ALUMBREMOS COMO EL SEÑOR
Por: Diego Brizzio
Si
este lugar estuviese oscuro, y vos quisieras alumbrar, ¿dónde pondrías la
lámpara? ¿Debajo de un cajón? … No, sino en un lugar alto, para que alumbre
mejor … Hace tres meses, en diciembre como iglesia salimos a celebrar la
Navidad en la calle, y cantamos alabanzas, entregamos regalos, predicamos el
evangelio, enseñamos… ¿Qué estábamos haciendo ese día de Navidad? … Poniendo la
lámpara en un lugar visible, para alumbrar mejor. El domingo que viene, Dios
mediante, aprovechando el Día de la Salud, vamos a salir a algún espacio
público, y vamos a brindar gratuitamente algunos servicios como chequeos
médicos, consejos obstétricos, manicuría, pedicuría, ejercicio físico, evangelización
personal, predicación, etc… ¿Qué queremos hacer con esto? Alumbrar mejor. Hoy
vamos a ver…
Alumbremos como el
Señor
Mateo 4.12-25
Leamos: “Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a
Galilea; y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en
la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, Camino del
mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; El pueblo asentado en
tinieblas vio gran luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz
les resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Andando Jesús junto
al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su
hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo:
Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al
instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos,
Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre,
que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y
a su padre, le siguieron. Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria;
y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas
enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los
sanó. Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea
y del otro lado del Jordán” (Mateo 4.12–25).
Vamos a ver tres verdades muy importantes:
I.
Veamos la primera: Galilea era la zona norte de
Palestina. Aquí dice que esta región estaba “en tiniebla”, “en sombra de
muerte”; o sea, ahí había mucha actividad demoníaca y satánica, mucha
ignorancia de Dios, pecado, pobreza, enfermedad y muerte, como en muchos otros
lugares. Ahora bien, aquí también dice que Jesús volvió desde el río Jordán a esa
zona, a Galilea, y se instaló allí, y que gracias a Él esa zona pudo ver “una fuerte
luz resplandecer”. ¿Qué significa eso? … Significa que Jesús hizo que mucha de
la gente que habitaba esa región pudiese percibir algo de Dios, en realidad, a
Dios mismo: su forma de ser, sus obras poderosas, su voluntad. Jesús se encargó
de alumbrar fuertemente esa región. Esto nos enseña que nosotros también debemos alumbrar nuestra zona.
Si pensamos en nosotros individualmente, como
personas, podríamos decir que “nuestra zona” es nuestra calle o barrio, o aula,
u oficina, o taller, o club… Y si pensamos en nosotros corporativamente, como
iglesia, podríamos decir que es Godoy Cruz, o mejor aún, Villa Marini. Nuestra
zona también está en tiniebla y en sombra de muerte: hay actividad demoníaca y
satánica, ignorancia de Dios, pecado, pobreza, enfermedad, muerte… Hay
adicciones, hogares destruyéndose o destruidos… En esta zona nuestra, en esas
tinieblas, Dios nos manda a hacer lo que hizo Jesús: hacer resplandecer una
fuerte luz, alumbrar bien. Hacer algo para que la gente pueda percibir a Dios,
o al menos algo de Dios: algo de su forma de ser, algo de su obra, algo de su
voluntad. Jesús dijo: “Ustedes son la
luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede
esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta.
En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la
casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de
todos, para que todos alaben a su Padre celestial” (Mt 5.14–16). Así que, hermanos queridos,
sea cual sea nuestra zona, está en tiniebla, y nosotros somos la luz de esa
zona, aquellos a quienes Dios puso para alumbrar, para mostrar algo suyo. Sos
vos. Sos vos.
II.
Hagámoslo como Jesús.
¿Cómo alumbraba Jesús su región, su zona? Dice el verso 23: “Recorría Jesús toda Galilea, enseñando…
proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia
en el pueblo” (4.23). Dice que Jesús recorría su región. No estaba
demasiado tiempo quieto y en un solo lugar, no era de estar en un edificio,
esperando que la gente viniese a él. Él iba a la gente. Salía de su casa, y
andaba por la calle, por las plazas, los caminos, los montes, los muelles, el
mar… Él salía de su pueblo Capernaum, y se iba a otras aldeas y ciudades (Lc 8.1;
13.22). Nosotros también, hermanos, para alumbrar
como Jesús lo hizo, vayamos a la
gente, a donde está la gente. Si
nos seguimos quedando en este edificio, y seguimos esperando que la gente venga
aquí, seguiremos haciendo mal. Debemos recorrer nuestra zona. Si pensamos en
Villa Marini, podemos pensar en esta calle, en las veredas del hipermercado, en
el parque San Vicente, en la ciclovía, en las escuelas (tenemos como 4 cerca),
tenemos la entrada y la salida del Club YPF, tenemos la rotonda del Corredor,
las puertas del Hospital El Carmen, el Ministerio de Seguridad, el ex COSE… ¿Se
han dado cuenta de que Villa Marini es una zona con muchísimo movimiento de
gente? Bueno, tenemos que ir a esa gente.
