SERIE "SÓLO A ÉL SERVIRÁS" - Mensaje 4: EQUIPOS DEPORTIVOS Y PERSONAJES
Por: Diego Brizzio
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Otra vez le llevó el diablo
a un monte muy alto, y le mostró todos
los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le
dijo: Vete, Satanás,
porque escrito está: Al Señor tu
Dios adorarás, y a él sólo servirás.
(Mateo 4:8-10
RV60)
La Palabra es clara: “Al Señor tu Dios adorarás, y a
él solo servirás” (Mt 4.10). Así que, no debemos tener ningún ídolo. Ídolo es
todo aquello que reemplaza a Dios, o compite con él, en nuestro corazón. Ídolo
puede ser (como ya vimos domingos anteriores) el dinero y las posesiones, uno
mismo, y hoy vamos a ver que también pueden llegar a serlo…
Equipos deportivos
y personajes
(Serie: “Sólo a él servirás” IV)
Veamos cada uno de éstos:
No sé si te atraen los deportes. Pero muy
probablemente tengas en tu casa a alguien que sí le atraen… Tampoco sé si el
deporte que le atrae es el fútbol o algún otro… A la mayoría seguramente le
atrae el fútbol. Y tampoco sé si tu atracción llega al punto de ser hincha de
algún equipo, o no llega a ese punto. Sea como sea, nos hacemos esta pregunta:
¿Cuándo un equipo se vuelve un ídolo?
A.
Cuando reemplaza al Señor, o compite con
él en nuestros sentimientos. Tenemos dos maneras de caer en esto:
Cuando
por los rivales sentimos cosas malas que el Señor prohíbe: odio, desprecio, rechazo, ganas de destruir, de romper,
de atacar. Cuando llegamos a sentir eso por personas, entonces quiere decir que
el nivel de efervescencia emocional ha llegado a tal nivel que atenúa nuestras facultades
racionales y morales de respeto, solidaridad y autocontrol.
Cuando
por el quipo sentimos cosas buenas que por el Señor no sentimos, o sentimos
menos. ¿Qué cosas solemos
sentir por un equipo? Por ejemplo:
Una profunda
identificación. Incluso si somos hinchas regulares, comunes y corrientes, sentimos
que somos parte integrante del equipo. Por eso, cuando habla del equipo hablamos de “nosotros”: “Nosotros somos mejores”,
“Nosotros hicimos esto o aquello”…
Alegría o euforia cuando
gana, y tristeza o bronca cuando pierde.
Orgullo: por eso hablamos
bien de él, o lo defendemos, o tenemos identificaciones, calcos, fotos de
perfil, etc.
Lealtad. Por eso dicen
cosas como: “Hasta la muerte”, “En las buenas y en las malas”… ¡como una especie
de matrimonio!
No es que sea malo sentir por nuestro equipo, en
alguna medida, alguna de esas cosas buenas. Lo malo es que por el Señor no las
sentimos, o las sentimos en menor intensidad. ¿Nos identificamos así con el
Señor y su reino? ¿Sentimos por gozo cuando el Señor obtiene victorias? ¿Sentimos
tristeza cuando algo ofende al Señor? ¿Nos jactamos del Señor con la misma
intensidad? ¿Le somos fieles de la misma manera? Es una conducta idolátrica
cuando podemos salir a la calle con la camiseta de nuestro equipo pero no lo
haríamos de la misma manera con una camiseta que diga algo de Jesús o de su
obra. Si la respuesta es negativa, ese equipo está reemplazando al Señor, o compitiendo
con él, en nuestra vida. Estamos siendo idólatras.
B.
Cuando reemplaza al Señor, o compite con
él en nuestros comportamientos. ¿Cuándo pasa esto?
Cuando
hacemos cosas malas que el Señor prohíbe. Cuando insultamos, nos burlamos, humillamos, enfrentamos a la policía,
violamos leyes, hacemos violencia, descuidamos a nuestros cónyuges o nuestras
familias, incumplimos con el trabajo, con nuestro ministerio, con el estudio, o
con otros deberes sociales, dejamos de lado los encuentros fraternales para
adorar al Señor, o estamos en el culto escuchando el partido o espiritualmente
ausentes, tenemos cábalas… Algunos hasta cambian la fecha de casamiento o luna
de miel.
Cuando
por el equipo hacemos cosas buenas que por el Señor no hacemos, o hacemos menos. Por ejemplo:
Invertimos dinero: en el
club, en viajes, entradas, camisetas, adornos, asados…
Festejamos: saltando, cantando,
gritando, llevando banderas…
Influimos en nuestra
gente: especialmente en nuestros hijos. Desde chiquitos los instruimos, les
decimos que es lo mejor, los vestimos con la camiseta del equipo, los llevamos
a la cancha, y hasta los amenazamos si se cambian de equipo. Pero no solo a nuestros
hijos sino también a otras personas, como el cónyuge, o los compañeros.
