Tan importante como saber hacia dónde vas, es saber desde dónde vienes

Tan importante como saber hacia dónde vas, es saber desde dónde vienes
Por: Luis Caccia Guerra
Escrito originalmente para: www.devocionaldiario.com
Autorizado para ser publicado en:

La gran mayoría de las personas sabemos, tenemos una idea o por lo menos, conocemos a dónde QUEREMOS IR. Es importante y muy necesario para el hombre, tener metas, sueños, propósitos de vida.

Sin un derrotero, sin un sueño que nos desvele, nuestra vida sería como un barco a la deriva. Es más fácil, es más sencillo quedarse en la comodidad de una posición sin hacer nada, que optar por el esfuerzo de luchar por un sueño; toda vez que la pasividad y la mediocridad son los principales socios del fracaso y la zozobra.

Alguien le dijo a la viuda de Walt Disney algo así como esto: “-¡Qué pena que Walt no alcanzó a ver su sueño cumplido!” aludiendo a su muerte antes de que su proyecto se convirtiera en lo que hoy conocemos. A lo que la mujer respondió: -“Oh! ¡Sí lo vio!”.
Tal vez no alcanzó a vivir lo suficiente como para verlo con sus propios ojos. Pero era evidente que en su corazón ya lo había visto.

Es por eso que a veces el Señor nos pone en situaciones que ponen a prueba nuestros propios límites. La prueba te saca de la comodidad para buscar alternativas, soluciones, estimular tu creatividad y tu fe para que logres dar un paso más en pos de alcanzar tus sueños.

Sin embargo, he conocido personas que habiendo alcanzado sus sueños más caros y aún habiéndolos superado con mucho en la realidad, olvidan pronto de dónde han venido y se vuelven soberbias y arrogantes. Lejos de enseñar con sus vidas y experiencias a los que vienen detrás suyo con las mismas metas, manifiestan actitudes de desdén y desprecio por quienes van quedando en el camino sin saber cómo seguir. Y de esto ninguno de nosotros está exento. Ni los que escribimos, ni quienes nos leen. Quiero decir, cualquiera de nosotros, en más o en menos, estamos expuestos a la posibilidad de caer en esta actitud.

Conocí a alguien que después de muchos años de lucha, consiguió obtener una profesión y un buen puesto en su trabajo. La prosperidad le trajo una linda familia, una preciosa casa, autos, bienes… Y casi siempre andaba como esos nenes engreídos mostrando orgulloso sus juguetes nuevos. Hasta que una vez le dije: -“No me impresiona lo que tienes. Tal vez logres impresionarme con lo que haces con ello.”

Entendió bien el mensaje. Si había prosperado, era importante su esfuerzo, pero Dios era quien lo había hecho. Hay quienes se esfuerzan remando toda una vida sin llegar a ningún puerto. Si Dios no es quien te prospera, lo demás es efímero, superficial, meramente materialista y no está edificado sobre La Roca (Mateo 7:24 y 25).

Hay quienes prosperan y sus bienes y conocimientos son de bendición a quienes les rodean. Otros, en cambio, se vuelven ególatras, engreídos y toda su prosperidad es piedra de tropiezo para los demás.

¿Qué hace la diferencia, entonces?

Tan importante como saber hacia dónde vas, es saber desde dónde vienes. Tan importante como saber a dónde llegaste, es no olvidarte de dónde has venido y QUIÉN te ha traído.

En mi prosperidad dije yo:
 No seré jamás conmovido, Porque tú,  Jehová,  con tu favor me afirmaste como monte fuerte.
 Escondiste tu rostro,  fui turbado. A ti,  oh Jehová,  clamaré,
 Y al Señor suplicaré.
(Salmos 30:6-8 RV60)

Aviso legal: la imagen es de Corel Gallery Magic Photolibrary 3 (TM) Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

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