Gol en contra
Por: Luis Caccia Guerra

Escrito originalmente para: www.mensajesdeanimo.com
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La primera vez que patié una pelota al arco, fue gol. ¡Exitazo! ¡Un crack del fútbol en ciernes! Fue durante mi primera hora de Educación Física en la escuela elemental. Pero hubo un pequeño detalle: que quien esto escribe no tenía muy en claro hacia cuál arco debía patear. Gol en contra.

Recuerdo que tomé el balón por mi cuenta desde media cancha y comencé a correr en medio del griterío de los demás niños. Unos festejando, otros vapuleándome. Pero no me importaba. Estaba completamente ajeno al detalle que no es menor, por cierto, de que los que festejaban no eran los que tenían que festejar … era una jugada en negativo, diría yo. Lo blanco era en realidad negro. Lo negro, blanco.

A pesar de las desesperadas advertencias del arquero “-¡Dejala! ¡Dejalaaaa!!” la emboqué en el ángulo inferior izquierdo con precisión y maestría. ¡Y entre risas y llantos salí festejando! ¡Había hecho un golazo!

Hasta que pasado el momento de euforia, vinieron las “suaves” explicaciones  de mis compañeritos: “-¡PARA EL OTRO LADO, TENÉS QUE PATEAR…!!!!” (Puntos suspensivos a completar a gusto por el lector con el epíteto del color que se imagine, cualquiera se va a quedar corto). Esto es lo que los argentinos llamamos “una reverenda metida de pata”. Aún recuerdo las carcajadas desaforadas, burlonas y sin disimulo alguno de la profesora de educación física.

Pero, sabes… a pesar de que hoy cuento esta anécdota públicamente (es la primera vez que lo hago) con un cierto tono gracioso, y no obstante haberte arrancado al menos una sonrisa al leerlo;  como decimos los argentinos: “la procesión va por dentro”.

También recuerdo con gran nitidez, a pesar del tiempo transcurrido desde aquella tarde, los momentos posteriores, cuando comprendí lo que realmente había ocurrido. Las risas se tornaron en llanto, el festejo en zozobra y derrota. Las risotadas de la profesora pesaron como hiriente burla.  

Los años pasaron. Hoy el fútbol no es justamente, mi deporte favorito. No lo fue nunca. Pero eso no importa. Lo que sí importa es que en la cancha de la vida no fue mi único “gol en contra”. Hubo tantos, que ya he perdido la cuenta.

Son muchas las circunstancias de la vida en la que he vuelto a sentir esa misma sensación de derrota. Son tantas las veces en las que he puesto todo mi esfuerzo, toda mi dedicación. Esas ocasiones en las que arranqué con pelota dominada desde media cancha creyendo que era la oportunidad de mi vida… pero completamente ignorante de que no iba en el sentido correcto y el globo del festejo se pinchó dando lugar a la amarga tristeza del fracaso. Cuando el pretendido paraíso resultó ser un infierno.

Si en aquel momento de mi niñez, me hubiera detenido y escuchado a mis compañeritos, hubiera confiado en las frenéticas advertencias del arquero de mi equipo, las cosas hubieran sido diferentes.

Hoy es lo mismo. A veces, es necesario saber cuándo detenerse y escuchar a los que tienen los mismos intereses que nosotros, a los que juegan en el mismo equipo. Probar y tomarse el trabajo de acreditar qué tanto saben realmente y en qué medida lo que ellos saben está disponible para ser de bendición y edificación para nosotros.


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