Nos informamos: todos los
días, o varias veces por semana, consultamos las noticias sobre nuestro equipo…
Los segmentos de los noticieros los espacios en los diarios son muy grandes,
porque hay mucha gente que los consulta y pasa mucho tiempo consultando
información relativa a los equipos y deportes.
Finalmente hay muchos que
se hacen prometer que cuando mueran les van a poner la camiseta de su equipo en
el ataúd.
No es que en sí mismo sea malo hacer algunas de esas
cosas buenas por nuestro equipo. Lo malo es que no las hagamos en lo relativo
al Señor, o las hagamos menos.
¿Invertimos en el Señor el mismo dinero que invertimos
en lo relativo al equipo? (Pasajes, entradas, camisetas, tiempo)
¿Celebramos al Señor con la misma intensidad? Aplaudiendo,
llorando de alegría por el Señor.
¿Influimos en nuestros hijos con la misma aplicación?
Cuando esto pasa, ese equipo está reemplazando al Señor,
o compitiendo con él, en nuestra vida. Estamos siendo idólatras.
Pregunta clave: ¿Por qué sucede esto?
¿Por qué permitimos que un equipo deportivo compita
con el Señor en nuestros corazones? Venimos diseñados de fábrica para buscar el
triunfo, para tener victoria y para buscar la gloria. No solo en lo personal,
sino también de algo mucho más grande. Este sistema mundano gobernado por Satanás,
ha hecho SUSTITUTOS del Reino de Dios y del Señor. El Señor quería que nosotros
buscásemos el triunfo, buscásemos la victoria, y buscásemos la gloria de Él y
de su Reino. Nos hizo para eso. “Nos cableó” internamente para eso. Y para que
encontráramos ahí la adrenalina, el entusiasmo, la pasión por Él y por su
Reino. Pero este mundo de alguna manera se las ingenió para crear imitaciones y
distraer de esa manera el entusiasmo por el triunfo, la victoria y la gloria de
Dios y de su Reino y las buscáramos en otra cosa. Dios te hizo para buscar la
Gloria de Dios y de su Reino, pero el sistema se inventó otras cosas para
desviarnos. No buscamos invertir, ejercitar, tener la pasión por aquello para
lo que el Señor nos creó, sino en otras cosas. Esto es propiamente la idolatría.
Si nosotros buscáramos siempre y solamente la victoria, el triunfo y la gloria del
Señor y de su Reino estaríamos plenamente satisfechos y no necesitaríamos
enfocarnos en ninguna otra cosa. No digo que no tendríamos un equipo favorito,
pero estaríamos plenamente satisfechos con el Señor y su Reino.
No sé si tenés algún personaje que admirás o seguís
en alguna medida. Si tenés a alguno, tampoco sé de qué personaje puede tratarse
en tu caso, si de un cantante, o un youtuber, o un actor, o un deportista, o algún
otro tipo. Tampoco sé qué tipo de cualidad o capacidad tiene: si algún talento,
o alguna belleza física, o algún carisma o rasgo de su personalidad, o sus
ideas, o sus logros… No lo sé. Sea lo que sea, nos hacemos esa pregunta:
¿Cuándo un personaje es
un ídolo para nosotros?
A.
Cuando reemplaza al Señor, o compite con
él, en nuestros sentimientos. ¿Cuándo sucede esto?
Cuando
sentimos cosas malas que el Señor prohíbe. En particular me refiero a soñar con estar en sus brazos, teniendo
intimidad sentimental o sexual con él, más todavía si ya estamos de novios o
casados.
Cuando
por ese personaje sentimos cosas buenas que por el Señor no sentimos, o sentimos
menos.
Admiración. Lo primero y
básico es la admiración; luego viene necesidad de imitar, de ser como él.
Siempre que alguien admira a otro, empieza la imitación. Ser y hacer lo que el
otro hace.
Estar cerca. También
quiere estar cerca, tener una experiencia directa con esa persona.
Lealtad, y hasta la preocupación.
Algunos hasta se enamoran.
No es que en sí mismo sea malo admirar en cierta medida
a alguien que tiene una cualidad o capacidad… Lo malo es que por el Señor no lo
sentimos, o lo sentimos menos. Lo malo es que nos quedemos extasiados con
nuestro personaje preferido pero jamás hemos sentido algo así por el Señor. Lo
malo no es alegrarnos cuando un cantante viene a la ciudad y poder estar en su
concierto. Lo malo es que nosotros jamás hemos buscado estar cerca del Señor ni
hemos sentido algo semejante por el Señor.
B.
Cuando reemplaza al Señor, o compite con
él, en nuestros comportamientos. Por
ejemplo:
Cuando
hacemos cosas malas que el Señor prohíbe. Algunos, como ya dijimos, hacen cosas escandalosas delante de sus ídolos,
otros incluso son capaces de iniciar relaciones libres.
Cuando
hacemos por ese personaje cosas buenas que por el Señor no hacemos, o hacemos
menos. Por ejemplo:
Pasar horas mirando videos,
o películas, o escuchando música, o alguna otra cosa. Pasamos muchas horas con
ese personaje porque queremos disfrutarlo.
