buscar en él nuestra satisfacción, una
satisfacción abundante. Leamos el Salmo 81.8-16: “Oye, pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyeres., No habrá en
ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy Jehová tu Dios, que te
hice subir de la tierra de Egipto; abre tu boca, y yo la llenaré. Pero mi
pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. Los dejé, por tanto, a la
dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos. ¡Oh, si me hubiera
oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado Israel! En un momento habría
yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus adversarios. Los que
aborrecen a Jehová se le habrían sometido, y el tiempo de ellos sería para
siempre. Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, y con miel de la peña les
saciaría.”
Dios está llamando
a su pueblo Israel, y le dice: “—Oí bien, pueblo mío. Obedecé el mandamiento
que voy a darte. Te va a ir muy bien si obedecés. De ninguna manera podés
permitirte mirar el sol, o la luna, o un toro, o un árbol (como hacen las otras
naciones), y pensar que tienen poderes o cualidades semejantes a los míos, o
que pueden ocuparse de tus necesidades, y luego sentir y hacer cosas que sólo
debes sentir y hacer por mí. ¡Ni se te ocurra, de ninguna manera! “Yo soy Jehová tu Dios”. Yo soy real y personal,
y lleno de atributos admirables. Yo puedo ocuparme de tus necesidades. Por mí emociónate,
por mí hace todo lo que quieras hacer. Acordate de todas las evidencias de mi
gloria que ya te di cuando “te hice subir
de la tierra de Egipto”. Te mostré que te amo, que libro de la opresión, que
defiendo del enemigo, que guío, alimento, doy de beber, legislo y juzgo justamente,
soy paciente, y muchas cosas más. Acordate de lo que te mostré de mí. Mirá cómo
te lo voy a decir: como una mamá se lo dice a su chiquito mientras lo alimenta:
“Abre tu boca, y yo la llenaré”. Animate
a confiar sólo en mí, y te aseguro que vas a tener la satisfacción de todas tus
necesidades.
¿Qué dicen ustedes, hermanos: lo
escuchó el pueblo a Dios, lo obedeció? No. El pueblo abandonó a Dios y se hizo ídolos.
Entonces Dios lo dejó librado al supuesto poder de esos ídolos. Y así les fue:
en lugar de sustento y defensa, encontraron pobreza extrema y derrota. Termina el Salmo
con un lamento. El Señor lamenta no haber sido buscado por el pueblo, y no
haberlo podido bendecir tal como quería. ¡Cuántas victorias les habría concedido
yo, cuanto alimento bueno les habría dado!
La idolatría, lamentablemente, fue
un pecado crónico o cíclico de Israel, a lo largo de toda su historia, pecado que
copió de las naciones vecinas, y que Dios aborreció. Vamos a aplicar este
pasaje a nuestra realidad. Lo primero que nos vamos a preguntar es:
I.
¿Permanece este
mandamiento hoy?
…
Definitivamente sí. Este mandamiento también se repite en el Nuevo Testamento.
Pablo ordena: “No seáis idólatras… amados
míos, huid de la idolatría” (1 Co 10.7, 14). Y Juan manda: “Hijitos míos, guardaos de los ídolos” (1
Jn 5.21). Así que, este mandamiento de Dios hoy permanece, y muy firme. Lo
segundo que nos vamos a preguntar es:
II.
¿Qué es exactamente
un ídolo?
Aquí
va una definición sencilla: Un ídolo es algo
que reemplaza a Dios, o compite con él, en nuestros pensamientos, sentimientos
y comportamientos. Les ruego que miremos con toda franqueza nuestros pensamientos:
¿de algo pensamos que tiene alguna cualidad o algún poder semejante a los de
Dios, y que puede ocuparse de alguna necesidad nuestra? Si es así, entonces ese
algo es un ídolo, o puede llegar a serlo. Ahora miremos con franqueza nuestros sentimientos:
¿por algo sentimos una fuerte admiración, o un intenso placer, una gran
confianza, un profundo anhelo de acercarnos, una esperanza de satisfacción, una
dependencia, y hasta una euforia? Si es así, entonces es muy posible que ese
algo se trate de un ídolo, y mucho más si por Dios no sentimos esas cosas, o
las sentimos menos intensamente. Ahora miremos nuestros comportamientos:
¿elogiamos espontáneamente a algo, lo celebramos, lo buscamos, o invertimos en eso
dinero, tiempo, esfuerzo, movilización, salud, talento; le pedimos que nos
satisfaga? Si es así, entonces es muy posible que eso se trate de un ídolo para
nosotros, y mucho más si por Dios no hacemos esas cosas, o las hacemos menos o
peores.
Un ídolo es algo que reemplaza a
Dios, o compite con él, en nuestros pensamientos, sentimientos y
comportamientos.
Puede ser consciente o inconsciente, eventual o permanente, muy disimulado o
muy patente. Puede ser una persona, o un objeto, un recurso, o una actividad. No
importa cómo sea. Es un ídolo. La tercera pregunta:
III.
¿Cuáles son algunos de
los ídolos actuales?
Vamos
a mostrar algunos: öel Gauchito Gil; öla Difunta Correa, mucha gente piensa
erróneamente que tiene poder de proteger los autos, y luego siente y hace cosas
por ella, que en esencia les corresponden sólo a Dios; öSan Expedito, lo mismo; ölas vírgenes, öSan Cayetano, u otros santos, la
gente piensa que tiene poder para enviar trabajo y sustento, y luego siente y
hace cosas por él, que les corresponden a Dios. öMaradona, öGilda… ¿Alguno de ustedes adora a alguno
de estos ídolos, o sigue adorándolo? En el nombre del Señor, lo exhorto a erradicar
completamente esa veneración de su vida.
