SERIE "SÓLO A ÉL SERVIRÁS" - Mensaje 2: EL DINERO Y LAS POSESIONES

Por: Pastor Diego Brizzio


Para descargar el AUDIO de este artículo, click AQUÍ


El domingo pasado vimos que Dios de ninguna manera acepta ídolos en nuestra vida. Vimos que un ídolo es algo que reemplaza a Dios o compite con él en nuestro pensamiento, sentimientos y comportamiento. Hoy vamos a ver uno de esos ídolos.
Leamos Lucas 12.13 al 21: “Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee [la frase “no consiste en” significa “no depende de”]. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”
Jesús estaba enseñando grandes verdades a grandes multitudes. Estaba enseñando sobre los peligros y los pecados que los discípulos podían encontrar al seguirlo a él: podían cometer hipocresía. O podían acobardarse cuando las autoridades los amenazaran con quitarle la vida si continuaban siguiendo a Cristo. Y algunas otras cosas. De repente, un hombre rompe aquel sagrado momento de enseñanza; lo interrumpe. Y uno se pregunta: ¡¿Qué querrá?! ¿Querrá hacerle alguna pregunta sobre el tema, confesar un pecado, pedir ayuda para ser más fiel… algo importante que les interese a todos en general? Pero no… Hoy diríamos: ¡Chan! ¡Miren para qué interrumpió este hombre el magisterio glorioso de Jesús a multitudes! Para pedirle que lo ayudara a conseguir su herencia material y particular…
Jesús se negó a oficiar de Juez de Paz o de abogado en lo civil, porque él no estaba para eso. Pero, puesto que Jesús sí estaba para enseñar, y de hecho estaba enseñando sobre los peligros y los pecados que podían encontrarse al seguir a Él, Jesús quiso tomarse un tiempo para enseñar sobre lo que estaba llenando el corazón de ese hombre, y el de muchos otros. ¿Sobre qué enseña Jesús? Sobre la avaricia. Sobre...
El dinero y las posesiones
Sólo a Él servirás II — Lc 12.13-21
Obviamente, lo que Jesús dijo en aquella ocasión, lo dice también hoy.
I. ¿Qué es la avaricia? O, mejor dicho, ¿quién es un avaro?
Un avaro es alguien en cuyos pensamientos, sentimientos y comportamientos el dinero reemplaza a Dios, o compite con él. (de nuevo) Un avaro es alguien en cuyos pensamientos, sentimientos y comportamientos el dinero reemplaza a Dios, o compite con él. ¿Cómo es eso?
(1) Veamos primero cómo es que el dinero reemplaza a Dios, o compite con él, en los pensamientos de un avaro. Lo deja en claro Jesús: el avaro, consciente o inconscientemente, piensa, supone, que la vida depende del dinero, y que, por tanto, mientras más dinero tenga, mejor y más larga es la vida que tendrá. Eso es lo que pensaba el hombre de la parábola. Él pensaba: “—Tengo dinero, por tanto, tengo mis necesidades básicas cubiertas: tengo para comer y beber, para vestirme, vivienda, pagar médicos, etc. Tengo dinero, por tanto, puedo acceder a los placeres de esta vida: las diversiones, las comodidades, el esparcimiento. Tengo dinero, por tanto tengo valor y dignidad personal, los otros me atribuirán importancia, status social. Pero no sólo eso, sino que como tengo mucho dinero, voy a tener todo eso de buena calidad, y lo voy a tener por muchos años”. Eso es lo que piensa el avaro: que la vida depende del dinero, la vida con todos sus elementos necesarios y lindos, de buena calidad y durables.
Ahora bien, ¿por qué decimos que en esos pensamientos el dinero remplaza a Dios o compite con él? … Porque la verdad es que, por encima del dinero y de las posesiones, está Dios. Él es quien en definitiva cubre nuestras necesidades básicas, quien nos brinda placeres y cosas lindas, y quien al crearnos y amarnos nos da valor y dignidad personal (algunas veces en nuestro corazón, y otras veces también delante de los demás, aunque esto no siempre es así, y no siempre es necesario.) Por ejemplo: dice que, si Dios le da de comer a los pájaros, y viste a las flores (cosas de menos valor que nosotros), mucho más nos satisfará nuestras necesidades básicas (Lc 12.22-34). La Biblia también dice que Dios nos da las cosas para que las disfrutemos (1 Ti 6). Así que, si pensamos que nuestras provisiones dependen del dinero en sí mismo, hemos sacado a Dios, lo hemos reemplazado.
Hermano, amigo, en lo profundo de tu corazón, ¿pensás que tu vida depende del dinero? Pensás que, teniendo mucho dinero, tendrías “la vida resuelta”? Si ves a alguien que tiene dinero, ¿decís que le va bien? Si es así, entonces pensás que tu vida depende del dinero. Ojo. Tenés que poner en primer lugar a Dios en la cadena de provisión. De él depende la vida, y todos sus elementos.
(2) Ahora veamos cómo el dinero reemplaza a Dios, o compite con él, en los sentimientos del avaro. Primero, el avaro siente insatisfacción con lo que ya tiene, y por eso también siente deseos de tener más, quiere más. Está ansioso por conseguir, agregar y sumar. ¿Por qué desea más? Bueno, por lo que piensa: si la vida depende de los bienes, entonces, mientras más bienes tengamos, la vida será mejor y más larga. Por eso desea más. Segundo, según Proverbios 11.18, el avaro siente confianza en el dinero… Tercero, según 1 Timoteo 6.9-10, el avaro siente amor al dinero (1 Ti 6.9-10). Y cuarto, el avaro siente esperanza en el dinero (1 Ti 6.17). Sin lugar a duda este hombre de la parábola no se mostró satisfecho con la riqueza que ya tenía, sino que quiso amontonar más, quiso sumar. También confió en sus bienes, de algún modo los amó, y esperó en ellos.