Informarnos permanentemente.
Algunos tienen hasta aplicaciones que les notifican cada paso que da, cada
movimiento que hace su personaje favorito en las redes sociales.
Seguirlo. Lo buscan y lo
encuentran. Hacen colas interminables para comprar entradas a los espectáculos:
algunas colas duran días y noches enteras,
como sucedió con Luis Miguel en Córdoba, la otra semana… Gastar mucha plata
en entradas, viajes, productos, películas y artículos de colección. A propósito, ¿saben a cuánto se vende en Universal
Studios una toga de Harry Potter? ¡A 100 dólares! Y la gente la compra. Y la
varita otro tanto… y los fans la compran. Es tan fuerte la identificación
con esos personajes, que uno quiere tener algo suyo y va a gastar lo que sea
necesario para tenerlo y cuando lo tiene queda satisfecho.
Celebrar: en los espectáculos
lloran, gritan, generan avalanchas, cantan, levantan sus manos, aplauden, exaltan,
suben a los escenarios para abrazar a su cantante hasta que seguridad los
retira… ¿Quieren aprender a celebrar al Señor? ¡Miren a los fans! Leí vez
pasada que un hincha se atravesó en medio de una caravana de vehículos entre
los que venía Lio Messi, hizo parar la camioneta, se arrodilló ante la puerta y
le rogaba por una selfie. Hasta que Lio se bajó y se sacó la selfie con él. ¡Eso
es celebrar! Algunos trasgreden la seguridad de la cancha, entran en el campo
de juego, corren hasta alcanzar a su ídolo favorito, consiguen darle un abrazo,
un beso… hasta que aparece la policía, los “arrancan” y se los lleva de vuelta.
No es que en sí mismo sea malo hacer algunas de esas
cosas buenas alguna vez por alguien a quien admiramos. Lo malo es que nada de
esto lo hacemos por el Señor, o lo hagamos menos.
Mientras estas cosas llegan hasta lo profundo de
nuestro corazón, y son capaces de movilizar de tal manera nuestras emociones y
nuestros comportamientos, nunca hemos buscado al Señor para que sea Él, el que
movilice nuestras emociones y nuestros comportamientos de tal manera.
Nosotros venimos cableados, diseñados por Dios para ADMIRAR.
Somos seres creados para admirar. Es el CENTRO ANTROPOLÓGICO del SER HUMANO. La
parte más profunda de tu corazón está siempre ansiosa por admirar a algo o a
alguien. Pero el Señor nos hizo con eso para que lo busquemos a Él. Para
que estemos siempre en la búsqueda de algo que nos satisfaga. De algo que
realmente maraville nuestro ser interior. Para que lo busquemos a Él y
encontremos en Él a ese SER MARAVILLOSO. Buscar al Señor hasta que el Señor se
revele a nosotros.
y me buscaréis y me
hallaréis, porque me buscaréis de todo
vuestro corazón. (Jeremías 29:13 RV60)
Cuando nosotros REALMENTE nos proponemos buscar a
Dios, buscar su rostro, que creamos lo que la Biblia dice sobre Él, lo que la
Biblia revela de Él; cuando nosotros nos lo proponemos y el Señor ve que es una
propuesta sincera, genuina, profunda; Él se revelará a nosotros. De alguna
forma, Él nos va a abrir los ojos para que podamos ver algo de su maravilloso
ser. Y cuando nosotros lo veamos, vamos a quedar de tal manera maravillados que
vamos a experimentar gozo y deleite en su presencia. Por Él, por su forma de
ser, por sus atributos, por su personalidad. Él nos va a ir mostrando poco a
poco su ser Admirable y nos vamos a maravillar y nos va a ser quedar
satisfechos.
Como dice el Salmo 63, después de verte quedaré más
satisfecho que después de suculento banquete…
Como de meollo y de grosura
será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca, (Salmos
63:5 RV60)
Conclusión: El Señor nos hizo para buscar victorias y gloria para
Él y para su Reino. Dios nos hizo con un corazón para admirarlo a Él
primeramente, para celebrarlo a Él primeramente. Satanás sabe que cuando
nuestro corazón está cautivado con el Señor Jesucristo, le vamos a ser fieles y
lo vamos a querer imitar. Pero cuando no estamos admirando a Él, vamos a buscar
otro objeto de admiración y lo vamos a encontrar de inmediato, porque hay miles
de imitaciones. Vamos a terminar arrodillados ante cualquier cosa. Evitemos encausar
lo principal de nuestro entusiasmo y fuerza en imitaciones como los equipos deportivos.
El Señor nos hizo para admirarlo y celebrarlo a él. Evitemos buscar y admirar a
las imitaciones baratas y hasta inmorales de los personajes de este mundo. Busquemos,
admiremos y exaltemos al Señor. Sólo a él debemos adorar.
Imagen: https://pixabay.com
Audio: Audio ambiental by "La Roca" M.I.
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