Si tienes un sueño...

Si tienes un sueño, tienes un gran motor… o un tremendo somnífero – Parte I



A
conteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl,  el alma de Jonatán quedó ligada con la de David,  y lo amó Jonatán como a sí mismo. Y Saúl le tomó aquel día,  y no le dejó volver a casa de su padre. E hicieron pacto Jonatán y David,  porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba,  y se lo dio a David,  y otras ropas suyas,  hasta su espada,  su arco y su talabarte.
(1 Samuel 18:1-4 RV60)

Por esos designios de Dios, el alma de Jonatán, hijo del rey Saúl, había quedado ligada a la de David en una gran amistad. Jonatán amaba a David como a sí mismo.

Jonatán era guerrero estrella del ejército de Saúl. ¡Imagínate como se habrá sentido David cuando semejante personaje puso sobre él su propia capa!. ¡Como si Manu Ginóbili o cualquier otro deportista famoso de tu país, te obsequiara en persona la camiseta autografiada que usó en su último campeonato!

Más allá de los significados y simbolismo teológico que este hecho pueda tener, Jonatán había visto a David con los ojos de Dios y aunque en esa época las baterías no se habían inventado, había entendido la importancia que tenía “cargarle bien las baterías” a quien quiere involucrarse en la obra para hacer algo útil.

¡Qué tremenda cosa es cuando alguien nos contagia de su entusiasmo y nos carga de esa “energía” vital para emprender el camino hacia la realización de nuestros sueños!

Dios tiene un propósito para ti, mi herman@. Aunque muchas personas creen que llegaron tarde al reparto de talentos, caras, cuerpos y dones, tú tienes algo especial para Dios. Muchos se duermen esperando ese milagro que ya llegó, pero ellos no lo ven. Si Dios puso un sueño en tu corazón es porque también te puso con qué realizarlo. Tu oración –y pide a la iglesia en la que te congregas, a través de su equipo de Intercesión que te acompañe en esto– debería ser algo así como: “Señor, dame la visión, el conocimiento y la sabiduría que necesito para ver, conocer y emprender el camino para lograr lo que pusiste en mi corazón”.

Si tienes el sueño de ser un profesional, la Obra del Señor necesita de abogados, médicos, ingenieros, contadores, psicólogos y hermanos con cualquier otra profesión que aporten desinteresadamente tan sólo unas cuántas horas de su trabajo y conocimientos para el Señor.

Si, en cambio quieres ser comerciante, político o diplomático, el Señor necesita gente influyente en este mundo que ayude y contribuya a cambiar a las personas para Cristo, desde una posición de liderazgo y autoridad.

Si lo que quieres es un auto o una casa, el Señor necesita una casa que albergue gente con valores cristianos en muchos barrios de tu ciudad y un auto para compartirlo tan sólo de vez en cuando con quien más lo necesita.

Si lo que quieres es un Ministerio o un liderazgo, el Señor necesita ministros y líderes capaces y comprometidos con su obra.

El Señor necesita “soñadores” con visión e imaginación. Trabajadores de campo, gente comprometida con su Obra. No importa lo que haga, sus logros siempre representan crecimiento. Su crecimiento nos hace bien a todos y a la comunidad. La lista es larguísima. Desde lo más complejo hasta lo más sencillo. Porque todo lo que está bien hecho y conforme al corazón de Dios es de edificación para todos. Los ejemplos que pusimos no excluyen en modo alguno a los demás, inclusive los tuyos.

¿Que realizar limpieza no forma parte de los sueños de nadie? Si crees que el sueño de muchos es precisamente todo lo contrario, es decir abandonar ya de una vez esa tediosa -pero tan necesaria- tarea, seguramente no conoces a ese hermano que desde muy joven empezó realizando trabajos de maestranza y hoy es dueño de una empresa de limpieza. Parece que había sueños y una visión clara detrás de esto.

Por lo cual,  animaos unos a otros,  y edificaos unos a otros,  así como lo hacéis.
(1 Tesalonicenses 5:11 RV60)

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