ESPECIAL DE MISIONES

Especial de misiones
Síntesis del Mensaje compartido por Raúl Blasco el 09/04/2017
IGLESIA CRISTIANA EVANGELICA “SIGUEME”
España 155 – Godoy Cruz – Mendoza – Argentina

¿Qué es un misionero? Dice el diccionario de la lengua española: “predicador evangélico que hace misiones”. Y misión, es: “la acción de enviar; poder dado a alguien para desempeñar algo; viaje a distintas regiones para propagar el Evangelio; conjunto de predicaciones a tal efecto o lugar donde se realiza”. Todo esto hace referencia a “misiones”.

Un misionero que va a África, a la India, a lugares lejanos, a etnias que son difíciles de alcanzar. Otros trabajando para la traducción de la Biblia… ¿son misioneros?
Y aquél que está estudiando un idioma para poder llegar a esa etnia no alcanzada, no está todavía predicando el Evangelio, pero está estudiando el idioma para llegar con ese propósito, ¿es un misionero?
El que se está preparando, capacitando cono Johnatan y Noelia, como Josué y Eliana, ¿son misioneros?

Sí, son misioneros. Tenemos claro entonces, el concepto. Muchas veces pensamos que solamente el que ya está trabajando es misionero. Detrás hay muchos hermanos que están trabajando en la parte logística apoyando a ese misionero, como aquellos que están enseñando en institutos, que están capacitando a personas para que con esa capacitación puedan ir al campo misionero. También son parte de las misiones. Todo esto hace al conjunto de misiones.

LA MISION NACE EN EL CORAZÓN DE DIOS.
Nace en el corazón de Dios porque el Padre en la Eternidad se pregunta: ¿a quién iremos, quién irá por nosotros? Y envía a su Hijo, el Señor Jesucristo.
  • El Padre envió al Hijo
También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí.
(Juan 5:37a RV1960)
  • El Hijo envió al Espíritu Santo
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
(Juan 15:26 RV1960)
  • El Espíritu Santo nos envió a nosotros
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
(Hechos 1:8 RV1960)

Una misión que nace en el corazón de Dios y sigue. Y es encomendada a cada uno de nosotros. Primero a aquél pequeño grupo.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
(Hechos 2:4 RV1960)

Aquí comienza:
Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
(Hechos 2:14 RV1960)

¿Qué capacidad tenían estos hombres? ¿Qué instrucción tenían? Eran gente común, no tenían mayor instrucción académica, no eran hombres capacitados, no eran poderosos, no eran reconocidos y más, aún: con un pasaporte en el vasto imperio romano no reconocido para nada porque eran judíos. ¿A dónde iban a ir por sus propios medios por sus propias fuerzas? Pero el Espíritu Santo enviado por el Señor los impulsó. Y dice que en aquél día se añadieron a la iglesia como 3.000 personas (Hechos 2:41). ¡Qué poder el del Espíritu Santo!

¿QUIÉN ES JESÚS EN TU VIDA?
¿Quién es Jesús en MI vida? ¿Qué valor tiene Jesús en mi vida? ¿Qué valor le estoy dando? ¿Qué estoy dejando que el Señor haga en mí?
  • Para algunos es un amuleto al que recurro cuando estoy en problemas (el mundo)
Cuando hay alguna situación difícil, enfermedad… a veces he escuchado decir: “el flaco me ayuda”. ¡Y cómo me duele! Porque para mí no es “el flaco”. ¡ES EL SEÑOR! Aunque a veces no lo demostremos, no seamos tan fieles, pero es el Señor. Y eso tenemos que mostrarlo, tenemos que enseñarlo a quienes no conocen.
  • Para otros es simplemente el SALVADOR.
Le recibieron como su salvador personal y tienen la Salvación asegurada. Porque el Señor nos amó, porque se dio a sí mismo por nosotros, Él pagó por nuestros pecados, ya tenemos la Salvación asegurada. Él vino a nuestras vidas y nos olvidamos de cuánto Él espera de nosotros. ¿Quién es Jesús en tu vida?
  • Es a quien le debo la vida y es TODO PARA MÍ.
Cuando tenemos este sentir, en Él nos movemos y en Él hacemos y en Él esperamos y en Él confiamos y no damos un paso si no le consultamos en oración, le consultamos en su palabra y Él nos hable y nos guíe, entonces vamos a mostrar quién es Jesús y el mundo que nos rodea va a poder conocer del amor de Cristo de la obra que él hizo por nosotros. Pero si no vivimos a Cristo en nuestra vida, si no confiamos, si nuestra fe es tan pobre que no podemos mostrar es fe para que el mundo crea, no vamos a alcanzar a nadie. Él es el Señor y es el poder del Espíritu Santo el que debe moverse en nosotros para alcanzar a aquellos que están en tinieblas, cegados por el enemigo.