¿Y qué hacía Jesús al recorrer Galilea? Dice que
enseñaba. Él exponía y clarificaba lo relacionado con Dios, su forma de ser,
sus obras y su voluntad. Enseñaba al pueblo en general en público, y a sus
discípulos en particular en privado. Aquí nomás, en el Sermón del Monte, él
enseñó, por ejemplo: quiénes podían considerarse felices, el sentido profundo
de los mandamientos de le Ley, acerca de la ira, de la venganza, del trato
hacia los enemigos, del adulterio, del divorcio, de cómo orar, de cuál es el
objetivo principal de nuestra vida, y de muchos temas más… ¡Jesús alumbraba a
la gente enseñándole estos temas! Nosotros también, hermanos, para alumbrar
como Jesús lo hizo, enseñemos a la gente.
Debemos clarificar la forma de ser de Dios, sus obras y voluntad, tanto a la
iglesia como a la gente. ¡Hay tantos temas actuales y permanentes, que pueden
interesar a nuestra gente y sociedad! Sobre sexualidad, noviazgo y matrimonio;
sobre carácter personal, tratos y relaciones; sobre corrupción, honestidad e integridad;
sobre trabajo, dinero y administración; sobre educación sexual y género, aborto…
¡y tantos temas más de la actualidad! Debemos
ir a la gente y enseñar. ¡Así alumbramos como Jesús!
Jesús también predicaba el evangelio. Anunciaba
solemnemente las buenas noticias de que era posible entrar en una relación personal
con Dios, y tener parte en su reino, si se arrepentían de sus pecados, y confiaban
en él, como el enviado de Dios y Salvador. Nosotros también, para alumbrar como
Jesús lo hizo, evangelicemos a la gente.
Las buenas noticias deben ser predicadas con todas las letras: es posible
entrar en una relación personal con Dios, y tener parte en su reino presente y
futuro. Pero para eso debemos admitir que hemos ofendido a Dios viviendo en
contra de su forma de ser, y arrepentirnos de esas ofensas o pecados; debemos
confiar en que Jesús es el Hijo de Dios, quien por amor a nosotros se entregó a
la muerte para sufrir nuestro castigo y librarnos del pecado. Solamente quien
se arrepiente y confía, entra al reino de Dios, a una relación personal con él.
Debemos ir a la gente y predicar el
evangelio. ¡Así alumbramos como Jesús!
Por último, Jesús también ayudaba prácticamente a
la gente: se dolía al verla sufriendo, y los sanaba de sus enfermedades, los
libraba de demonios, les daba de comer. Nosotros también, para alumbrar como
Jesús lo hizo, ayudemos a la gente.
Debemos sentir compasión y amor por ella, y ayudarla con lo que está a nuestro
alcance. El domingo que viene intentaremos acercarles un granito de arena
respecto de su salud. Pero habría otras cosas para hacer: contener a la
juventud con deportes, apoyar a los que están preocupados en la guardia del
Hospital, dar apoyo escolar a chicos necesitados, ropero comunitario ya se
hace, hacer limpieza cuando es necesario, ayudar algo con el mantenimiento de las
escuelas. Debemos ir a la gente y
ayudarla. ¡Así alumbramos como Jesús!
III.
Los resultados serán
diversos. ¿Cuál fue el
resultado de esa luz de Jesús, de su recorrer, enseñar, predicar y ayudar por
espacio de más de dos años? Bueno, lo primero que vemos es que su fama se
difundió, o sea que se hizo muy conocido, no sólo en su región, sino también en
las contiguas. Ahora bien, eso no significa que las multitudes se hicieron
discípulas de él. En realidad, vemos que la gente respondió de diversas
maneras: en el extremo negativo tenemos a los líderes del pueblo, quienes
respondieron con incredulidad, rechazo, odio y muerte. En el punto medio,
tenemos las grandes masas que lo admiraban por las palabras y los milagros, y
lo seguían curiosas, para ver y recibir milagros, pero no es que se
arrepintieron y confiaron en él. De hecho, del mismo pueblo de Capernaúm, donde
vivió, Jesús dijo que a pesar de tantos milagros y beneficios recibidos, el
pueblo no se había arrepentido ni creído. Y lo mismo pasó con Corazín y
Betsaida (Lucas 10.13-15). Y en el extremo positivo, tenemos a los discípulos
más cercanos, que eran los doce y algunos otros. Éstos sí confiaron en él como Salvador,
y lo acompañaron y sirvieron por todas partes, y aprendieron de él.
A nosotros nos puede pasar lo
mismo, hermanos. Después de algún tiempo de alumbrar como Jesús, seguramente Nos conocerán. Tal vez nos identifiquen
como una iglesia que enseña, ayuda y predica. No obstante, en cuanto al
arrepentimiento y a la fe, va a haber de todo. Algunos se molestarán. Se van a enojar, tal vez nos denuncien, y
hasta nos maltraten. Algunos serán
indiferentes. “Ni fu ni fa”. Y algunos
se convertirán. Se arrepentirán de sus pecados, creerán al Señor, se bautizarán,
serán discípulos fieles, y continuarán la obra de Dios después. Siempre obtendremos
resultados diversos.
Hermanos queridos, alumbremos
nuestra zona de influencia, hagámoslo como Jesús, y esperemos resultados
diversos. Para esto nos ha puesto el Señor aquí.
Aunque no queramos admitirlo, lamentablemente como cristianos nos hemos mal acostumbrado a estar cómodos en nuestra urna de cristal, entendiendo mal y a nuestra conveniencia, lo que realmente significa estar separados del mundo. El maligno se pasea a placer por las calles, haciendo su obra destructora , mientras nosotros , en casa, escuchando las noticias de su avance , y comentando: "no hay nada que hacer, son las señales de los últimos tiempos". Gracias Diego por jalarnos las orejas, de parte de Dios .
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