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Mostrando las entradas de enero, 2015

Si quieres tenerlo, primero debes serlo

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com “ Estoy tan acostumbrada a caminar rodeada entre tanta gente, pero sola. Se me está haciendo rutina la ausencia de quienes he amado y se han marchado” escribió una de mis autoras favoritas. (“No se te ocurra rendirte ahora”-Brendaliz Avilés). Y… sí. No puedo menos que sentirme íntimamente identificado con una sensación para mí, tan común también. A pesar de que hoy vivo junto a las dos personas que después de Dios, me lo han dado todo en mi vida, mi esposa y mi hija. Pero lo que más valoro de ellas, no es el vínculo, sino su amistad. Sobre la segunda mitad del año pasado también pude darle inicio a una nueva etapa con antiguas amistades que en mi torpeza dejé en cruel abandono y permití que el tiempo formara una dura y gruesa costra sobre esas almas heridas que tanto construyeron en mi vida y de tanta bendición fueron. ¡Gracias, Señor por esas grandiosas oportunidades que tuviste a bien darme! No obsta...

Más de lo mismo, pero diferente

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Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Días atrás ví un hombre con una remera con una inscripción muy particular: “SAME, SAME…” decía en la parte de adelante; “BUT DIFFERENT” remataba en la parte de atrás. Algo así como: “Más de lo mismo, pero diferente” . Inmediatamente lo apunté en el cuaderno de notas de mi teléfono para no olvidarlo. Y es que no pude menos que sentirme completamente identificado con el anuncio. “ Cuando comencé a escribir abiertamente acerca de mi fe llegué a la conclusión de que sólo tenía una cosa para ofrecer: la sinceridad.” Escribe Philip Yancey en su libro “Sobreviviente” . Y agrega en otra parte de ese mismo libro: “Si tan sólo supieras quien soy yo” . Hice mías todas estas palabras, en la certeza de que el gran desafío de quienes ministramos a través de la palabra escrita, es llegar al corazón del lector, y que además de la palabra escrita, ministramos a Nuestro Señor. Amada/o: hoy no puedo menos qu...

Hoy elevo mi rostro a tí, Señor

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Por Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com A veces los fantasmas del remordimiento y la culpa se hacen presentes sin ser llamados ni invitados. Otras, el espíritu de orfandad entra en escena sin importar si estoy rodeado de una multitud de personas. Y es que muchas veces entro en convicción de pecado y es cuando el Espíritu habla a mi alma adormecida, la saca de su aparente zona de confort y la pone a caminar. Es cuando caigo en la cuenta de lo mucho que estoy apartado de mi Señor y Dios, cuando lo que yo creía tan sólo “una pequeña licencia”, un sendero de rosas y placer, resulta ser en mi pobre humanidad, un camino sin retorno. Es entonces, cuando caigo rendido ante el Altísimo sin más alternativa que enfrentar mi propio pecado con sus devastadoras consecuencias y rogar con tristeza y dolor su perdón. En este contexto, hoy elevo mi rostro ante ti, Señor. Nada tengo para elevar delante de tu presencia, sino en sacrificio santo, agradable a Dios, ta...

Necesario Perdón

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Por: Luis Caccia Guerra para www.mensajesdeanimo.com Días atrás, revisando el archivo de películas que la tecnología digital del siglo XXI nos permite, dí justo –no importa en este caso de qué película se trata– con la escena en la que el enorme y malhumorado mamut lleva junto a sus amigos, un perezoso y un tigre dientes de sable, a un niño pequeñito perdido para devolverlo a su padre humano. El mamut ve en una pintura rupestre en una cueva una cacería de mamuts y revive intensamente el recuerdo de la matanza de su pareja y su bebé a manos de los despiadados seres humanos. En ese momento, el bebé humano extiende sus bracitos y dulcemente lo abraza con ternura. Con lágrimas en los ojos, el mamut alarga su trompa y con mucho cuidado y delicadeza toma al bebé y lo monta sobre su lomo para continuar con la marcha. Podría haberlo matado al niño y la dificultosa travesía se terminaba allí. Después de todo, el nenito pertenecía a la especie que cruelmente ultimó a su pareja, su ...

Humildad, gratitud, compasión

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Por Luis Caccia Guerra para www.mensajesdeanimo.com Meses atrás, tuve oportunidad de ser testigo de un terrible incidente. Era tarde en la noche, cuando comenzamos escuchar ruidos de fuertes golpes, gritos, en la calle. La paz de un tranquilo barrio se había visto alterada por el incendio de la casa justo enfrente de la nuestra. La gente que se agolpaba, la desesperación de los dueños de casa que en ese momento llegaban y se encontraban con su casa en llamas, la desesperación por derribar puertas y ventanas para ingresar en la vivienda y tratar de salvar lo que se pudiera, el llanto y los gritos desgarradores de quienes veían en la más absoluta impotencia, devorar por las llamas segundo a segundo todo lo que tenían, en medio de la densa espera de la llegada de los bomberos, el calor insoportable del fuego y el trepidar de las cosas quemándose sumaba un macabro espectáculo que infundía temor y dolor. A Dios gracias no hubo heridos ni pérdidas de vidas que lamentar....

Alimentando fantasmas

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  Hace unos años atrás, me tocó organizar la parte de presentación audiovisual y multimedia de una conferencia anual que se celebraba en la congregación a la que asistía. Para ello tuve que trabajar en estrecha colaboración con la gente de sonido y con la de sistemas. A los efectos de no superponer tareas y descomprimir los sistemas, utilicé dos equipos de computación en aquella oportunidad. -¿Y por qué no los conectamos en red? Sugirió alguien con énfasis muy técnico. No vale la pena aquí, obviamente, abundar en los detalles técnicos, pero esto no era necesario, por lo que opté por operar ambos equipos en forma independiente y autónoma, desconectados uno del otro. Todo, al menos en las pruebas y ensayos previos anduvo bien; pero eso fue hasta que el mismo que quería poner las conexiones en red, “que sabía”, puso sus manitos en los equipos. Minutos antes del comienzo de la conferencia, en el chequeo previo, comenzaron a aparecer los problemas. Inexplicabl...

Un poco de tiempo y luego se desvanece

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  El 12 de agosto de 2000, el submarino ruso K-141 Kursk, perteneciente a la flota del norte, se hundía en las aguas del Mar de Barents con ciento dieciocho tripulantes a bordo. La Armada rusa en un principio, intentó mantener en secreto la terrible tragedia. Pero, a medida que transcurrían los días, familiares y allegados de los marinos fueron intensificando la presión públicamente para que las autoridades pertinentes por fin les dieran respuestas sobre la suerte corrida por sus seres queridos. Finalmente la Armada rusa debió solicitar ayuda internacional para intentar rescatar a los supervivientes. No obstante ello ya habían pasado poco más de dos semanas desde la tragedia, lo que hacía que las posibilidades de hallar a alguien de la tripulación con vida fueran prácticamente nulas. Finalmente, la Armada rusa admitió públicamente que el submarino había experimentado un terrible accidente y se hallaba hundido a ciento diecisiete metros en el fondo del mar de ...