Dolor no es lo mismo que sufrimiento
Por: Luis Caccia Guerra para
www.mensajesdeanimo.com
La gran mayoría de Uds. no conoce mi historia,
comenzó diciendo Sofía, en un testimonio verdaderamente
desgarrador. Cuando era una niña, abusaron reiteradas veces de mí,
agrega mientras gruesos lagrimones se dejan rodar por sus mejillas.
-Muchas veces en la soledad de mi habitación
me pregunté: ¿Por qué a mí?
-Y una y otra vez clamé a Dios sin respuesta:
-¿Por qué a mí?
-Trataba de ser buena, de agradar, iba a la
iglesia, pero los fantasmas del pasado y de las cosas terribles que
me tocó vivir volvían a presentarse una y otra vez sin permiso. Es
así como vencida, busqué en el alcohol un alivio para tapar mi
dolor. De más está decir que eso muy lejos de ayudar, no hizo más
que empeorar más y más las cosas. Una espiral descendente que no
hacía otra cosa que añadir más y más dolor.
-Alguien me dijo: ¿Y por qué no vas a la
iglesia?
-¿Qué? Respondí con resentimiento. -Eso no
haría más que empeorar las cosas.
Ese es el concepto que muchas personas tienen
de una iglesia. Hasta que esta jovencita, un día pasó frente a la
iglesia de su primer amor con Jesús.
Estaba abierta, pero en ese momento no había
nadie. No era día ni hora de culto. La soledad de los bancos vacíos
sirvió para que su triste y herido corazoncito pudiera estar a solas
y derramarse delante de Jesús.
-Comencé a balbucear como un niñito cada
palabra que apenas si podía yo misma entender, en una oración
dolorosa donde aquél día derramé mi alma delante del Señor. Qué
bueno que nadie apareció para interrumpir aquel íntimo momento
donde me hallé sola delante del Creador para derramar mi corazón
delante de su presencia.
Obviamente los problemas no se resolvieron ese
día. De más está decir que el alma aún duele. Pero ese día
entendió que el gozo y el dolor pueden ir juntos y de la mano.
Porque gozo no es lo mismo que alegría. La alegría es un
sentimiento cuyo asiento es el alma. Nuestros sentimientos son tan
variables y confusos muchas veces… Pero el gozo tiene su asiento en
el espíritu, que es la parte de nuestro ser que se conecta con el
Creador.
Hay dolores que permanecen toda la vida. El
dolor no lo podemos evitar, pero el sufrimiento es una opción.
Cuando el quebrantamiento va de la mano con una
íntima comunión con Dios, El puede edificar entre los escombros de
una vida hecha pedazos, una tremenda bendición para ti mismo y para
los demás.
Y
de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
(Romanos
8:26 RV60)
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