Escudriñad las Escrituras
Pero
el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos
apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a
doctrinas de demonios;
(1
Timoteo 4:1 RV60)
Vivimos tiempos difíciles… muy difíciles. Aunque esta declaración
parezca tremendista, e inclusive, pesimista, hoy nadie duda de que
estamos en los postreros tiempos. Los valores están subvertidos. La
credibilidad en duda. Todo es cuestionable. Inclusive Dios es
cuestionable en los días de hoy. Hace poco escuché en un dibujo
animado aconsejado por el canal emisor para niños de diez años de
edad en adelante: “-¡Las únicas mentiras son las de la Biblia!”.
Mientras las iglesias fundamentadas en la Palabra de Dios luchan por
sostenerse en medio de tanto caos y confusión y alcanzar a las almas
perdidas con sus buenas nuevas, los detractores llegan a los niños y
jóvenes –el estrato más vulnerable de la población en cualquier
lugar del mundo– con este tipo de declaraciones que matan el
espíritu, veneno para el alma.
Cuando la Iglesia, la institución
establecida por Dios en la tierra para la transformación y el
cambio, hizo las cosas bien, fue de notable beneficio para la
humanidad. Desde sus albores y en unos trescientos años, el
cristianismo pasó de ser un culto aborrecido y cruelmente reprimido
por los romanos, a convertirse en la religión oficial del imperio.
En
cambio, cuando hizo las cosas mal o no las hizo, avanzó el dolor y
la oscuridad. Son conocidos los casos de líderes religiosos que en
nombre de su credo y de ellos mismos, cometieron e hicieron cometer a
sus seguidores verdaderas atrocidades, como suicidios en masa,
pedofilia ritual, monumentales estafas y asesinatos sacrificiales.
Esto sin contar aquellos que sutilmente se “cuelgan” de las
promesas de Dios y tienen un hermoso pasar a costa de las generosas y
sacrificadas dádivas de los creyentes.
Hoy más que nunca es necesario estar
muy alerta y escudriñar absolutamente todo. En lo secular, trabajo
con números, concretamente con liquidaciones de salarios. Cuando
surge una cifra desproporcionada por sobre lo que se viene dando como
normal y habitual; o por el contrario, si el resultado de la
liquidación es menor, llama la atención y motiva a revisar. Puede
que esté bien, pero amerita una revisión cuidadosa. Estamos ante la
probabilidad de un error.
Pero esto ocurre no sólo en el ámbito
laboral. Haciendo uso de la observación y el sentido común, puedo
ver que cuando algo está exacerbado, marcado con cierta frecuencia,
vehemencia, estridencia inclusive; es suficiente motivo para
desconfiar y someter a un cuidadoso e imparcial análisis. Puede que
esté todo bien, pero cuando algo se pone de relieve por sobre el
resto de las cosas, en alguna medida se exagera o reitera, es
necesario escudriñar rigurosamente lo que sucede y hacia dónde
realmente apunta.
En mi país existe un aforismo popular
que dice: “Cuando el río suena, es porque agua trae”. Significa
que si escuchas cierta clase de “ruido” es porque, aunque no lo
veas y todo parezca marchar por las vías de la normalidad, algo
puede no estar bien. Tal vez sí esté todo bien, insisto; pero…
¡cuidado! revisa todo, no sea cosa que haya algo mal.
Esto es aplicable absolutamente en
todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos los seres humanos: la
familia, lo social, el trabajo, los estudios; la iglesia, inclusive.
La única Palabra Inspirada por Dios es
la Biblia, en la cual nos basamos (2 Timoteo 3:16). Todas las cosas
que digamos y opinemos sobre ella, NO ES palabra inspirada. Es
justamente eso: opiniones y consideraciones sobre lo que ya ha sido
escrito e inspirado por Dios.
Por lo tanto, no importa si lo que se
dice, lo dicen los escritores de Devocional Diario, inclusive el que
suscribe; o el erudito y/o estudioso más prominente. Revisar las
cosas no es del diablo, es de Dios; toda vez que en su Palabra existe
una severa advertencia a este respecto.
Escudriñad
las
Escrituras;
porque
a
vosotros
os
parece
que
en
ellas
tenéis
la
vida
eterna;
y
ellas
son
las
que
dan
testimonio
de
mí;
(Juan
5:39 RV60)
Aviso Legal: La ilustración que acompaña el presente artículo es original de www.devocionaldiario.com
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