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Alas rotas

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocioaldiario.com No termina de asombrarme la frondosa imaginación con que los griegos tejían sus leyendas de dioses y personajes que han llegado hasta nuestros días. Pero como ya lo he dicho en otras oportunidades, es el laberinto de Cnossos en la isla de Creta, una de las que más fascinación me ha producido desde la primera vez que la leí cuando aún era un niñito y apenas había aprendido a leer y escribir. Y es que muchas veces, el laberinto viene a ser la representación que más se asemeja al escenario de mi propia vida. El famoso Laberinto, en la mitología griega, fue construido por el artesano Dédalo, un ciudadano ateniense desterrado a Creta, para mantener atrapado al Minotauro, un terrible monstruo devorador de hombres, mitad hombre, mitad toro al que se le ofrecían sacrificios humanos. Dice el relato mitológico que, finalmente, el propio Dédalo y su hijo Ícaro fueron a parar dentro del Laberinto y que lograron escapa

Dar en el blanco

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Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com Durante mis primeros pasos en la fe, fui formado en una iglesia fundamentalista donde la polaridad “blanco-negro”, “bien-mal” estaba en gran manera exacerbada. Se trataba en realidad de más prejuicios que fundamentalismo, toda vez que entre luz y oscuridad siempre hay sombras; entre blanco y negro siempre hay zonas grises. En estos términos o eras un “iluminado” o vivías toda tu vida con la “luz apagada”. Bien; este último es justamente mi caso. Es más, toda nuestra propia vida es una zona gris hasta que conozcamos la Gloria venidera (Filipenses 1:6).   Debo decir que desde pequeñín viví con una honda (resortera, para los hermanos centroamericanos que nos leen) colgada del cuello. Francotirador de los 100 metros, difícilmente le escapaba al blanco. La resortera y mi inusitada puntería me inspiraban cierta sensación de seguridad, pero ponían distancia entre mi pequeño corazoncito de niño y Dios. Más tarde, al final