¿Por qué esto es reemplazar a Dios? Porque Dios dice en el Salmo 27 y 63 que, antes que desear más dinero y cosas, nosotros debemos desear más de él, y debemos desearlo más intensamente. Si nosotros no anhelamos encontrar al Señor cada día, buscarlo y percibirlo, pero si anhelamos al dinero, entonces estamos reemplazando a Dios con el dinero. Dios también dice que es en él en quien debemos confiar en cuanto a la vida, que es a él a quien debemos amar, y que es en él en quien debemos esperar.
Hermano, amigo, mirémonos un poco la psiquis: ¿tenemos siempre como gusto a poco respecto de nuestras provisiones? ¿Estamos siempre pensando en tener más, en tener lo mejor, en tenerlo pronto, y en cómo tenerlo?
(3) Ahora veamos cómo el dinero reemplaza a Dios, o compite con él, en el comportamiento del avaro. Las cosas que voy a mencionar ahora no son necesariamente o en sí mismas inmorales o pecaminosas. Por ejemplo: puesto que desea más, muchas veces el avaro trabaja más. Para juntar más, el hombre de la parábola tuvo que destruir los viejos graneros, y construir los nuevos. Así también, los que quieren más tienen que trabajar más horas, tomar otros turnos, ampliar la casa, hacer un depósito, hacer mejoras, etc. Y a veces para hacer todo eso, deben renunciar a cosas valiosas como horas con la familia, descanso, feriados, etc. También empiezan a tener un estilo de vida superior al que tenía. El hombre de la parábola se dio rienda suelta para un buen estilo de vida. El hombre que quiere más y consigue más, ahora come y viste mejor, compra un auto mejor, sale más a comer afuera o en mejores restaurantes, va más al cine, a teatros y a conciertos, se va más lejos de vacaciones, manda a sus hijos a mejores escuelas, etc.
Estas cosas, como dijimos, no son inmorales en sí mismas. ¿Cuándo, entonces, el dinero o los bienes reemplazan a Dios con esos comportamientos? Cuando antes de invertir en todo ese mejor estilo de vida, no hemos invertido en lo que apasiona a Dios, en la obra de Dios: cuando no hemos invertido en la evangelización, en la enseñanza, en la ayuda social. Cuando nunca hemos invertido en misioneros, en llevar a alguien a Cristo; cuando no hemos invertido plata y tiempo en discipular a alguien, en comprar material aprender la Biblia, cuando no hemos ofrendado para los maestros de la palabra, cuando no hemos ayudado a nadie que está en necesidad… O cuando nunca usás tus bienes (auto, casa, herramientas) para la obra de Dios. Me ha gustado ver cómo hermanos ponen sus casas, o ponen sus autos para la obra de Dios. Sé que algunos de ustedes ofrendan mucho de sus dinero.
Hermanos, amigos, el primer destino que le das a tu dinero y a tus bienes, la cantidad que invertís, habla de quién señorea en tu corazón, de quién es tu Señor…
Así que, el avaro es alguien en cuyo pensamiento, sentimiento y comportamiento el dinero reemplaza a Dios, o compite con él.
II. Mandamiento, consecuencias y erradicación
(1) El mandamiento: “Mirad, guardaos de toda avaricia”. Estén alertas, examinen bien sus pensamientos y conceptos, sus sentimientos, sus inversiones. Y si encuentran algo de avaricia o la idolatría al dinero, sáquenla de cuajo.
(2) Las consecuencias: hay consecuencias actuales y eternas. Las actuales son: peleas con la familia, como el hombre de la parábola. ¡Cuántas personas se pelean con sus padres, hermanos y cónyuge por la avaricia!  Distracción de las enseñanzas de Jesús, como el que lo interrumpió aquí. No prestó atención a lo que enseñaba, ni asimiló nada, porque su mente estaba capturada por tener más dinero. Un avaro no aprende nada, ni progresa en su transformación espiritual. Endeudamiento fuera de control, o innecesario: las compañías de préstamos, los bancos, las tarjetas están detrás de nosotros, hostigándonos, y queriéndonos cobrar. Enfermedades físicas y psíquicas: ansiedad, angustia, gastritis, insomnio, etc. Delitos: corrupción, robos. Precisamente en estos días se hablaba de la serie de Lanata, sobre la corrupción en el país, la serie que se llamará Avaricia. Necesidades insatisfechas: porque como dice Proverbios, el que quiere enriquecerse va a la pobreza. Muchas veces, en las familias que han sido avaras, terminan pasando necesidad.
¿Cómo erradicar la avaricia? Dice Cristo: siendo rico en Dios. ¿Qué significa? Buscándolo mucho, en su Palabra y por el Espíritu, dedicando mucho tiempo a buscar su rostro. Creyéndole y percibiendo su hermosa forma de ser: amoroso, atento, proveedor. Gozándonos y satisfaciéndonos en él. El gozo y la satisfacción en el Señor desplaza todo otro deseo. El contentamiento material. Estar satisfecho con lo que el Señor nos da. Y siendo fieles al invertir en él. Mientras más damos para la obra de Dios, menos avaros seremos, y más disfrutaremos ayudar.

Imagen: https://pixabay.com
Audio: Sonido "SÍGUEME"

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNGES MI CABEZA CON ACEITE...

El poder del ayuno

PARECIDOS, PERO NO IGUALES