EL AMOR AL SEÑOR
  • Guardando el mandato del Señor
Si me amáis, guardad mis mandamientos.
(Juan 14:15 RV1960)

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
(Mateo 28:19a RV1960)

¿Lo estamos haciendo?
  • Permaneciendo en su amor
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
(Juan 15:7-12 RV1960)

A veces no podemos decir que estamos llevando fruto en la obra del Señor, frutos que se vean, frutos que glorifiquen al Señor, frutos que trascienden. Hermano ¿estás triste?, ¿estás preocupado? ¿estás angustiado por las cosas que te pasan? ¿por la salud? ¿por problemas? ¿por trabajo? ¿por relaciones familiares? Presentémoselas las Señor. Pero saben? No hay mayor gozo que cuando llevamos un alma a los pies del Señor. No hay mayor gozo que obedecerle y poder llevar almas a sus pies.

LA GRAN COMISIÓN

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
(Mateo 28:19-20 RV1960)

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
(Marcos 16:15-16 RV1960)

pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
(Hechos 1:8 RV1960)

LA VOLUNTAD DE DIOS
  • Que todos los hombres sean salvos
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
(1 Timoteo 2:4 RV1960)

A veces discriminamos nosotros. “El Señor no quiere que éste sea salvo porque no escucha”. Pero Dios quiere que todos los hombres vengan al conocimiento de la verdad. Nosotros debemos llevar el mensaje. Si es rechazado ya no es culpa nuestra. Una cosa es aquellos que jamás oyeron de Jesucristo y de su obra hecha en la cruz por ellos y otra cosa es aquellos que lo han escuchado, tal vez varias veces, de distintas maneras, y lo han rechazado.
  • Que TODOS procedan al arrepentimiento
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
(2 Pedro 3:9 RV1960)
  • Las etnias no alcanzadas
Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
(Apocalipsis 14:6 RV1960)

EL COMPLEJO DE LA LANGOSTA
  • El pueblo de Israel padecía el complejo de la Langosta.
La iglesia quizás en toda Latinoamérica también padece este complejo. El pueblo de Israel había transitado el desierto y estaba a las puertas de la Tierra Prometida. Moisés, entonces, envía espías para que pudieran traer noticias a todo el pueblo de cómo era la tierra, de cómo era el lugar, cómo era su gente. Cómo iban a establecer estrategias para entrar. Era para que animaran al pueblo. Pero aquellos mensajeros dijeron: sus ciudades son amuralladas, sus hombres son gigantes, a tal punto que nosotros nos veíamos como langostas delante de ellos y así les parecíamos a ellos (Números 13:33). Era lo que ellos se imaginaban. Cómo el enemigo trabajó en la mente de estos hombres para que desanimaran al pueblo. En lugar de confiar, de poner su fe en el Dios que los había sacado con todo poder de Egipto, los había alimentado en el desierto con el maná, les había provisto agua de la roca, ¡cuántas maravillas había hecho! Sin embargo ellos dicen: ¿para qué nos sacaste de Egipto, para que muramos en el desierto? (Exodo 14:11). Cuidado con los mensajes que a veces estamos comunicando. Muchas veces decimos que no vamos a poder, que no vamos a alcanzar, que no vamos a llegar, que no tenemos recursos… bueno, el Señor toma nuestra palabra y así no lo vamos a lograr. Pero cuando confiamos en el Señor y decimos: “en tu poder, en tu palabra, Señor; confío en ti, que tu mano irá delante de nosotros. Que el propósito, que el proyecto que tenemos, lo ponemos delante de ti y sea tu poder manifestado” entonces, confiando en el Señor tendremos la victoria. A veces tenemos este complejo de la langosta. Por muchos años la Iglesia en Latinoamérica se ha encerrado predicando entre nosotros. No levantamos la mirada para ver los campos, como dijo el Señor: “alzad vuestros ojos y mirad los campos que están blancos para la siega” (Juan 4:35). Y nos hemos quedado como aquél pueblo, confiando en que no podemos. No tenemos recursos, faltan pastores, faltan siervos, hay mucho por hacer acá. ¡Siempre hay que hacer! Pero ¿saben cuál es la situación en América Latina?

EL CARCELERO DE FILIPOS
Esta es una estadística de hace unos años atrás, pero no creo que haya variado mucho. El carcelero de Filipos preguntó a Pedro y a Silas “Señores: ¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30) y tenía a una persona ahí que le diera la respuesta.