öAhora veamos estos otros ídolos: öalgún artista, especialmente
cantante, öalgún equipo deportivo: los
hinchas piensan que es la causa grande con la que deben identificarse en la
vida, y siente y hace cosas que no hacen ni sienten por Dios, o no de la misma
manera; öla ficción, series, sagas,
novelas (otro día hablaremos más sobre esto); öla tecnología, lo mismo; öla popularidad propia o la aprobación de
los demás: la gente piensa que los “me gusta” que recibe a sus publicaciones en
las redes sociales es el amor y la aceptación que necesita, y luego siente y
hace cosas que no siente ni hace por Dios, o no de la misma manera; öel conocimiento y la ciencia empírica; öel dinero, las compras y las posesiones:
la gente piensa que el dinero y las cosas le proporcionan la seguridad, y luego
sienten y hacen cosas que no sienten ni hacen por Dios; öel trabajo; öalguna ideología; öy hasta el ministerio o los ministros
cristianos… Algunos cristianos adoran los ministros; y algunos ministros se
adoran a sí mismos. ¿Alguno de ustedes adora a alguno de estos ídolos, o sigue
adorándolo? También debemos erradicar esta idolatría.
Estos
son algunos de los repulsivos ídolos actuales.
IV.
¿Cómo nos irá si
adoramos ídolos?
Dice:
“Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón” (Sal 81.12). Y
Pablo dice que “los idólatras no
heredarán el reino de los cielos” (1 Co 6.9), y Cristo revela que “tendrán su parte en el lago que arde con
fuego y con azufre” (Ap 21.8). A los idólatras el Señor los deja librados a
sus propios ídolos. Por tanto, no van a recibir ninguna ayuda, y van a terminar
destruidos. Van a quedar insatisfechos, vacíos y frustrados de todo lo que pensaron,
sintieron e hicieron, y también van a quedar heridos, dañados, destruidos por
la misma vida. Steffi Graf, la
tenista que ganó siete títulos mundiales en los ochenta y los noventa, hizo de su
deporte su ídolo. Cuando llegó a los 45 años, y tuvo que abandonar, dijo: “Siento
que no tengo propósito en la vida”. Acabado el ídolo, se acabó el sentido de la
vida. Eso se llama frustración. Grandes empresarios, e incluso personas
comunes, que hicieron del dinero su ídolo, llegaron a deprimirse e incluso a
suicidarse el día que perdieron todo. Acabado el ídolo, se acabó la vida. Pero
todavía más, el que no se arrepintió de su idolatría antes de morir, ni
se volvió a Dios, terminó, o terminará, en el mismo infierno.
V.
¿Cuál es la
exhortación de Dios?
Dios
nos exhorta a que no lo cambiemos por ningún ídolo, en ningún aspecto, en
ninguna medida. Hacerlo no sólo es ofensivo, sino también absolutamente estúpido
e irracional. Como dice Jeremías: es como dejar un manantial inagotable de agua
pura, y hacerse aljibes que abomban el agua, se agrietan, y la dejan escurrir.
¿A quién se le puede ocurrir?
Dios
nos exhorta a buscarlo sólo a él. Dice: “Yo soy Jehová tu Dios” (Sal 81.10). “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mt
4.10). Él es
Dios real, personal y lleno de atributos maravillosos. Así que, nos llama amorosamente
a formar nuestros pensamientos con lo que la Biblia revela de Él. Nos llama a procurar
que se generen sentimientos hacia él. Nos invita a hacer girar nuestros
comportamientos alrededor de él.
Y
para animarnos, nos recuerda todo lo maravilloso que él mostró de sí mismo
cuando el Señor Jesucristo murió en nuestro lugar en la cruz: su amor, su compasión,
su justicia, su poder… Todas esas cualidades, esos atributos, es todo lo que
necesitamos para nuestra satisfacción.
Y
finaliza con una promesa: “Abre tu boca, y yo la llenaré”. Me voy a ocupar de todas
tus necesidades reales: libertad de culpa (perdón); aceptación, amor y pertenencia;
perspectiva de eternidad; sentido de propósito y misión; conocimiento y
sabiduría; placer profundo; seguridad y protección, etc. Todas esas necesidades
tendrás satisfechas. Vas a ser realmente feliz.
Cada
vez que nos sintamos satisfechos con el Señor, no vamos a querer ni necesitar ídolos.
Como cuando volvés de una fiesta, de una
noche de banquete, después de haber comido platos deliciosos y abundantes, y pasás
por la mesada de tu cocina en tu casa, y ves una galleta de agua. ¿Te interesa?
De ninguna manera. Bueno, busquemos nuestra satisfacción en el Señor, y no
vamos a necesitar ningún ídolo.
Sólo cuando pensemos la verdad acerca de Dios, y sintamos
cosas buenas y fuertes por Dios, y hagamos todo para Dios, estaremos más
a libres de la idolatría.Imagen: https://pixabay.com
Audio: "La Roca" M.I. - Sonido "Sígueme"
Correcto. Incluso si nos dejamos envolver por el trabajo, trabajo y más trabajo, quedándonos sin tiempo para dedicarle al Señor, tal trabajo puede considerarse como idolatría. Muchos acuden puntualmente a la iglesia a pedirle al Señor el milagro de encontrar trabajo. Mas, cuando lo obtienen, se ausentan de la congregación, culpando de eso a la falta de tiempo por el "trabajo".
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