Si un inconverso en nuestra América Latina hiciera esta pregunta: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, tendría que:
  • Buscar entre aproximadamente 7 u 8 latinos para que le diera una respuesta
  • En España, entre unas 500 personas
  • Cruzando el estrecho de Gibraltar, en el norte de Africa, Marruecos; entre 30.000 personas para encontrar un cristiano. Sin contar que no encontraría ni una librería, ningún libro, ningún folleto en su idioma ni ninguna posibilidad si no encontrara una persona.
UN RETRASO INUTIL
  • 40 años en el desierto
Cuánto tiempo se perdió. Hermanos, dejemos de pensar en los propios recursos, en lo que tenemos, en que no podemos, en que es imposible. Pensemos que del Señor es la tierra y su plenitud y todo lo que hay en ella es del Señor (Salmos 24:1). Los recursos están, pero a veces no estamos dispuestos a entregarnos al Señor. Si tanto vale el Señor para nosotros, cuánto le amamos, cuando entregamos nuestra vida a Él, cuando mostramos esa entrega de amor así como el Señor se entregó por nosotros, entonces, nos va a ser fácil poner a disposición del Señor lo que tenemos y no nos va a hacer faltar nada, que podamos seguir acá colaborando con un proyecto misionero con una etnia no alcanzada. Por muchos años han salido misioneros de nuestro país, pero lo han hecho en Latinoamérica en su gran mayoría y en Europa. Pero… ¿qué de los países donde no se conoce el mensaje del Evangelio? Son escasos los que han salido y con muy poco apoyo, porque faltó visión misionera en sus iglesias. Porque los pastores, porque los líderes, porque quienes tenían que informar no están incentivando, animando.

Doy gracias a Dios por nuestros pastores, porque nos abrieron la mirada cuando llegaron y comenzaron a trabajar en este aspecto de misiones. Cuánto hemos aprendido en estos últimos años. Es necesario que pongamos manos a la obra, pero que no confiemos en nuestras fuerzas. Si no vamos a seguir con el complejo de langosta. 40 años, una generación pasó y no entraron en la Tierra Prometida.
  • Los que entraron
Pero luego de esos 40 años vino otra generación que confiada en el Señor pudo avanzar y lograr entra en la Tierra Prometida. Pensemos en esto: debemos confiar en el poder del Señor, no en nuestras propias fuerzas. Un retraso inútil, porque ellos no confiaron en el poder de Dios.

No quisiera que pasara esta generación sin poder ver que nuestra Iglesia tiene un proyecto misionero serio, apoyando misioneros que estén en la línea NO ALCANZADA y poder ser parte de esa obra. Porque saben que así como el que va al frente de batalla, la Iglesia respaldándolo, está siendo parte. Y de las almas que se ganen, también el Señor va a compensar, a darte la corona, que participaste de esa obra, que aquél misionero fue apoyado y fue sostenido y estuviste orando por él y sosteniéndole en oración. ¡Cuán importante es dedicar unos minutos todos los días a orar por los misioneros, pero de corazón!

Estaba un misionero en África y llegaron varias personas que venían de muy lejos buscándolo porque les había sido revelado en sueños que tenían que ir a ese lugar y que alguien les iba a hablar del mensaje de Jesús. No sabían qué era, pero ese sueño los animó y los impulsó a ir. El Señor llama a veces de maneras que no imaginamos. Aquellos primeros, dice que había tantas personas de distintos lugares y el Señor hizo que hablaran sus lenguas para que entendieran el mensaje. El Señor trae a donde está el misionero ara que puedan oír. Cuando el Señor Jesús fue a Gadara le rechazaron, pero hubo uno, el que estaba endemoniado, fue liberado y quería seguir al Señor y el Señor le dijo NO; “Ve y cuenta a los tuyos cuan grandes cosas ha hecho Dios contigo” (Marcos 5:19). El Señor no se quedó ahí. Fue a otro lugar a llevar el mensaje. No nos quedemos encerrados en un solo lugar. Tenemos que hacer la tarea en Jerusalén, en Samaria, en Judea, y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).

No tenemos que llenarlo todo y recién ir a otro lugar. Es simultáneo. EN TODO LUGAR. Aquellos hombres eran un puñadito. Once personas, y el Señor diseminó el Evangelio.

¿Qué hubiera pasado si hace 100 años atrás aquellos misioneros que vinieron de lejanas tierras como Europa, Inglaterra, Estados Unidos, no hubieran venido a traernos el mensaje del Evangelio? Tal vez no estaríamos aquí.

CAMBIEMOS NUESTRA MENTALIDAD. PENSEMOS. CONFIEMOS. EN QUE CONFIADOS EN EL SEÑOR PARA HACER LA TAREA, el Señor nos va a usar cuando depositemos toda nuestra fe, confianza en el poder de Dios.


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